El mejor pastelillo industrial de la historia tiene una versión gastronómica, en València
No sé vosotros, pero a mí cuando alguien me suelta toda esa vaina del “¿Una pantera rosa? Terrés, que no tenemos quince años y además, es una mierda de bollo industrial” me entra como un calor por todo el cuerpo, alguna que otra vena se hincha de pura furia y entro en trance, un baile de San Vito hedonista en el vagón cafetería del AVE porque intuyo (¡lo sé!) el notas de turno está a punto de soltarme que tengo que ver no sé qué cojones de documental veggie de Netflix y practicar yoga, que a él le ha cambiado al vida. Pues qué bien.
Porque la Pantera rosa es una de las cimas gastronómicas de la humanidad a la altura del pastel de cabracho de Arzak, las croquetas de Francis Paniego en Echaurren o las Ruffles Jamón Jamón; porno coquinero, la heroína del gocho. Y para más inri, el químico que inventó el pastelillo (Josep Pujol) falleció a los 86 años en Castellar del Vallès hace tan solo unas semanas, valga esta oda como sentido homenaje: qué felices nos has hecho, Josep.
No sé si también es un homenaje, pero qué alegría cuando hace unos días me encuentro un misterioso 'Pink Panther' en la carta de Kuna Experience, ese espacio gastronómico dedicado a la cocina viajera en Conde de Altea del que tantas cosas buenas se oyen en los pasillos del buen comer (ojo también a su baocata de calamares o su versión de la carbonara) así que hablo con Borja Ibran, chef ejecutivo: “es mi bizcocho preferido de la infancia, pero yo lo guardaba en la nevera porque frío estaba mucho mejor; para hacerlo hemos desglosado todos y cada uno de sus ingredientes, en realidad la elaboración es muy sencilla: espuma de pétalos de rosas y esencia de naranja que recuerda al sabor aromático del relleno de la Pantera rosa, como elemento dulce está el chocolate blanco del mítico bizcocho pero nosotros incorporamos el chocolate de otra forma, dándole untuosidad al plato y haciendo un cremoso, finalmente la parte fría se la damos con un helado de pétalos y fresas y la parte aérea con un bizcocho sifón de almendras y granadina”.
Larga vida a la Pantera rosa.