La Semana Santa se vive con mayor pasión e intensidad en España, sin duda. Pero el clásico dicho sobre la capital francesa me ha venido a la mente cuando he leído la noticia sobre la prohibición de los patinetes eléctricos en la ciudad del Sena.
La Semana Santa nos revoluciona el calendario, pero en España inmersos en plena pre-campaña electoral vivimos en una auténtica sobredosis informativa, de anuncios y sobre todo de las clásicas promesas electorales que como bien se sabe, están para no cumplirlas. Afrontamos dos meses cruciales antes de las importantes elecciones de finales de mayo, donde elegiremos a nuestros alcaldes, esa figura política que siempre se le considera como la más cercana al ciudadano y la que mejor conoce las necesidades de sus gobernados. El alcalde es a quien se recurre en los municipios pequeños para que solvente cualquier quehacer cotidiano, hasta el más irrisorio.
Desde hace una década vivimos una modernidad que me atrevo a calificar de agresiva, una serie de dogmas que en muy poco tiempo se imponen e impregnan nuestro pensamiento y por supuesto nuestro comportamiento. Sea la forma de tirar la basura con hasta diez cubos diferentes o el hecho de encontrar cinco semáforos en vía pública de 500m. En cualquier caso, el exceso de novedades en nuestro modo de vivir, comunicarnos, trasladarnos y relacionarnos es algo que no siempre es fácil de digerir, entender y asumir. Entre todo ello, la movilidad urbana es una de las situaciones que más cambios crean, tanto en la imagen de las ciudades como en la vida diaria de sus habitantes, creando situaciones de peligro y sobre todo muchas incomodidades.
París ha decidido someter a la democracia participativa esta decisión, los habitantes de la capital francesa han votado en referéndum y así lo decía su alcaldesa de origen español: "Los parisinos se han expresado contra el mantenimiento del servicio de patinetes eléctricos"(…) "Acataremos su decisión, tal y como yo me había comprometido. Es una victoria de la democracia local". Con estas palabras zanjaba la polémica creada por estos pequeños aparatos que han revolucionado la vida urbana y creado muchísimos problemas a viandantes y especialmente a las personas con problemas de movilidad.
No sé si encontraremos a alguno de los candidatos que se presentan en el Cap i Casal que se atreva a proponer la prohibición de patinetes eléctricos y ni que hablar sobre las bicicletas. Es este un asunto tremendamente peliagudo pero que se debería abordar. Soy consciente que muchísimas personas defienden a capa y espada estas formas de moverse en la ciudad, pero por mi experiencia vital me lleva a concluir que las mejores formas de movilidad urbana son: caminando, en moto y en coche, y también en transporte público siempre que nos lo permita nuestra vida.
En el ecuador de la Semana Santa no es mi intención generar más polémica, pero reconozco que la noticia que saltó en los medios me llenó de gozo y satisfacción, no creo que sigamos el ejemplo, pero me han entrado ganas de volver a París y pasear tranquilamente por sus maravillosas avenidas y calles con tranquilidad y sin esos patinetes que los carga el diablo (nunca mejor usada esta expresión). Les para estos próximos días una tranquila y feliz Semana Santa, donde no se crucen con ningún patinete y puedan disfrutar de nuestros poblados marítimos si se quedan en Valencia o de las diferentes festividades y procesiones de nuestra querida España.