A juicio de la analista de Orey Financial, las empresas expuestas a las relaciones comerciales con Europa y los países emergentes podrán ser las más penalizadas
MADRID. A pesar de que la victoria de Donald Trump ha sido toda una sorpresa para el mercado en general, sus efectos inmediatos han sido esperados aunque en una escala más pequeña de lo previsto.
Donald Trump tiene la intención de hacer que la economía crezca al doble de la tasa actual. Los pilares de su agenda política se basan en una política fiscal expansiva con una disminución de impuestos, el aumento del gasto, las medidas proteccionistas de las restricciones al comercio internacional y la inmigración.
En un momento en que EE UU se encuentra en lo que se considera 'pleno empleo', el nuevo presidente defiende un plan orientado a la keynesiana respecto a la construcción de infraestructuras (carreteras, puentes, redes eléctricas) y de defensa, lo que podría crear una situación propicia a las presiones inflacionarias en el medio plazo.
Este escenario podría beneficiar a las empresas con mayor beta, de carácter más cíclico y algunas materias primas. A medio plazo, si se confirma una política presupuestaria y fiscal expansiva y el nivel de ocupación cercano al pleno empleo, las presiones inflacionistas y la sobrecalentada economía forzarán a la Fed a aumentar los tipos de interés de forma más pronunciada.
En este escenario, aunque debido al aumento en el desequilibrio fiscal de Estados Unidos, se puede observar un incremento en los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, considerando al mismo tiempo, sin embargo, que los niveles de incertidumbre podrían limitar el efecto del aumento de los rendimientos.
También podremos ver un aumento en la demanda de oro como inversión defensiva. Teniendo en cuenta estas expectativas, las utilities pueden ser penalizadas. En menor escala, las materias primas industriales, pueden beneficiarse de las expectativas de una mayor demanda para el plan de construcción de infraestructuras.
Aun así, no esperamos cambios significativos en la política monetaria de la Fed en el corto plazo, por lo que mantenemos las expectativas de que la Reserva Federal podría subir las tasas de interés en diciembre. En este escenario de línea más hawkish, con la aparente estabilización de los niveles de incertidumbre, el dólar podría apreciarse aún más.
En el contexto del comercio internacional, Donald Trump favorece el proteccionismo, anunciando la necesidad de renegociar la entrada/salida de varios acuerdos comerciales internacionales, así como imponer altas tarifas a la importación. En este escenario, las empresas expuestas a las relaciones comerciales con Europa y los países emergentes podrán ser las más penalizadas. Por otro lado, algunos mercados emergentes también pueden sufrir el impacto de la reducción de los flujos comerciales, siendo México uno de los países más expuestos a posibles medidas proteccionistas.
En este escenario de incertidumbre y el proteccionismo, la consiguiente reducción de los flujos de comercio puede dar lugar a la desaceleración económica de Estados Unidos inicialmente y, posteriormente, al resto de la economía mundial. Sin embargo, en este punto, teniendo en cuenta los niveles de la globalización y los efectos extraordinariamente negativos, es posible que el nuevo presidente pueda tener un enfoque menos extremo siendo moderado por gran parte de su propio partido.
En cuanto a las políticas sociales e inmigración más radicales, también en este caso, el presidente puede enfrentarse a la oposición y temperamento de su propio partido. Sin embargo, el posible control del Tribunal Supremo puede suponer un riesgo para la aprobación de las políticas más controvertidas que están relacionados con la inmigración.
Desde el punto de vista político, la elección de Donald Trump puede ser vista como un voto anti-sistema, similar a lo que ocurrió en la votación en el referéndum británico y antes de las elecciones de la asamblea que tendrá lugar el próximo año en Europa. Creemos que pueden surgir temores de contagio, especialmente en Alemania y Francia, dando un renovado poder a los partidos anti-europeístas. Por tanto, el referéndum que se celebrará en Italia a principios de diciembre ha aumentado el riesgo. Consideramos, que este nuevo escenario podría influir directamente en la intervención de la política monetaria del BCE, que tratará de calmar las voces más críticas.
Desde un punto de vista geoestratégico, aunque se anticipa que EE UU adopte una postura más reactiva que intervencionista, es probable que cambie sustancialmente la relación con los distintos bloques económicos, con un posible debilitamiento de la OTAN. Se podrían ver alteradas, especialmente, las relaciones con Irán, Israel y sobre todo, con Rusia. Por último, Estados Unidos también puede apartarse de los conflictos en los que opera como un aliado, especialmente el conflicto en Siria.
Mientras que los riesgos a corto plazo parecen ser sustancialmente materiales en el medio y largo plazo, el escenario parece ser diferente. No obstante, existe una enorme incertidumbre sobre cómo la economía de Estados Unidos podría evolucionar con la presidencia de Donald Trump y ante el retraso en la especificación de la policía que permita lograr algunos objetivos concretos anunciados. Esta duda puede llevar a las empresas y los hogares a retrasar o reducir el gasto y la inversión. Las consecuencias para la economía mundial tal vez sólo se pueden observar en el largo plazo.
Sin embargo, el control de la Cámara de Representantes y el Senado elimina el punto muerto político que se dio durante los mandatos de Barack Obama y que puede permitir una mayor flexibilidad en la regulación, por un lado, y por otro actuar como un elemento de equilibrio en las políticas más radicales del nuevo presidente. Aun así, lo que va a pasar después dependerá en gran medida de la forma en que la retórica de la campaña se transforme en propuestas políticas.
El sector financiero respirará algo más tranquilo con la presidencia de Trump, ya que era su contrincante, Hillary Clinton, quien defendía en su discurso un mayor poder de los reguladores (SEC). Por tanto, compañías como JPMorgan, Citigroup, Wells Fargo, Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley, BNY Mellon y State Street, las ocho instituciones consideradas de importancia sistémica en EE.UU., pueden verse más beneficiadas.
En lo que respecta a las compañías ligadas al sector petrolero, Donald Trump defiende la ampliación del acceso al sector privado de las plataformas offshore, lo que podría beneficiar a las compañías como Shell, Chevron, BP, Apache y Anadarko.
Marisa Cabrita es analista de Orey Financial