VALÈNCIA. La contaminación acústica se ha convertido en un problema ambiental y sanitario de primer orden en muchas ciudades, y la autovía CV-35, conocida popularmente como la Pista de Ademuz o Pista de Liria, es un claro ejemplo de esta problemática. Este eje de comunicación, que une València con Llíria, atraviesa varios municipios y afecta a miles de vecinos con su ruido constante.
La CV-35 es una de las principales arterias de salida de la capital de la provincia y conecta València con su área metropolitana. En su recorrido desde València hasta Casinos, la autovía se ensancha y estrecha, comenzando con seis carriles y variando hasta cuatro en diferentes tramos. Esta infraestructura no solo facilita el tránsito diario de miles de vehículos, sino que también soporta un tráfico logístico significativo debido a la presencia de importantes polígonos industriales y comerciales.
Sin embargo, es justo esa presencia constante de coches, camiones y motocicletas la que genera niveles de ruido que superan los umbrales permitidos por la normativa española. Según se desprende del estudio de la cuarta fase del mapa de ruido de las carreteras autonómicas, no hay otra carretera de propiedad autonómica en la Comunitat Valenciana que afecte tanto a su entorno, posicionándose como la tercera que más daño causa. Una situación afecta a 2.875 personas y a 11 centros educativos y 35 sanitarios, ubicados en municipios como Burjassot, Paterna, La Pobla de Vallbona y L’Eliana.
La situación se ha agravado por la expansión de las infraestructuras y servicios en los municipios colindantes. Asimismo, el desarrollo de nuevas áreas comerciales y residenciales ha llevado a un incremento significativo del tráfico y ha aumentado la presión sobre la CV-35.
Las mediciones acústicas realizadas en la zona han demostrado la necesidad de implementar medidas de protección. Algunas de estas actuaciones ya se han llevado a cabo, como la instalación de pantallas acústicas en las proximidades del Liceo Francés, el CEIP La Lloma Llarga, el IES de San Antonio de Benagéber y el Hospital Intermutual de Levante. No obstante, estos esfuerzos no han sido suficientes para mitigar todas las problemáticas relacionadas con el ruido.
En Burjassot, el sonido de la circulación afecta a 9.400 personas, de las cuales 2.200 sufren niveles que superan los 65 decibelios de promedio diario, según las mediciones de la empresa especializada Acusttel. En esta área, se encuentran 13 edificios sensibles, incluyendo una escuela infantil, dos colegios públicos y dos institutos.
En concreto, el barrio de Mas del Rosari se encuentra en una posición más baja que la carretera, lo que aumenta el riesgo de accidentes graves si algún vehículo se saliera de la vía. Asimismo, el barrio Lucense también sufre altos niveles de ruido, afectando la salud y el bienestar de sus residentes.
La demanda de reducir el ruido en Burjassot es una reivindicación histórica de más de 20 años. La carretera CV-35 atraviesa el municipio, con edificios residenciales, instalaciones de la Universidad de Valencia y la Feria de Muestras expuestos a niveles de ruido perjudiciales. Además, el barrio Lucense sufre altos niveles de decibelios que afectan negativamente la salud y el bienestar de sus habitantes.
A lo largo de los años, se han planteado diversas soluciones para reducir el ruido, desde la bulevarización de la vía hasta la instalación de barreras acústicas. Sin embargo, complicaciones arquitectónicas como la cercanía del tranvía y la inclinación de la zona han clasificado estas actuaciones como "soluciones complejas". La última propuesta del Ayuntamiento de Burjassot es la instalación de un radar para reducir la velocidad en el tramo, una medida que podría ser más viable dada la complejidad de otras soluciones.
En este contexto, el pleno municipal de San Antonio de Benagéber aprobó por unanimidad el pasado lunes 3 de junio una declaración institucional para exigir la instalación de nuevas pantallas acústicas junto a la CV-35. Esta medida busca reducir la contaminación acústica en las urbanizaciones de Montesano y Colinas de San Antonio, áreas especialmente afectadas por el ruido.
La iniciativa surge de las reivindicaciones de tres entidades vecinales: las asociaciones de vecinos de Montesanos y el Pla del Pou junto con Colinas Actúa. La moción pone de relieve la necesidad de reducir los niveles de ruido en las áreas de Montesano y Colinas de San Antonio. Cabe destacar que otras zonas del término municipal ya cuentan con este tipo de infraestructuras para mitigar el impacto del tráfico en la autovía.
La declaración reclama la colocación de pantallas acústicas en la franja de la CV-35 que colinda con el recientemente construido CEIP La Sabina de Montesano, donde también se prevé la construcción del nuevo instituto. Además, se solicita la ampliación de estas medidas a la zona residencial de Colinas, donde se encuentran dos residencias de personas mayores.
El Ayuntamiento de San Antonio de Benagéber y las agrupaciones vecinales impulsoras de la solicitud confían en que la Generalitat Valenciana atienda esta demanda y tome las medidas necesarias para mejorar la calidad de vida de los vecinos del municipio.
En Paterna, la autovía se adentra a partir del P.K. 5,000, siendo el barrio de Valterna el más cercano a la carretera. La CV-35, con sus tres carriles en cada sentido, es una de las principales entradas y salidas de la ciudad, lo que provoca atascos diarios y un flujo constante de tráfico. En muchos tramos, las viviendas están a menos de 50 metros de la carretera, exponiendo a los vecinos a altos niveles de ruido.
Los residentes han solicitado repetidamente soluciones para mitigar la contaminación acústica, pero hasta ahora, las medidas han sido insuficientes y la situación sigue siendo crítica, con los vecinos de Valterna esperando respuestas efectivas para mejorar su calidad de vida.
La legislación española reconoce la contaminación acústica no solo como un problema ambiental, sino también como un grave problema sanitario. El ruido excesivo limita los niveles de bienestar y calidad de vida de la ciudadanía, afectando incluso su productividad y economía. Mientras las autoridades y la empresa concesionaria trabajan en soluciones a largo plazo, los residentes de los municipios afectados continúan lidiando con los efectos diarios de esta 'pesadilla acústica'.