¿Qué diferencia existe entre un fanático y un patriota de partido? Poca, o muy poca. Suelen tener un carácter egoísta y son sumamente ególatras, narcisistas y soberbios. No admiten en ningún caso ninguna critica a la organización política que pertenecen y rechazan e insultan a quienes las hacen. Y si esta viene del propio partido todavía su fanatismo se acrecienta con la defensa a ultranza de las creencias que creen que forman parte del mismo. Cualquier disidencia es radicalmente rechazada y tachada de deslealtad. Es difícil distinguir la actitud de Stalin para los disidentes de los patriotas de partido, unos llevan al otro. Y así ha sido en la practica la persecución radical del que no opina en determinadas (o en todas) cuestiones sobre lo que decide el Presídium. Cuando Hitler firmo el pacto con Stalin de “no agresión”, en 1939, el llamado acuerdo Ribbentrop-Molotov, por el que se dividieron Polonia, y Estonia, Letonia y la Besarabia rumana pasarían a la Unión Soviética, muchos militantes de los PCs quedaron desconcertados y en algunos casos algunos comunistas alemanes llegaron al suicidio. Cada uno tenía sus argumentos. Hitler no quería abrir dos frentes a la vez y Stalin ganar tiempo y esperar que Alemania se desgastara en su guerra contra los países europeos occidentales. Y así se mantuvo durante dos años hasta que en junio de 1941 la Wehrmacht alemana atacó la URSS. Dolores Ibárruri, la Pasionaria, exiliada en Moscú defendió el pacto germano soviético para asombro de los comunistas españoles que habían perdido la Guerra Civil y muchos estaban en la cárcel esperando ser fusilados.
¿Han cambiado las cosas desde entonces? Depende de la época y de la coyuntura política desde 1945 a 2022 siguen existiendo los defensores a ultranza de las organizaciones políticas a la que pertenecen, pero tal vez en menor grado y con mayor sutiliza, sobre todo si el sueldo y el estatus depende del partido. Sin embrago, a lo largo de estos años las disidencias y las divisiones en los partidos políticos de los países democráticos han sido exponenciales. País por país un estudio de los mismos nos daría para varios tomos si queremos analizar todos los elementos de las escisiones, desde las diatribas entre dirigentes y las bases teóricas y estrategias que condicionan la separación y constitución de otros partidos. En algunos casos el termino patriota ha servido para calificarlos, así ha ocurrido en Guatemala con el Partido Patriota cuyo lema era: “Seguridad y empleo con mano dura” creado en 2001 y disuelto en 2017 por el Tribunal Supremo Electoral. Fue acusado de violar los derechos humanos y de corrupción, especialmente cuando su dirigente Otto Pérez llegó a la presidencia en 2011. Ya en 1923, el dictador Primo de Rivera, que finiquitó el régimen de la Restauración por un golpe de Estado que apoyo Alfonso XIII en septiembre de ese año, con la abolición del turno entre conservadores y liberales desde el pacto del Pardo entre Cánovas y Sagasta, y creo la Unión Patriótica como partido único.
La denominación de patriota la ha utilizado recientemente el presidente de Vox, Santiago Abascal, cuando convocó en 2021 una cumbre europea de “partidos patriotas” a la que asistieron los primeros ministros de Polonia y Hungría (Morawiecki y Orban) con el fin de contrarrestar las “elites globalistas” que intentan imponer un modelo universalista que caminaría hacia la eliminación de las culturas históricas de cada pueblo. Esta idea tiene su origen en la obra del filósofo Gustavo Bueno que pertenecía a la Fundación que creó el líder de Vox, DANAES en 2006 (Fundación para la Defensa de la Nación Española) que ingresó hasta 2014 857.821 euros sin transparencia de donde surgieron las donaciones. También avaló el libro de Alejandro Nolasco, portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Teruel: “Los últimos 50 de la División Azul” en el que exalta la alianza de España con la Alemania nazi en su lucha contra el comunismo.
La izquierda, en cambio, tiene un pasado internacionalista basada en la premisa de Marx: “Proletarios de todo el mundo, uníos”. Sin embargo, ese internacionalismo ha ido matizándose, especialmente cuando nacieron los partidos socialdemócratas europeos separados de los Partidos Comunistas que desde la URSS los utilizó para la defensa del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) considerado como el adalid de la estrategia revolucionaria para todo el mundo. Pero a partir de los años 60 también el comunismo internacional se dividió con las tesis de Mao y el PCCH. Hoy en día la mayoría de los militantes del PSOE, por ejemplo, sienten el patriotismo español como una realidad política, social, sentimental o emocional, aunque su manera de abordar la organización del Estado no sea la misma que la de otros partidos calificados de centro o de derechas. Pero existe un patriotismo distinto al español cuando entran en juego los partidos nacionalistas (vascos, catalanes, gallegos y en menor parte valencianos o de Baleares) que en algunos casos niegan España de modo absoluto como unidad social o política, y desde luego nada sentimental. Y en otros acentúan sus rasgos identitarios para obtener una posición territorial diferente dentro de lo que denominan el Estado español, calificando al PSOE o PP de españolistas que pretenden decidir el rumbo político y social de España sin contar con ellos