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Presenta la novela 'de amor y de guerra'

Pilar Eyre: "Los periodistas engrandecemos los conflictos para llamar más la atención"

9/11/2023 - 

ALICANTE. La periodista y escritora Pilar Eyre confiesa una voracidad lectora con la que devora dos o tres libros a la semana. Intensidad que casi replica como escritora, actividad con la que, además, insiste en ir retratando cada vez más piezas del puzle de un contexto histórico concreto, como es la Guerra Civil y la posguerra. "A veces me preguntan que por qué no escribo de otra cosa, pero es que somos como somos por aquello que sucedió entonces”, explica. Ahora presenta la novela De amor y de guerra, con la que acude a las Veledas literarias del restaurante Maestral este viernes, 10 de noviembre, a  las 20:30 horas. "Aquí se habla de las segundas oportunidades", sentencia.

— Como periodista, haber seguido tanto a la Familia Real, ¿te ha servido para avivar la imaginación y la inspiración en tus novelas? 

— Todo lo que sea tener activa la mente, pues, redunda luego en tu trabajo. Sobre todo, cuando te dedicas a este tipo de trabajo. La Familia Real es un sujeto más de mi área de interés. Me gusta mucho la historia, por eso he escrito mucho sobre el franquismo, la Guerra Civil y la posguerra. Con todas las piezas del puzle, pues, trato de reconstruir una época que yo no viví y que la mayoría de nosotros no hemos vivido, pero que continúa presente en nuestro ADN. Las generaciones posteriores continuamos todavía con la huella de aquella época.

— E insistes en ese contexto ¿Por qué lo eliges de nuevo para esta nueva novela?

— A veces me preguntan que por qué no escribo de otra cosa que no sea la Guerra Civil, pero es que somos como somos por aquello que sucedió entonces. Nos sigue influyendo. Ahora que estoy haciendo la gira con el libro, me entrevistan periodistas muy jóvenes y todos me cuentan una historia de la Guerra Civil, sobre algo de sus abuelos o bisabuelos. En nuestra generación, todavía hay una huella de aquellos años y lo que yo quiero es retratar a las personas corrientes en el marco de esos hechos históricos. No los hechos en sí, sino cómo influyeron en personas corrientes.

Parece mentira, pero es algo que sigue influyendo, y a mí me interesa contar el punto de vista de la gente corriente, como son los personajes del libro. De amor y de guerra tiene un marco histórico potente, pero, realmente, las historias humanas son la columna vertebral del libro: el amor, la fraternidad, el compañerismo, la amistad. Todas esas cosas que hacen que la vida sea más grata.

— Dices que somos lo que somos por aquello que sucedió. ¿Encuentras en este momento algún paralelismo o similitud con aquel tiempo?

— El otro día, un gran amigo mío me llamó y me dijo que no había podido dormir en toda la noche, leyendo este libro. Me dijo que le había dejado un regusto extraño porque añoraba esa época en la que sucedía todo aquello, pero, al mismo tiempo, había solidaridad, fraternidad, ganas de ayudar a los demás, de vivir y dar la vida por tu familia o tus amigos. Entonces, me hizo pensar que, en este momento, esas dinámicas sociales no se dan en nuestro país.

Hay unas horribles carnicerías en diferentes puntos del mundo. Hay quien piensa que viene otra Guerra Civil, pero ya tenemos la guerra en las puertas de Europa. No son hechos del pasado, sino del presente. Parece mentira que no hayamos aprendido de los errores del pasado y sigamos cometiendo los mismos errores, tropezando con las mismas piedras.

— ¿Ves aquí, en España, errores similares, entonces? ¿Las mismas piedras?

— No sé. Cuando miras las noticias, parece que el mundo está en guerra. Ayer estuve en Madrid y, cuando volví a Barcelona, miraba los periódicos o las redes sociales y parecía que Madrid estaba levantada en armas. Yo estuve allí todo el día y la verdad es que no me di cuenta de eso. Por no decir que hay gente que habla de Cataluña sin haber puesto nunca los pies allí, así que no sabe cómo se vive en Cataluña. Creo que mucha culpa de lo que ha pasado la tenemos, en parte, los periodistas, que lo engrandecemos todo. Y no en plan conspiranoico, sino para tener más repercusión, audiencia o lectores. Para llamar más la atención, tenemos que engrandecer los conflictos, pero, bueno, creo que la convivencia y la democracia están a salvo. Es lo suficientemente fuerte como para que no pase nada. Al menos ese es mi deseo.

— Lo importante es que no perdamos la capacidad de amar, como le sucede a Román, el protagonista del libro. ¿Cómo se puede recuperar, para no estar muerto en vida?

— Esa es una de las características del libro. Es algo que me dicen los lectores, porque, cuando publicas un libro, ese libro ya no es tuyo sino de los lectores y de sus interpretaciones. Unas observaciones que, a la hora de escribir, quizás no eran tu intención, pero sí se reflejan ahí. Y aquí se habla de las segundas oportunidades.

Cuando parece que no puedes volver a amar, entonces te vuelves a enamorar. Cuando parece que no puedes sufrir otra guerra, entonces te vuelves a meter en otra. Cuando parece que no puedes tener más hijos, entonces te llegan nuevos hijos. Así es la vida, que sorprende y, si no fuera así, quizá no se podrían soportar estas enormes tragedias. Es como una compensación a nivel humano. En los momentos más tremendos es cuando más necesitas enamorarte.

Hay un momento del libro en el que Román canta “solamente una vez…”. Entonces, él mismo reflexiona y piensa que una sola vez es muy poca cosa. El contexto es muy duro, pero es un libro muy luminoso porque todos los personajes, al final, encuentran su sitio. Se construyen su propia vida y tienen un futuro que, a lo mejor, en el principio del libro, quizá no parecía posible.

— ¿Y esa luminosidad es a propósito o te sale sola?

— Si los personajes están bien construidos, si has hecho personajes de carne y hueso que casi se pueden tocar, que evolucionan, entonces, ellos te van señalando el camino. A veces pasan cosas como que un personaje que es malo y que tiene que suicidarse a mitad del libro, luego no le dejo que lo haga porque yo no puedo retratar personajes antipáticos que me caigan mal. Yo estoy un año y medio conviviendo con ellos y no podría estar con un personaje que no me caiga bien. Por eso, la gente empatiza con todos ellos. Entonces, cuando los personajes están bien construidos, si les obligas a hacer cosas que no están en su naturaleza, te sale mal y se ve que es postizo. Se ven las costuras.

— Es curioso eso de que no puedas convivir con personajes antipáticos…

— Me pasa también como lectora. Yo leo dos o tres libros a la semana. El otro día estaba con uno que estaba bien construido y escrito, y era de un escritor solvente, pero tuve que dejarlo en la página treinta porque los personajes eran desagradables. A mí me gusta que, aunque sean malos, puedas empatizar con ellos. Escribí una biografía de Franco y, mis compañeros de izquierdas, periodistas de extrema izquierda, me decían que no querían leerlo porque hasta él podría caerles bien si yo lo retrataba, y me decían: “Si hubiésemos tenido la infancia de este hijodeputa, todavía habríamos sido más hijodeputa que él”.

Me gusta explicar a los personajes. No justificarlos, pero sí explicarlos. Por eso es importante sean verosímiles. De hecho, todavía me preguntan de vez en cuando por algunos personajes de libros pasados, echándoles de menos, pero son personajes de ficción que no volverán. Tuvieron su momento y no volverán a aparecer en otros libros. Han muerto.

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