VALENCIA. Entrevistar a Pepe Moreno (Almàssera, 1954) es perder el tiempo. Es mejor dejarle hablar y deleitarse con una conversación en la que las anécdotas sobre los cómics de los 80 y el nacimiento de la era digital se van sucediendo sin orden ni coherencia temporal. “Yo es que no hablo de manera lineal”, explica. Fue uno de los protagonistas de esa época, pero lo cuenta como si pasara por ahí, sin darse humos. De repente habla de cuando conoció a Will Eisner y luego pasa a recordar su época en la editoral Warren y, por el camino, una cosa que le pasó en un Rolls Royce con el hermano de una novia que tuvo de camino a San Francisco. ¿De camino a San Francisco la novia o lo que le pasó? Da igual, ahora está contando cuando aprendió a tocar el bajo para tocar con Chris Isaak.
Moreno firmó Batman: Justicia Digital (1990), el primer cómic generado íntegramente por ordenador, hizo volar las Torres Gemelas con su antihéroe Rebel en 1984, y fue un pionero de los videojuegos. Pero dice que su único mérito es “ser un valenciano, y por lo tanto un cabezota que no para hasta que las cosas le salen”. Este jueves, a las 19 horas, dará una charla sobre su trayectoria en la galería Pepita Lumier (C/ Segorbe, 7. Valencia) y explicará todo eso y más. Por ejemplo, su proyecto de plantar chufa en California e inundar EEUU de horchata.
Vamos por partes. Con 23 años y la mili recién acabada, intenta ganarse la vida como dibujante. Había conocido al José Ortiz, Luis Bermejo, Miquel Quesada y otros maestros afincados en Valencia, pero él se ganaba la vida como DJ en Barraca y dibujaba para S.O.S., una especie de Creepy que editaba la Editorial Valenciana. De vez en cuando también hacía algo para Pumby y para Star; la primera, una revista para niños; la segunda, el buque insignia de las publicaciones underground españolas.
En 1977, la casualidad le lleva a EEUU. Conoce a una americana en una parada de autobús, se lían; ella le invita a pasar las navidades a Cleveland y él acepta. “Yo no hablaba ni papa de inglés, pero me llevé mi portafolios por si acaso. “Un día”, cuenta, “el hermano de la chica -que se había forrado con una empresa pionera de telefonía- me dice que me vaya con él a Manhattan y vino el tío a recogerme con un Rolls Royce del año 36”. Aprovechó el paseo para ofrecerse a Marvel, DC y Warren (que era como ser cura y publicar en la Biblia).
Cuando llegué a EEUU no sabía lo que quería hacer, pero tenía claro lo que no quería
“Yo prefería trabajar, como muchos españoles que ya lo hacían, para Warren. En Marvel se reunió con un capullo y al cabo de un rato se levanta y dice que va a venir a hablar conmigo su jefe, que era otro capullo. Y este luego me dice lo mismo, y entra el tercer capullo… y así hasta seis capullos. El problema, que también lo tuvo con DC, es que solo querían superhéroes con leotardos y yo no sabía qué quería hacer, pero tenía muy claro lo que no quería”.
El caso -no está claro cómo porque ha cambiado de tema varias veces- es que acaba en San Francisco dibujando para Nart, otra publicación mítica, pero lo más importante es que empieza a hacer pósters para conciertos. “Todo se hacía a mano y ya había fotocopiadoras en blanco y negro, que no podían ni ampliar, pero yo intuí que el futuro iba por ahí, y el tema de la composición me empezó a interesar”, explica con unos originales de Paco Roca como testigos.
Luego, vuelve a la Gran Manzana. Conoce al entonces guionista Archie Goodwin con el que saca Generation Zero y que se publicó en Epic, una revista de Marvel que aspiraba a hacerle la competencia a Heavy Metal. Con esta también colabora y es lo que le permite conocer al editor francés Albin Michel, que le servirá de trampolín para publicar en Francia e Italia). Poco después nace el personaje del que más orgulloso se siente: Rebel, que en España fue publicado por Toutain en Zona 84.
Batman: Justicia Digital
Gracias a Goodwin, que recién ascendido a editor jefe de Marvel, conoce a otras dos leyendas que también cortan el bacalao en la Casa de las Ideas: Jim Shooter y Jim Starling. “Estos tenían buenas ideas, pero el problema es que a mi me gustaba narrar historias y ellos querían superhéroes. Entonces yo les contaba un posible guión muy elaborado, con su cliffhanger y todo, y me decían que sí, pero con superhéroe. Y yo pensaba ¿dónde está el cliffhanger, si cuando sale un superhéroe se acaba la intriga, porque siempre ganan con un superpoder que se sacan de la manga? Y me daban la razón… pero con superhéroe. Nada, que era imposible ponerse de acuerdo”.
Mientras sigue vendiendo historias aquí y allá, cada vez está más interesado por los ordenadores y experimentado con las nuevas tecnologías. Años antes, dos jóvenes (Mike Saenz y Peter Gillis) han sacado Shatter para la independiente First Comic, en la que por primera vez se ha utilizado una computadora. El futuro esta ahí.
Y llegó la oportunidad: el 50 aniversario del nacimiento de Batman. “Tuve la ocasión de proponerle a Paul Levitz [otra leyenda del noveno arte] lo de sacar algo especial, el primer cómic generado por ordenador y aceptó. Una año más tarde salía a la venta Batman: Justicia Digital (1990) basado en un juego que Moreno había pensado para su Apple Macintosh II.
“En 1986 había salido el Dark Night de Frank Miller y en 1989 Dave McKean y Grant Morrison publicaron Arkham Asylum: Una casa seria en una tierra seria, así que un proyecto sobre un futuro decadente y dirigido a un público adulto les pareció buena idea a los de DC. Pero el grifo de la creatividad se cerró con el éxito del Batman de Tim Burton ya que se dieron cuenta de que era una máquina de hacer dinero y los experimentos dejaron de interesarles”.
Hacer Justicia Digital fue una proeza en una época en la que los ordenadores no tenían disco duro (luego llegaron los externos) y que había que dibujar mirando a la pantalla (y no al papel) mientras se utilizaba ¡un ratón! En cada disquette cabía una o dos viñetas que luego se montaban y conseguir el fotolito era todo una hazaña.
La solución vino de la editorial Anaya que, por la época, tenía un ingeniero joven que entendió que el futuro era digital. “Me fui a su casa 15 días y gracias a él pudimos hacer los fotolitos. Fue una locura porque teníamos dos semanas para conseguir cien páginas y solo podíamos trabajar cuando se acababa la jornada laboral y las máquinas no se usaban. Cada página tardaba día y medio en procesarse. Ya sé que no salen los números, pero al final lo conseguimos”. Sin acreditar, un año más tarde participó en la respuesta de Marvel, Iron Man:Crash, de Mike Saenz, “pero ahí acabamos haciendo páginas a mano dibujadas como si fueran por ordenador”, recuerda.
Una nueva era
Y así es como se escribió uno de los primeros capítulos de la era digital. “Me acuerdo que una vez me senté con los directivos de Forbes, porque iba a trabajar para ellos, y cada uno dio su versión sobre cómo sería el futuro de la tecnología digital. Estaba claro que no tenían ni idea. Pero había un montón de gente joven que lo teníamos muy claro, y que íbamos probando cosa, como las separaciones de color o el uso de vectores, que luego compraban los de Photoshop”. Todo era tan precario que “cuando Commodore quiso hacer su primer anuncio digital por ordenador me llamaron y acabé haciéndolo mano pero en plan píxeles”, cuenta.
La conversación sigue y pasa de los cómics a los primeros videojuegos como HellCab (1993) “del que se llegaron a vender más copias que aparatos había para reproducirlo” y, más adelante Panzer Killer y Beach Head, uno de los primeros shooters de la historia, “que fue el peor juego del año para la revista PC y el más vendido”. Solo con recordar los cheques de aquella época se le iluminan los ojos.
Pero el que quiera enterarse más que vaya a su charla. Solo por saber cómo será el Beach Head Gear VR4D para móviles valdrá la pena. Por eso, y por conocer otro montón de anécdotas sobre cómo nacieron los videojuegos y cómo empezaron a hundir la industria del cómic. “Me temo que algo tuve que ver”, bromea.
¿Y qué era eso que decía de Chris Isaak? “Antes de ser conocido el tipo era dibujante, boxeador y cantante, pero era un tipo muy fino, así que creo que por eso se dejó el boxeo. Acababa de formar una banda y como se había quedado sin bajo me pidió que le ayudara y yo, que no tenía ni idea, empecé a aprender. Yo sólo estuve una semana o así con él porque era un creído. De hecho, cuando empezó a hacerse famoso tiró a toda su banda y la sustituyó por tíos feos para que nadie le hiciera sombra”, recuerda.