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Pilar Mateo: "El día menos pensado acabo la carrera de piano o entro en un coro"

31/07/2021 - 

VALÈNCIA (EFE/Concha Tejerina). La científica Pilar Mateo (València, 1959) asegura en una entrevista con la Agencia EFE que prefiere la música que invita a bailar, que no le gusta la gente cobarde, que no tiene secretos y que el día menos pensado termina su carrera de piano o entra en un coro a cantar.

Si no se hubiera dedicado a la investigación, ¿qué le hubiera gustado ser?

Quizá arquitecta.

¿Cree en algo o en alguien?

Sí, creo que hay algo por encima de todos nosotros. Pero como dijo Kant, hay un límite en las cosas que los humanos podemos llegar a saber.

Sobre filias y fobias, ¿qué es lo que más odia y lo que más ama?

No me gusta la gente cobarde y valoro mucho a la gente emprendedora que arriesga, sobre todo si son mujeres 'valientAs'.

¿Tiene alguna preferencia literaria?

Me gustan en general los libros de arte y de diseño.

¿Cuál ha sido el último libro que ha caído en sus manos?

'Los Europeos', de Orlando Figes. Es un libro excelente sobre cómo el ferrocarril impulsó el desarrollo de la cultura europea en el siglo XIX

¿Alguna mascota, en la actualidad o en su infancia?

No, porque a los animales hay que darles mucho cariño y dedicarles tiempo, y de eso dispongo muy poco.

¿Qué música no falta en su vida?

La buena música me gusta toda. En general, me gusta la música que invita a bailar.

Cuando tiene un minuto libre, ¿con qué o quién le gusta pasarlo?

Con mi madre. Ella a su edad, y en la situación en la que está, es como si fuera un bebé y disfruto mucho en casa con ella. Aparte, me encanta estar con mi marido, me río mucho con él. Es el cómplice perfecto en mi vida.

Sorpréndanos: el día menos pensado...

Termino mi carrera de piano o entro en un coro a cantar.

¿Qué prefiere, series de televisión o cine?

Ahora, series de televisión. Secuela sin duda de la covid-19.

¿Alguna manía o superstición?

No me gustan los peces en las casas.

¿Teme a algo o a alguien?

Las personas somos memoria. Sin ella, estamos, pero no somos.

¿Tiene tiempo para practicar algún deporte?

No, pero camino mucho.

¿Colecciona algo?

Ahora no. Hace muchos años coleccionaba cucharitas de café de todas las partes del mundo donde iba.

¿Cómo se desenvuelve en la cocina, es cocinillas o prefiere que le cocinen?

Me gusta improvisar en la cocina y lo hago cuando puedo.

¿Su plato favorito?

La paella valenciana.

Foto: EFE/ANA ESCOBAR

¿Cuáles son sus aficiones?

Sobre todo viajar y el diseño de interiores.

¿Tiene algún sueño por cumplir?

Sí, lograr erradicar la transmisión vectorial de enfermedades como el dengue.

¿Cómo quiere que le recuerden?

Como alguien a quien todo el conocimiento le atraía, pero ninguno le ataba.

¿Tiene algún viaje pendiente?

Varios. Me gustaría volver a México, Brasil y a Bolivia. Y conocer Japón, Turquía y Australia.

¿Qué lugar elegiría para perderse?

Uno lleno de gente, como Roma.

Su vida profesional ha sido y es bastante intensa, ¿qué hace para desconectar?

No desconecto casi nunca, porque la creatividad me gusta y siempre la tengo rondando la cabeza. Vivo siempre muy intensamente.

¿Qué tres cosas se llevaría a una isla desierta?

No quiero estar en una isla desierta. La vida tiene sentido en sociedad, no en soledad. Me llevaría cualquier medio de transporte que me sacara de allí.

¿Qué piensa hacer en verano?

Me gustaría poder volver a reunirme con nuestros amigos, sin pantalla telemática de por medio. Y si la situación lo permite, me gustaría ir a Brasil, por un proyecto de control del dengue.

¿Prefiere playa o montaña?

Playa, sin lugar a dudas.

¿Qué es lo que nunca falta en su bolso?

Ja, ja, demasiada indiscreta esa pregunta.

¿Es más amiga de las nuevas tecnologías que de la época analógica? ¿Se mueve bien en las redes sociales?

Cuando empezó internet pensé que no iba a utilizar esa tecnología. Ahora es imprescindible. Me defiendo con lo básico, y en las redes sociales tengo poco tiempo para centrarme en ellas.

¿Cuál es el regalo más especial que le han hecho?

Quizás un tacú de moler maíz, que me regalaron las mujeres guaraníes como agradecimiento por mi labor en contra del mal de Chagas.

¿Tiene algún secreto confesable?

Secreto y confesable son dos palabras que se llevan muy mal; casi tan mal como compaginar la fama con la soledad. No tengo secretos. 

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