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vals para hormigas  / OPINIÓN

Pedimos mal los deseos 

8/01/2025 - 

A ver, que quede claro, hacemos las cosas mal. A seres con poderes mágicos como Papá Noel o los Reyes Magos les pedimos regalos factibles: una bicicleta, un libro, dos noches en una casa rural cercana. A la vida real, o al futuro inmediato del año que acabamos de desempaquetar, le exigimos lo imposible: la paz mundial, hacer ejercicio y dejar de fumar o que Alicante tenga un nuevo plan general urbanístico. Así no vamos a arreglar jamás el planeta. Lo sensato sería que los magos de oriente insuflaran sensatez entre los líderes mundiales para que Israel dejara de destrozar Palestina o para que Putin y Trump guardaran en un cajón sus ansias expansionistas. Y que a 2025 le rogáramos la entereza suficiente para conseguir una mejora de sueldo, memoria para no olvidarnos de reciclar los residuos domésticos o tres pares de calcetines, que nunca vienen mal. Como de sensatez ando escaso, y para no alejarme demasiado de la rutina, yo también voy a pedir un deseo inalcanzable para el año entrante. Total, peor no va a ponerse el orden mundial que se avecina. Quiero que exista James Bond.

No el cinematográfico, que de eso ya se encarga la familia Broccoli, productores de la saga. Un Bond real. Un agente secreto, me da igual la nacionalidad, la raza o el género, capaz de enfrentarse a Elon Musk, a quien se le está poniendo cara de Goldfinger. El millonario sudafricano tiene más dinero que cualquier villano que se haya enfrentado a Sean Connery y el resto de intérpretes de 007. Está más iluminado que ninguno. Y, lamentablemente, ha logrado poner a su alcance los medios necesarios para el control del planeta. Domina las telecomunicaciones, tiene pase VIP en el Despacho Oval de la Casa Blanca y pretende colonizar Marte sin que ningún humano, o institución pública, le ponga restricciones. Con muchas menos piezas, Ian Fleming montó un Lego del Doctor No. Necesitamos que alguien que beba Dry Martini mezclado, no agitado, conduzca un Aston Martin y sea capaz de aterrizar en una balsa rodeada de cocodrilos tras lanzarse en salto base desde las Torres Petronas de Kuala Lumpur le pare los pies. Parece exagerado, pero Kubrick ya nos enseñó en Teléfono rojo: volamos hacia Moscú que una guerra nuclear puede comenzar porque a un general se le vaya la cabeza y crea que los comunistas están contaminando el agua potable. Y conspiranoias más raras se ven cada día en las redes sociales.

Una vez con la lista de deseos para 2025 completada, ya ven que pido poco, lo que me queda para este primer vals del año es girar en torno a lo posible en compás de tres por cuatro. Podemos exigir mayor responsabilidad a nuestros políticos. Más capacidad de diálogo, más voluntad de consenso, menos crispación. Podemos conducir con precaución incluso en patinete, no ensuciar las calles, disminuir nuestro consumo de plástico. Podemos saludar a nuestros vecinos, apartar a nuestros hijos de las pantallas (no de la grande, la del cine), disfrutar de un martes por la tarde, rentabilizar un alquiler barato y de larga duración. Podemos reírnos de lo que nos dé la gana y aceptar que otros también lo hagan. Podemos vivir en otros países y aceptar que otros también lo hagan. Podemos atemperar la arritmia del planeta. Solo hace falta un poco de voluntad. Y podemos apuntarnos a lo de los tres pares de calcetines, que nunca vienen mal.

Feliz 2025.

@Faroimpostor

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