Steve Martin, Martin Short y Selena Gómez son tres solitarios vecinos en un lujoso edificio neoyorkino, el Arcadia. La aparición de un cadáver despierta su obsesión por convertirse en aprendices de investigadores y productores de un podcast sobre un asesinato real
VALÈNCIA. Charles (Steve Martin) es una exestrella de la televisión. Durante décadas fue el detective Brazzos para la pequeña pantalla. Ahora es un jubilado solitario y melancólico. Oliver (Martin Short), fue un exitoso director de Broadway, hasta que se le hundió el escenario de un teatro y su carrera se fue al traste. Desde entonces está en la bancarrota. Por último, está Mabel (Selena Gómez), una joven ilustradora (cuyos dibujos son en realidad de la valenciana Laura Pérez) que está de paso en casa de su tía mientras supera el bloqueo debido a algunos demonios del pasado.
Los tres solitarios vecinos no se conocían hasta ahora. Fueron las últimas personas que vieron con vida al difunto Tim Kono. Subieron con él en el ascensor. Escucharon su última conversación telefónica, algo que les da algunas pistas sobre qué ha podido ocurrir y qué no. Como impulso definitivo, es la pasión común por los podcasts sobre True Crimes lo que definitivamente los une en esta torpe y desternillante investigación.
Todos los personajes en torno a la historia son sospechosos, incluso ellos, y como buen Cluedo o novela de Agatha Christie, deben ser descartados a lo largo de los diez episodios que navegan entre la diversión y el misterio. La química de los tres actores también es clave así como la capacidad de Steve Martin y Martin Short por la comedia física. Especialmente el primero de ellos, con algunas escenas memorables. Selena da el contrapunto con su seriedad, además de ser la representación perfecta de la diferencia generacional.
La serie recurre a diversos elementos narrativos: ruptura de la cuarta pared, falsos flash fowards (que se convierten en descabelladas fantasías), incluso con un capítulo que la mitad de él se desarrolla sin diálogos ni sonido ambiente, ya que lo vemos desde el punto de vista de una persona sorda.
Otro ingrediente sorpresivo son los cameos, como el de Sting o Tina Fey (30 Rock). El músico británico se deja parodiar como un antipático artista, enredado en la letra de una de sus canciones (Don’t stand so closed to me), asunto que entenderán si eligen ver la serie en versión original.
El condimento meta humorístico se consigue al parodiar la naturaleza de los podcasts, en concreto los del género True Crime, con efectivos cliffhangers a final de cada episodio (del podcast y de la serie). El fenómeno fan de estos seriales también es el blanco de esta sátira sobre nuestra predilección por querer desentrañar el asesinato de un cadáver que en el fondo nos importa tres pepinos.
“Maldita sea, ¿a qué puto podcast sobre asesinatos están todos ustedes enganchados?”, protesta la agente de policía que cierra el caso -por suicidio- en el primer episodio. Los tres son adictos del podcast All Is Not Okay In Oklahoma, el Serial, versión ficcionada, presentado por una famosa periodista llamada Cinda Canning (Tina Fey).
La serie surgió de una idea original del cómico Steve Martin, que pidió ayuda para desarrollarla al showrunner John Hoffman (Grace And Frankie). Martin es, además productor de la serie, al igual que Selena Gómez y Martin Short. Y entre los productores ejecutivos, cuenta con Dan Fogelman, creador de la serie This Is Us.
Según su director de fotografía, Chris Teague (Rusia Doll), no tuvieron duda de que querían aportar a la serie cierto estilo de cine negro, con la referencia cinematográfica de La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock como punto de partida. Un elemento más que nos convence de que estamos delante de una maravillosa y brillante comedia de suspense.
A finales de los 90, una comedia británica servía de resumen del legado que había sido esa década. Adultos "infantiliados", artistas fracasados, carreras de humanidades que valen para acabar en restaurantes y, sobre todo, un problema extremo de vivienda. Spaced trataba sobre un grupo de jóvenes que compartían habitaciones en la vivienda de una divorciada alcohólica, introducía en cada capítulo un homenaje al cine de ciencia ficción, terror, fantasía y acción, y era un verdadero desparrame