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Pau Roca: "Esta novela es incómoda y hace muchas críticas de las que no me excluyo"

El guitarrista de La Habitación Roja se estrena en la novela con Un día en la vida (Aguilar, 2023), relato protagonizado por un padre de familia de mediana edad en plena crisis existencial

30/03/2023 - 

VALÈNCIA. ¿Qué parte de nuestro día elegimos realmente? ¿Qué aspectos de nuestra vida se alinean verdaderamente con nuestros deseos y nuestros valores? ¿Cuántas decisiones esenciales hemos tomado por pura inercia y mimetismo social? Estas son algunas de las dudas que acucian a Pablo, el protagonista de la primera novela de Pau Roca, titulada Un día en la vida (Aguilar, 2023). 

El guitarrista de La Habitación Roja y cofundador de Lost Tapes y Diamond Dancer, que en los últimos años ha consolidado también su faceta como fotógrafo profesional, llevó en secreto durante dos años esta incursión en el mundo literario. Ni sus amigos, ni su familia, ni sus compañeros de grupo supieron nada hasta que la novela estuvo armada y casi lista para publicar. Lo que no significa que el autor renunciase a pedir consejo para llevar adelante un proyecto tan exigente. Una cosa es escribir una autobiografía recolectando traumas personales y anécdotas de giras, y otra muy distinta es enfrentarse al maratón de la novela, un género cuya dificultad técnica conviene no subestimar. Las buenas historias no se sostienen por sí mismas; necesitan estructura, ritmo, buenos diálogos, personajes bien construidos…  

“Esta novela nació como un experimento, y los experimentos pueden salir mal -apunta Roca, con quien quedamos a desayunar en una cafetería del barrio del Carmen de València-. Por eso no quería que las personas de mi entorno se enteraran demasiado pronto. Quería evitar la presión social de las preguntas que sabía que me harían. La primera persona a la que se la enseñé fue a David Mr. Perfumme, cuando ya llevaba bastantes páginas escritas. Buscaba una opinión sincera. Me dijo cosas buenas, me dio algunos consejos, sobre todo de estructura, y me animé a seguir. Después se lo enseñé a mi editora, le gustó y tomó ella las riendas”.

Explotar como un globo

Todo empezó por una escena. Más bien un sueño que después terminó convertido en el clímax de la novela: la catarsis pública (y bastante surrealista) del director de una sucursal bancaria, cuyo mundo se derrumba en apenas 24 horas. Un hombre de 44 años con un matrimonio estable, aunque desgastado y mancillado por varias infidelidades; una hija adolescente, que por supuesto odia un poco a su progenitor, y estatus económico bastante desahogado, que ha conseguido en parte gracias a un progresivo deslizamiento hacia el lado oscuro de las finanzas. “Este personaje me venía muy bien para reflexionar sobre los límites éticos -apunta Roca-. Él dice en un momento dado que lo peor que ha hecho en su vida, lo ha hecho dentro de la legalidad. Vivimos dentro de un sistema en el que hacer lo que se supone que tienes que hacer no te garantiza que estés cumpliendo ningún estándar de pulcritud. Es más, incluso te obliga a hacer las cosas de una forma poco ética. En la novela Pablo está incómodo, pero ha hecho todo lo que se supone que tenía que hacer: tener un trabajo, crear una familia y ser buen padre. Básicamente, lo que hace a lo largo del libro es quitarse la presión social; solo al quitarse el corsé puede empezar a vivir. Quise que mi protagonista trabajase en un banco porque así lo situaba en el meollo de muchas cosas de las que me interesaba hablar. Quería que la novela fuese un poco incómoda. Es muy crítica, pero es una crítica de la que no me excluyo. De hecho, aunque no me parezco en nada a Pablo, sí que comparto muchas de las reflexiones que hace cuando estalla. Las crisis nos hacen reflexionar mejor”.

Las dificultades de la primera persona

Una de las advertencias que le hicieron a Pau Roca cuando presentó las primeras páginas de la novela estaba relacionada con las dificultades inherentes a la utilización de la primera persona en la literatura. “Yo no había caído en que cuando utilizas la primera persona, todo el mundo da por hecho que el protagonista eres tú”, apunta.

Este hecho es un “problema” añadido cuando el autor es una persona más o menos conocida en otros ámbitos, y recordemos que Pau Roca lleva casi tres décadas grabando discos y presentándolos en directo por todo el país y parte del extranjero. Para tratar de evitar ese tipo de confusión, decidió ubicar la historia en un ambiente completamente distinto: Madrid y el mundo de la banca. “Aparte de eso, me di cuenta de que la primera persona es muy agobiante en el sentido de que todo lo que pasa en el libro lo tiene que pensar o ver esa persona. El “yo” implica para el escritor empacharse de esa persona, lo que me ha obligado a aprender y utilizar bastantes trucos literarios. El narrador omnisciente te da mucha más libertad”.

Efectivamente, Roca no ha elegido el camino más fácil para su debut literario. “Mi editora me dice que hago lo fácil, difícil,y lo difícil, fácil. Al parecer, los diálogos son lo que más le cuesta a los escritores que empiezan, y sin embargo a mí me salen de forma bastante natural. Lo mismo ocurre con los personajes, que a la gente les cuesta trazarlos bien. Pero, por otra parte, yo tiendo a meter la pata en cosas que en principio son más sencillas. Por ejemplo, mi editora me señaló varios fallos de raccord…digo que un personaje sale de la cafetería, cuando se supone que estaba en una casa, o presento a alguien dos veces. Es que soy muy despistado” (ríe).

En términos generales, nos dice el autor, “ha sido una experiencia exigente, pero divertida”. “Este libro me ha permitido pensar mucho, sobre todo en los tiempos muertos cuando viajábamos en furgoneta entre concierto y concierto. Seguí el consejo que escuché a García Márquez en un documental; decía que las novelas hay que pensarlas antes de escribirlas” señala Roca, cuyos otros referentes literarios incluyen a Ian McEwan, James Salter, Herman Koch y Maggie O’ Farrell.  

Alrededor del drama personal de Pablo, están las historias de amor. Se describe la forma silenciosa, progresiva y casi imperceptible en la que muchas relaciones van perdiendo fuelle con el paso de los años. Se habla de cómo la necesidad de sentirse deseado lleva a la infidelidad dentro de los matrimonios convencionales. Pero, ante todo, la novela otorga mucho peso al amor paternofilial. El detonante de la explosión emocional del protagonista -que tendrá consecuencias importantes- es precisamente su preocupación ante el hostil comportamiento de su hija, que él no comprende. “Por circunstancias personales, convivo con un preadolescente y una adolescente, y eso te mete de lleno en una vida de padres e hijos que me apetecía explorar. Yo, desde mi condición de padrastro, creo que veo todo este tema desde una posición privilegiada, porque no tengo la ceguera de los genes. Para contar mi historia, me venía bien que la línea de flotación de la vida perfectamente controlada de Pablo fuese el amor. Ese tipo de amor irracional e incondicional que se siente por los hijos”.

Rodrigo Rato, un secundario estelar

Foto: Jordi Santos

Quien haya tratado personalmente a Pau Roca sabrá que es un tipo con bastante sentido del humor. De ahí que no extrañe la carga de ironía que destilan algunos de los pasajes de la novela. Una ironía un poco malvada por momentos, sobre todo hacia su protagonista. 

Del mismo modo en que Lola Flores “se coló” en la última novela de David Mr.Perfumme, Gordo de porcelana, en Un día en la vida, Pau Roca se anima a ficcionar con un personaje real. En su caso, el ex banquero y ex vicepresidente del Gobierno caído en desgracia carcelaria Rodrigo Rato. “El personaje de Rato me interesa ahora más que cuando estaba en política. Creo que debe ser bastante interesante hablar con él; me pregunto qué cosas puede contar de ese extraño viaje personal que le ha llevado de representarnos en Europa a verse a sí mismo entre rejas. La verdad es que me encantaría mandarle una copia del libro. No creo que se enfade, tampoco me paso mucho con él. Le trato incluso con un poco de comprensión” (ríe).

Por último, hablemos de música, aunque sea para comentar las escasas referencias musicales que aparecen en el libro. De nuevo, una decisión deliberada del autor para escapar del cliché del músico metido a novelista. “Al principio no quería incluir ninguna alusión musical, y al final sí que lo hice, pero solo como pinceladas para subrayar alguna escena. Soy consciente de que las primeras personas que se van a acercar a leerla son aquellas que siguen a mis grupos musicales. Espero que me den un voto de confianza en la literatura, ¡aunque no les hable de los Smiths!”. 

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