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LA VIDA A CARA O CRUZ / OPINIÓN

Perro, gato, pan y huevos 

26/04/2023 - 

VALÈNCIA. Ando torrezno en un bar y me ha dado por pensar en cuál es mi función junto al resto de humanos, si como individuo aporto o sólo resto. Mientras discurro, pido al camarero: «Por favor, un par de huevos fritos, sin guarnición de ninguna clase, y sí, una barra de pan, que sin pan los huevos no son nada. Gracias». 

Analizando el comportamiento de mis conocidos, tengo elementos para ciertas observaciones. Por supuesto hay excepciones.

Sé que los huevos cocidos aportan más proteínas y menos calorías que los fritos, pero es que nada hay como mojar en un huevo al punto de sal, así que pido más pan.

Me doy cuenta de que ahora los intelectuales tienden a ser tímidos, inconformistas, solitarios, tolerantes y, también, creativos, sentimentales, autosuficientes y con tendencia a inventar historias que nunca vivirán. Pocos fuman, aunque algún cigarro cae de vez en cuando y, ¿por qué no?, también algún porrete.

A la hora de criticar suelen meterse con los defensores de la libertad,  esos tradicionalistas conservadores y moñordos, preocupados en decir a los demás cómo tienen que vivir su vida. Trabajan como autónomos y sin horarios. Suelen ser, o eso creen, entendidos en vino, y se las dan de distinguir añadas, denominaciones y tapones de corcho, aunque también son los mayores bebedores de zumos bajos en calorías y cerveza sin alcohol. Para elegir un arroz, lo prefieren del senyoret, tenedor y emplatado. Y cuando deciden compañía de mascota se inclinan por el gato, animal independiente que necesita de pocas atenciones. 

«Sí, por favor, cuando pueda, ¿me trae otra barra de pan?». Por el contrario, observo que los menos cultos son pragmáticos, tozudos y obedientes, es más fácil no pensar. Cuando se meten con alguien, lo hacen aprovechando su presumible superioridad, utilizando argumentos como la raza, las creencias religiosas o la nacionalidad. Suele ser gente cálida, expresiva y extrovertida, pero incapaz de contar con gracia ni un chiste viejo. Y sí, empresarios con negocio propio y horario, bebedores de cerveza o tinto de verano, acompañando cualquier arroz con cuchara, pero en paella, que así se friega menos. Son poseedores de una inseguridad emocional que les causa vértigo y desequilibrio, por eso encuentran amor incondicional, seguridad y respeto en los perros, su animal de compañía preferido. Son de pareja gastada y resignación y, como en casa, por aquello del olor y la higiene, lo tienen complicado, aprovechan los inevitables paseos con el chucho para fumar y ver cómo hace sus necesidades.

«Otra barra de pan y otra cerveza sin alcohol, gracias».

A estos dueños de cánidos los podría dividir en dos subgrupos: los que poseen título universitario con posgrado y algún máster, que prefieren canes machos de raza, pedigrí y documentación; y los que se quedaron con algún módulo formativo de grado superior en FP, tipo Técnico Superior en Desarrollo AI de Educación Infantil y Animación e Integración Sociodeportiva Web, y si es computable con Gastronomía, mejor, que prefieren perras raza mil leches de ojos saltones a punto de estallar.

«Oiga, los huevos están riquísimos, pero necesito otra barra de pan, si es tan amable…».

«Mire usted, le pongo otra barra de pan, y ya van cuatro, pero, o rompe alguna yema de una vez o le estampo los huevos en la cara».

También están estos, los ignorantes cultivados. Son prácticos, directos, efectivos y de rápida solución. Son más de pollo, conejo y cuchara de madera dominguera. 

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