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'LA SEÑORA SIEMPRE TIENE LA RAZÓN'

Oye, ve y calla, y con nadie tendrás batalla

6/08/2016 - 

VALENCIA. 

Maldito agosto

En este mes, ustedes estarán lejos de los ordenadores y más cerca de esos semanales que editan los diarios para que la gente tenga algo con qué entretenerse y darse conversación mientras se atizan un esmorçaret e inventan ocupaciones para el resto del día.

¡Pero cuidado! En el momento en que se estén solazando con un cortadito y devorando un pincho de tortilla a mos redó, el camarero aguzará su oído idiomático y aprovechará para cobrarles cinco euros. Valencia es así en verano: mientras te cuidan con el amor de una madre te pueden dar con un palo en la cabeza.

Por eso yo les pediría en estas fechas que amen menos Valencia. O que la amen de manera distinta. Que la descuiden, que la traicionen con otras capitales, pero que no se amarguen más con la dulzura con la que algunos la tratan habitualmente. Utilicen el sistema de los amaestradores de pulgas, que las mantienen colgadas de un hilo por una pata durante quince días. Al cabo de esas dos semanas, tras haber dado tantos saltos inútiles, su educación está completada: ya no saben saltar. Así que durante las vacaciones aprovechen higiénicamente para no adorar Valencia: déjenla que vaya donde quiera, sola, sin miedo a que se pierda; déjenla que se llene de fritangas y si agarra una fiebre gástrica y, si muere de indigestión, prométanme que no le construirán una pirámide y la inmortalizarán, como suele ser habitual, bajo un mausoleo. Visiten mi crónica social desde su habitación con las persianas bajadas, no bajen a ese bar donde reina el lugar común de las vivencias habituales y llénense el espíritu con la ilustración de los vicios privados que exudan nuestras mejores virtudes públicas.

La guerra de las flores

Uno de esos momentazos tan nuestros ha sido la 125ª edición de la Batalla de Flors de la Feria de Julio, en el elegante Paseo de la Alameda. Después de largas colas en las taquillas de Los Viveros para obtener las preciadas entradas, la súper-batalla se celebró con toda la regularidad de años anteriores. Una regularidad, como la fiesta, muy variopinta y fallera, donde siempre está presente la expresión jocosa, la alegría, el lucimiento y nuestra obsesión por entendernos bien entre todos, aunque haya que sacrificarse uno por los demás.

Ha sido éste un aniversario por todo lo alto, de recorrido mucho más largo que cualquier otro ya que también hubo más palcos, con tabaleters, caballos enjaezados como en los cuadros de principios de siglo, dolçainers, sillas a montón y más de un millón de claveles de tonos anaranajados para unos cuatro mil y pico asistentes que abarrotaron el recorrido de las estampas vivientes sobre ruedas. Un esfuerzo de agradar inversamente proporcional al poco loable esfuerzo de la oposición por calificar esta celebración como un acto anti-natura.

Politizar la batalla de flores es poco práctico, porque su público es el de siempre y la gente, si bien salta a la primera, a la segunda ya empieza a aburrirse de que si la bandera tal o la música cual. Como bien tituló Dani Navarro en Las Provincias: “Se valencianiza la Batalla de Flores erradicando la  simbología nacional”. Es decir que, como ocurre durante las fiestas locales de San Isidro, la Feria de Abril o el día de las Letras Gallegas, no hubo una necesidad real de banderas españolas. Al parecer hubo gente que no pudo dormir por la noche debido a la ausencia de símbolos patrios pero la verdad es que bajo una notable presión mediática culpabilizadora, las Senyeras de las vallas se colocaron este año bien separadas, para evitar que se volviera con el asunto del“efecto óptico catalanizador”. Más de uno estará contento porque la fiesta fue trending topic en las redes sociales y salir en los medios siempre merece la pena a cualquier precio. Ganar a cualquier precio es uno de los pilares neoliberales que no hay que desestimar por mucho que se haya leído La Sagrada Familia de Friedrich Engels.

Foto: Eva Máñez.

La flor de la Sociedad

Presidió el acto un híper-energético y Excel.lentissim alcalde Joan Ribó, que fue asaeteado por flores al por menor y hasta por cubos; el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Juan Carlos Moragues; el conseller de Hacienda, Vicent Soler y el exultante concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset con toda la Junta Central Fallera. Estuvieron los padres de las Falleras Mayores de Valencia 2016 y las candidatas a falleras infantiles. También se vio a Fran Ferri, de Compromis, Jordi Palanca, Gil-Manuel Hernández, sociòlogo i director del Museu Faller, Miguel Galán,  Ruth Galán, Laura Caballero Molina, Vanessa Lerma, fallera mayor 2003 con su marido Félix Crespo que han sido padres recientemente, la fallera mayor 2005 Carmina Gueguel Massmanian Estellés muy adelantada en su embarazo, Sandra Gómez, concejal de Policía y Protección Civil, Ángel Ros Domingo, alcalde de Lleida; el Ateneo Mercantil de Valencia, que hacía tiempo que no aparecía, fue representado por la últimas cuatro Reinas del Ateneo (algo análogo a la de la Fallera Mayor, o a las famosas Reinas Magas), Maje Rodríguez-Flores, María Dolores Ros, Ángela Pérez y Judith Mas, quienes desfilaron en un landó decorado por la florista Lola con girasoles, estacite, limonina, eucaliptus y hojas muy gordas, mientras entre el público, la Presidenta Carmen de Rosa Torner, con unas preciosas gafas de sol tipo pera, disfrutaba con el espectáculo. También fueron invitados, el Tribunal de las Aguas y la Societat Coral El Micalet.

Ordinarias y extraordinarias, carrozas y landós

En las carrozas, las falleras mayores e infantiles y sus cortes del año pasado, Estefanía López y María Donderis, las falleras mayores de L´Horta Sud que abrieron el desfile, la reina actual de los Juego Florales de Lo Rat Penat, Bettina Vöhringer, y me parece que también la que fue reina hace unos años, Irina Manglano Beneyto; la Reina de la Poesía, Aitana Picasso, vestida de leoparda a lomos de un elefante azul bajo la cola de un pavo real, Carla, la Fallera Mayor de La Fonteta; miembros del Consell de la Juventut de València que fueron criticados hasta por su forma de tirar flores, socios de la Federación de Casas Regionales y la de Falles de Borriana, así como la Bellea del Foc de Alacant con su Corte de Honor, Carolina Tárrega, en la carroza “125 Aniversari”, y la reina de les Festes de Castelló, La Magdalena elegida como Na Violant d´Hongria 2017, Marina Redó en la carroza “Papallones” con sus Damas de la Ciudad.

Foto finish: además de la Policía Municipal a Caballo de Gala, que no se pierden una celebración en la que haya flor fresca, participaron veintiocho carrozas: cuatro en la categoría Especial A, cinco en Especial B, diez en la Ordinaria A, y nueve en la  Ordinaria B; además de varias grupas, tres landós y tres coches ligeros, uno de ellos llamado ni más ni menos que “Panderola”, decorado por el florista Miguel Galán como un jardín barroco.

De lo épico y lo dramático

Si no saben cómo funciona la batalla, las carrozas dan una vuelta de exhibición, como en Ben Hur, recogen su premio y a la segunda vuelta, tras un trueno de aviso, asistentes y participantes empiezan a lanzarse las flores con más o menos buena intención.

Alicia Moreno, Fallera Mayor de Valencia 2016 y su Corte de Honor, recogíó el máximo galardón de la tarde, el Premio Barón de Cortes, con la carroza "Fades de primavera" de Roda y Guaita, diseñada por Marina Puche. Cerró el desfile, la carroza "Màgia" de Jordi Palanca y diseño de Rafa Vilches, capitaneada por Sofia Soler, Fallera Mayor Infantil de Valencia 2016 y su Corte de Honor.

Para darme un poco de pisto, les contaré que mi abuelo, el catedrático de dibujo D. Eduardo Badenes del Sacramento, realizó uno de los primeros diseños de carroza para la Feria de Julio, seguramente para la Falla Ripalda Beneficència i Sant Ramon… la millor falla del món! Como muestra la fotografía del album familiar. Por cierto, que el señor que aparece en la foto no es mi abuelo sino un amigo que posó junto a su obra.

 No crean que todo se detiene entre el esfuerzo y el arte de los creadores de las carrozas, de los floristas, de los amantes de los animales de tiro, de los caballos y los bueyes, de los decoradores de raquetas: también hay que tener en cuenta que la competición es lo que estimula a muchos participantes de las fiestas. Otro lanzamiento de flores hubo entre artistas: los herederos de Gaita y Roda,  Ximo Esteve, Alfredo Demets, Jordi Palanca, Rafa Vilche, Oscar García y Enrique Burriel. Después de los resultados puede que acaben compartiendo o cediéndose los disputados premios para no discutir, porque discutir es una actitud siempre contraria a la fiesta. Y anda que no quedan fiestas por delante para

Por favor. Gracias. Cuando puedas.

Estas cosas que acaban con un fraternal abrazo, unas cañas y un quítame allá esas pajas, indican que agosto es un buen mes para intentar recuperar cosas tan elementales para que nuestra sociedad valenciana funcione; por ejemplo, recuperar la buena educación. No piensen que soy un utópico que va a pedir que regrese la música de una máquina de coser a combatir las horrendas rebajas de los outlets. Sólo que, como en este mes hay menos gente, recomiendo hacer pequeñas pruebas aquí y allá de antiguas costumbres perdidas.

Por ejemplo, pueden empezar por volver a pronunciar aquello de “por favor” y “gracias” en vez del actual “cuando puedas”. Existe una gran diferencia entre pedir a un camarero o a un recepcionista de hotel algo amablemente (por favor) que recordarle que entre su larga lista de tareas añada la tuya, como si hubieras apoyado el dedo en la la memoria de un ascensor.

“Cuando puedas” es una expresión que se enmarca en la mediocridad, tepidarium (ya dije “antesala” en mi crónica anterior y hay que variar de cuando en cuando) que permite la proliferación de toda la gama de la estupidez, sobre la cual triunfarán un montón de frases insulsas, de lugares comunes escuchados aquí y allá y algunas agudezas enmohecidas. El día que quieran darse cuenta y salir de ese estado tan “a la moda” de “como todo el mundo” se notarán incapaces de mejorar: su cerebro se habrá modelado en la miseria intelectual del “cuando puedas”, que es la miseria de la que no hay Lotería Nacional ni inversión en bolsa ni alta protección que nos consiga hacer salir.

Debemos dar las gracias y pedir las cosas por favor, no sólo porque ejerce un efecto balsámico sobre nuestro entorno y nos recuerda que los tiempos de la Antigua Roma ya pasaron: le debemos estas expresiones a quien nos rehace la cama, nos ofrece el quitamanchas para corregir nuestra propia torpeza, o nos trae una simple cerveza; porque ese personal del hotel, del restaurante o de la casa de latrocinio, son los testigos mudos y discretos de todo lo abominable que ocurre en esos lugares: negocios equívocos, contrabando, chantaje, espionaje, tráfico de armas, de alcaloides, de mujeres, de jovencitos y, sobre todo, de conciencias. Y el camarero, la señora de la limpieza o el portero prestan su colaboración indirecta sin tener siquiera participación en los beneficios.

El camarero

El camarero es un intermediario entre el dueño del restaurante y los clientes. Ambos venden dos mercancías muy diferentes: el primero vende vino, platos de fusión o tradicionales, vegetales y dulces; el segundo vende, además de su esfuerzo físico, lo imponderable y lo relativo, hecho con su imagen personal. Como otros trabajos de su categoría realiza un trabajo servil, por mucho que se hable de sindicatos y de la dignidad en el trabajo, y lo servil no es mensurable. Así que en esa categoría de trabajos serviles, entre los que me permito incluir -como otros muchos- el de cronista social, hay que pagar algo más cara la parte humillante de los trabajo en los que uno se resiste a la legítima tentación de verter, sobre varios arrogantes escotes y barbas, una botella entera de tomate Ketchup.

Por otra parte hay que decir también que el hecho de que hoy en día esté de moda que la mayoría de la gente poderosa sea poco educada no es excusa para que el empleado olvide responder “de nada” o cambie su cara por un semblante taciturno y hosco. A veces el camarero es el dueño del establecimiento y pone chistosos anuncios en la entrada o te cobra según tu acento. Evítese todo esto, por el amor de Dios. Es el ejercicio de la educación lo que engrasa el buen funcionamiento de las glándulas sociales y que demuestra en realidad cuál de las dos partes en desequilibrio es la vulgar y cuál es la elevada. Y desengáñese: ser natural, por muy de moda que esté en las fantasías de la televisión, nunca sustituirá a la educación en la realidad.

Visita de U2

Todo esto viene a cuento de la memorable visita de U2 a Valencia donde se unió un tropel de gente para sacarse fotos con los míticos músicos irlandeses -y católicos- de los ochenta. Ya sé que para una ciudad pequeña donde no existe ya la televisión, gracias a la espléndida gestión del partido más votado en las últimas elecciones, es complicado entender la existencia de personas relevantes. Digo relevantes por no marear mucho entre la diferencia entre ser famoso o ser popular. Y mucho menos aquello tan olvidado de ser gente de mérito, hoy en día que lo meritorio reside en haber aceptado alguna proposición indecorosa sin hacer caso a los escrúpulos.

El caso es que como venían a la boda del misterioso amigo de la infancia que nadie sabe quién es, Reggie Manuel, con una valenciana de la cual también sólo se sabe su nombre, los ídolos del pop Bono, The Edge y Adam Clayton con dos de sus esposas, llamadas Ali y Morleigh que deben ser parejas de los dos primeros, fueron impulsados por algún sabio consejo a lugares tan poco habituales de conjugar con sus personalidades como El Racó del Turia, Seu Xeresa y La Pepica. Del reportaje gráfico que sale de las redes lo más destacable es la afición al calzado exótico por parte de los habitantes del archipiélago cercano al Canal de la Mancha.

¿Qué hacer ante un famoso?

Ahí se formó en las redes una pequeña discusión sobre si un fan debe ceder a su natural deseo de dar la brasa a su ídolo o dejarlo interactuar con la vida normal sin interferir pidiéndole que se haga fotos incansablemente. Bien, esto es algo que ocurre especialmente en España donde la gente famosa suele encerrarse en su hotel o rodearse de escoltas para evitar paradójicamente a su propio público y proviene de esa gran confusión de lo que los españoles entendemos por “mérito”, dándose incluso el caso de programas de televisión matinales que han pagado a delincuentes para tener una exclusiva, exclusiva que la gente ha devorado con delectación porque el morbo sigue siendo sagrado y la delincuencia nos parece un objetivo deseable si sale a cuenta.

De lo que se debe o no se debe hacer cuando nos encontramos en presencia de un famoso, de un personaje popular o de una persona de mérito no voy a dar ningún consejo: tendría sentido en la época de Voltaire, Montesquieu y Madame de Lambert. Ahora sencillamente bastaría con contemplar las mínimas normas de educación que se suelen romper con un “ya sé que todo el mundo te lo habrá dicho, pero...” con los dos primeros casos. Con la gente de mérito, no hace falta editar una guía: ellos pasan entre nosotros como fantasmas invisibles cuya imagen es imposible de captar siquiera por las cámaras de la televisión.

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