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ESCAPADAS HEDONISTAS

Otoño gastronómico madrileño

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Nunca sobran excusas para ir a Madrid. Esta época del año además es perfecta para visitarla. Para escapar del caloret valenciano y vivir lo que es de verdad el otoño. Para darse un paseazo por el Retiro que ya ha mutado a tonos ocre y no puede estar más bonito. Y para vivir, de forma anticipada, la Navidad. Porque amigos, la Navidad ha llegado a todas partes. Ayer mismo se encendieron las luces y ese ambientillo tan apetecible ya flota en el ambiente.

Por todas esas razones hay que venir, pero también por hacer check en las últimas novedades de la capital. Y no por el simple hecho de apuntarse el tanto de haber conocido qué es lo que se cuece, sino porque ha sido en los últimos meses, cuando Madrid ha asistido a la apertura de lo que posiblemente sea lo mejor del año. Propuestas diferentes, sabrosas, muy pensadas, pero aparentemente sencillas. Y son tres, un podio que no entiende de primeros o segundos, uno en el que se asientan tres conceptos, uno carnívoro y dos vascos. Y todos ellos son de lo mejorcito que se ha visto en mucho tiempo.

Los contaremos por orden de apertura. El verano fue el momento de Bascoat. Rodrigo García y Nagore Irazuegi estrenaban su templo, como ellos lo definen. Los conocemos de hace tiempo y juntos de una de las mejores tabernitas de la ciudad, Arima Basque. Con esta apertura crecían, en concepto, en cocina, en espacio...

Bascoat es ese sitio en el que reservas cuando quieres asegurarte de que todo va a ir como la seda. Y el propio lugar invita a resguardarse de las bajas temperaturas que ya asoman por la capital. El interior es como una recreación -con mucho diseño- de los caseríos vascos, desde el eguzkilore que lo protege, a las maderas y lanas tejidas por ellos mismos. Y dentro de ello, no puede ser más minimalista y sofisticado.

Y aunque nos embelese el espacio, que pronto sumará incluso una terraza acristalada, nos han conquistado por el estómago. Aquí hay mucha cocina, muchos mimbres, experiencia. Todo ello se resuelve en una carta de la que apetece comerse todo. Empezando por sus bocados, homenaje a las barras donostiarras. Abrir boca con la gilda de Arima, seguir con un buñuelo de morcilla de Beasaín con mole de alubias de Tolosa o con una tortillita de quisquillas con pimienta de Espelette, es obligatorio. Y para continuar, todo lo que puedas imaginar, desde una reconfortante sopa de cebolla, a un plato de setas con calabaza que no puede saber más a otoño.

Y hay más, mucho más. Un apartado de pescados que va desde las piezas de lenguado, besugo o rodaballo a la parrilla, hasta delicias como una sutil merluza frita sobre una salsa verde de almejas o un txipirón con jugo de manitas. Y uno de carnes, donde reina la txuleta de vaca vieja, pero también el cuello de cordero con un praliné de ajo y queso feta o el pato azulón con fondo de pato a la naranja. ¿Y de postre? Final a la vasca, con la pantxineta como si fuese un corte de helado, con hojaldre, almendra y helado de yema tostada.

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