La cadena murciana, que ya tenía presencia en Alicante, se expande por la Comunitat con la apertura de una franquicia y una tienda propia en apenas tres meses
VALENCIA. No hay hogar murciano que no haya servido una barra de pan de La Colegiala sobre la mesa, por no hablar de las magdalenas, las rosquillas y los pasteles de carne, estos últimos reservados para las ocasiones especiales. La cadena de panaderías artesanas, autóctona de la región, cuenta con 40 tiendas, de las que 32 son propias y 8 están franquiciadas. La cifra se verá ampliada antes de que acabe el año, a tenor de su estrategia de expansión nacional, que si bien ya había arrancado con aperturas en Alicante, ahora se ve reforzada con la llegada de dos nuevas tiendas en el área metropolitana de Valencia.
La primera de ellas ya se encuentra en funcionamiento en la calle Albacete, número 19, desde mediados de octubre. Se trata de un punto de venta con mostrador, pero también zona de cafetería, de alrededor de 150 metros cuadrados. La segunda llegará durante el mes de diciembre, también al núcleo urbano, y tendrá características similares. La oferta en ambos casos estará ligeramente adaptada a los gustos del público local, cuya repostería sufre algunas variaciones, aunque se mantendrá la apuesta por los productos sanos y sin gluten.
Este movimiento forma parte de una estrategia de expansión nacional que la empresa ha decidido arrancar por la Comunitat. Puesto que su presencia en distintos puntos de Alicante está consolidada (hay tiendas en Orihuela, Torrevieja, Santa Pola o Almoradí), el éxito en Valencia es el siguiente desafío. A finales de octubre, además, La Colegiala estuvo presente en el Salón Internacional de la Franquicia de Valencia, que no solo es un referente local, sino una interesante puerta de entrada al mercado español y europeo.
Para optar al franquiciado de esta cadena hay que contar con un local por cuenta propia, ubicado en una zona que dispense a una población mínima de 15.000 habitantes. En el contrato, que tiene una vigencia de 10 años, el canon de entrada está incluido, pero los royalties suponen un 0,5 % de las ventas y un 1% de canon de publicidad. La inversión inicial parte de 63.000 euros, que ascienden hasta 104.000 si hay zona de cafetería.
La empresa panificadora murciana, cuyo signo de identidad es el concepto ARTEsano, fue fundada por Manuel Baños Garre, quien falleció hace siete años en un accidente en ultraligero. Fue en 1982 cuando empezó su exitosa trayectoria elaborando rosquillas, hasta que en 1986 inauguró su primera tienda en la pedanía murciana de El Raal. Poco a poco fue ampliando la oferta de productos con la introducción de bollería, repostería y confitería, al tiempo que abría otros locales. Hasta 2007 no se optó por el modelo de las franquicias.
Una de las características más conocidas de la cadena tiene que ver con la filosofía naturista de Baños Garre, quien siempre apostó por investigar en los procesos de elaboración y firmó distintos convenios universitarios. Es por ello que La Colegiala cuenta con un departamente de I+D+I especializado en salud y dietética, cuyas novedades van entrando en vigor por toda la red conforme se van haciendo oficiales. En el mismo departamento trabajan más de 20 artesanos, perfectamente formados y dirigidos por David Baños, hijo y nieto de panadero.
A tenor del precio de la barra, no parece que la línea de acción de esta empresa vaya a confrontar en la llamada ‘guerra del pan’, que fue abierta en 2012 por el empresario José Navarro. Por entonces se llegaron a vender las barras a veinte céntimos. A principios de este año se conocía que su cadena se había ido a la ruina, tal y como pronosticó el Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia. Ahora bien, sí que tendrá que hacer frente a otras cadenas pujantes en la ciudad, como Granier o Panaria, lo cual augura un duro trabajo.