VALÈNCIA. Cuando Podemos firmó el Pacte del Botànic, y permitió con ello la investidura de Ximo Puig como president de la Generalitat Valenciana, así como la conformación de un Gobierno en coalición, decidió no entrar en las instituciones para "vigilar" la acción del Consell. Los morados apostaban por ejercer de socio crítico parlamentario. Una posición que, a su juicio, sería más que suficiente para que se fuese riguroso en los tiempos y compromisos adoptados en el acuerdo rubricado. De no hacerlo, no obstante, las consecuencias serían gravísimas: los ocho apoyos necesarios de los morados para mantener el Gobierno, se caerían. Y los cimientos del Ejecutivo valenciano, comenzarían a tambalearse.
Durante el primer año y como pasa ante cualquier cambio, tanto los Podemos como PSPV y Compromís debieron adaptarse a su nuevo rol. De ser oposición o ni siquiera tener representación parlamentaria en Les Corts, a ocupar la Generalitat y gestionar la transición de gestión de la etapa de los populares a la suya. En definitiva, se trataba de asentarse en la administración, ubicarse y conocer el estado de cada una de las cuestiones.
Con esta premisa, la formación morada fue más laxa en este papel de Hermano Mayor durante los primeros quince meses de gestión del Botànic. Una actitud, sin embargo, que generó malestar en el seno del partido de los círculos. Las propias bases le afearon al líder del partido, Antonio Montiel, que estaba siendo "poco exigente" con el Consell. Y ante una incesante e incómoda oposición interna, en el primer Debate de Política General, el también síndic de Podemos en Les Corts salió al atril del hemiciclo a recordarle al Consell que el Pacte del Botànic no había sido "un cheque en blanco".
Pese a aquel tono y que en los próximos meses la intensidad y periodicidad de las críticas al Ejecutivo valenciano eran mayores, la presión interna hizo que descartara presentarse de nuevo a la secretaria general del partido que dirigió durante dos años. Antonio Estañ, uno de los diputados críticos con su liderazgo, se convirtió en su sucesor tras el Vistalegre valenciano celebrado el pasado mes de mayo. Su candidatura estaba conformada por aquellos que exigían más dureza con el Consell.
De hecho, antes siquiera de salir electo y de verse "obligado" a ocupar la sindicatura también del grupo parlamentario tras la marcha de Sandra Mínguez, ya advirtió de cuál iba a ser su hoja de ruta como nuevo dirigente morado. La primera de sus políticas sería convocar a la comisión de seguimiento del Botànic para que se pudiera realizar una auditoría ciudadana sobre el grado de cumplimiento de los compromisos que se adquirieron en el pacto.
Desde entonces, los desencuentros tanto con el Consell, como con los grupos parlamentarios que lo sustentan, no han dejado de producirse. El primero de los encontronazos fue con el grupo del PSPV en Les Corts, a cuenta del apoyo a la moción de censura a Mariano Rajoy que planteó Pablo Iglesias en el Congreso.
Los morados presentaron una Proposición No de Ley que pedía al Consell instar al Ejecutivo central a que impulsara "los mecanismos de responsabilidad política que prevé la Constitución de continuar tal situación de excepcionalidad democrática y de emergencia social". La redacción no aclaraba si esos mecanismos eran una cuestión de confianza o moción de censura, por lo que si no lo modificaban, el PSPV se abstendría. A cuenta de aquello, incluso, la formación llegó a deslizar -aunque no prosperó- la posibilidad de someter a una cuestión de confianza a Ximo Puig.
Apenas dos meses más tarde, cuando el jefe del Consell y la vicepresidenta, Mónica Oltra, detallaron los logros de las distintas consellerias desde que la Generalitat cambió de color, Montiel -en calidad todavía de síndico en Les Corts- y Estañ como secretario general emitieron un comunicado en el que se desmarcaron del análisis "triunfalista" del Ejecutivo valenciano.
Tras aquellas críticas, Podemos continuó con el camino establecido por la nueva dirección y continuaba apretando al Consell: Estañ les recordaba que a principio de legislatura se acordó acabar con el "modelo ineficaz de las Diputaciones" y veía "urgente" acometerlo.
Su distanciamiento con el Consell, también se dio con movimientos en las últimas Juntas de Síndics, en las que se alineó con PP y Ciudadanos para hacer comparecer a Puig en la sesión de control apenas unos días después de celebrarse el Debate de Política General.
Pese a todo, los desencuentros han sido de mayor intensidad. La propuesta de resolución que instaba al Consell a implantar la tasa turística en el territorio, ha distanciado aún más a Podemos del Ejecutivo valenciano. El marcaje de esta como una prioridad a atender si el Consell quiere ver aprobadas las cuentas autonómicas del próximo ejercicio, aprieta y casi ahoga a un PSPV que tiene reticencias a darle luz verde -si bien matizan que su "no" es a que ésta sea de carácter autonómico- tras los antecedentes en Baleares. El gobierno de progreso de 2003, encabezado por el socialista Francesc Anrich, perdió las instituciones a cuenta de este impuesto.
Tampoco ha ayudado a normalizar o calmar el ambiente la cuestión catalana. Los morados, como Compromís, se han opuesto a la aplicación del 155 de la manera dura que definió Rajoy el pasado sábado después del Consejo de Ministros, mientras los socialistas valencianos apoyan los postulados nacionales de su partido. En ese sentido, de hecho, se pronunció el secretario de Organización José Muñoz, al decir que Cataluña debía convocar elecciones. De lo contrario, dicho artículo de la Constitución Española era el único remedio previsto para "devolver la normalidad democrática" a dicha autonomía.
Para rematar el embrollo, Podemos anunció este martes que en las "circunstancias actuales" no apoyaría los Presupuestos de 2018 al no ver reflejadas en ellos sus exigencias. El tono de esta advertencia, llegó hasta un punto de máxima tensión cuando el líder de los morados advirtió que en la comisión de seguimiento del Botànic -que deben convocar ellos mismos y admitió que no lo habían hecho por sobrecarga de trabajo en las últimas semanas- se hablaría de estas cuentas de la Generalitat y de cómo no sentían contempladas sus peticiones.
Incluso, llegó a considerar que se debería "replantear" el pacto del Botànic. "Pensamos que hay unos objetivos del Botànic que no se están cumpliendo y pensamos que debería replantearse el pacto y en la Comisión de Seguimiento sería uno de los puntos a tratar", amenazó Estañ. A lo que el portavoz socialista en Les Corts, Manolo Mata, replicó sin pelos en la lengua: "Chulerías las justas". Una olla exprés a punto de estallar.