Este jueves, después de tres horas de reunión y con una hora y media de retraso con respecto a la convocatoria de prensa propuesta por Vox, Santiago Abascal anunciaba, pasadas las 21:30 de la noche, que los acuerdos regionales estaban rotos en aquellas comunidades autónomas donde Partido Popular y Vox gobernaban en coalición. A saber, Aragón, Castilla y León, Extremadura, Murcia y Comunidad Valenciana.
El motivo (de cara al público) es la discrepancia con respecto a la decisión de Alberto Núñez Feijóo de aceptar la acogida de 347 menores migrantes procedentes de Canarias, si bien esto no explica totalmente el arriesgado movimiento de la formación verde, que parece haber tenido otros cálculos electorales en mente a la hora de lanzar este órdago.
Si damos unos pasos atrás, los suficientes para ver la imagen al completo, podremos vislumbrar otras posibles explicaciones para este arriesgado movimiento.
"la estrategia política que ha mantenido Vox durante el último año ha fracasado"
En las elecciones generales de 2023, Vox pasó de cosechar el 15,08% de los votos al 12,38%, bajada que se apuntala con los resultados de las recientes elecciones europeas de 2024, donde perdió casi millón y medio de votantes y quedó reducido a un 9% de los sufragios. La irrupción de Alvise Pérez y su 'Se acabó la fiesta' en estas mismas elecciones supuso la división del voto de la derecha en tres partidos distintos. La nueva formación, situada ideológicamente a la derecha de Vox, se nutrió principalmente de partidarios de Abascal que decidieron dar un nuevo sentido a sus votos en las europeas. Si todo esto pareciese poco, los últimos barómetros electorales siguen reforzando la caída de Vox, como es el caso de la Región de Murcia donde, según el barómetro de verano del CEMOP, los verdes perderían un diputado a favor del PP.
La lectura que uno hace de esta imagen es que la estrategia política que ha mantenido Vox durante el último año ha fracasado. La formación de Santiago Abascal negoció incansablemente la entrada en los gobiernos autonómicos. Buscaban proyectar una imagen de buenos gestores públicos, mostrar que contaban con equipos técnicos a la altura de los partidos más veteranos, pero los datos no han devuelto una reversión de los malos resultados de 2023.
Un antecedente que nos ponía en preaviso del cambio de rumbo lo encontramos en los resultados electorales de las demás derechas nacionalistas europeas, como la Agrupación Nacional de Marine Le Pen o el Fidesz de Viktor Orbán, que veían sus resultados mejorados notablemente, mientras que Vox se desinflaba drásticamente. La entrada de Vox en los Patriotas por Europa fue toda una declaración de intenciones.
Con la crisis migratoria de Canarias llega la oportunidad perfecta para escenificar este cambio de estrategia política, abandonando la imagen de gestores para ocupar la de oposición radical al establishment político español.
¿Qué consigue Vox con esta estrategia tan arriesgada? Bastantes cosas.
Consigue movilizar a su electorado más duro, más fiel, para que retomen el activismo en la calle y en las redes sociales.
Consigue reconectar con aquellos electores más radicales, que habían sido seducidos por la posición que el SALF de Alvise Pérez mantuvo sobre inmigración y seguridad durante las europeas.
Consigue empujar al Partido Popular de vuelta al centro político, igualándolo al Partido Socialista, y bloquear la estrategia comunicativa que había mantenido el partido de Feijóo las últimas semanas con respecto a la seguridad y la inmigración, buques insignia del ideario de Vox, y que se había tornado más duro que nunca.
¿Qué pierde Vox con esta estrategia tan arriesgada? No tanto, si su objetivo es volver a erigirse como oposición al bipartidismo.
"A los de Feijóo les ha venido el golpe en un momento complejo"
Los de Abascal perderán los recursos que venían percibiendo como miembros de los gobiernos autonómicos y, probablemente, perderán el apoyo de los muchos consejeros, directores generales, asesores y cuanto personal dependiese laboralmente de mantener los acuerdos de gobierno regionales, lo que deduciblemente provocará tensiones internas.
La mayor pérdida la supone la desaparición de cualquier competencia política que ostentasen los diferentes consejeros y vicepresidentes, necesarias para implementar las políticas que Vox propone impulsar en su programa. Pero, si realmente su objetivo es abandonar la imagen de gestores públicos y retomar la de auténtica oposición, no parece una gran pérdida.
¿Y el Partido Popular?
A los de Feijóo les ha venido el golpe en un momento complejo. Por un lado, las negociaciones por el Consejo General del Poder Judicial y la Ley de Extranjería muestran una fuerte sinergia con el Partido Socialista. Por otro, el endurecimiento de su mensaje sobre la seguridad y la inmigración se ve anulado, manteniendo Vox la hegemonía del discurso.
Los presidentes regionales de las comunidades autónomas afectadas aunaban sus mensajes y señalaban a Abascal y a la extrema jerarquización de la estructura orgánica de Vox como responsables únicos de la ruptura de los gobiernos de coalición, cuyos pactos se estaban cumpliendo, según ellos mismos, a rajatabla.
Las consecuencias que esta ruptura traiga deberán analizarse caso por caso y atendiendo al contexto específico de cada comunidad autónoma. En el caso de Murcia, no parece que vaya a producirse un fuerte impacto en el Gobierno autonómico. Con la llegada del verano, la actividad parlamentaria se reduce al mínimo y la reestructuración del equipo de Gobierno ya se ha puesto en marcha.
Con respecto a la cuestión de un adelanto electoral, no parece una opción interesante para nadie. Si bien comentábamos antes que el CEMOP estima un ligero crecimiento del PP a costa de Vox, los recientes resultados de SALF en la Región de Murcia, los más altos de toda España, y la división del voto de derechas en tres partidos, no auguran un resultado agradable para ninguna de las tres fuerzas conservadoras.
Habrá que esperar algún tiempo para saber con certeza qué consecuencias traerá a la política nacional el movimiento de Vox. En cuanto a la política regional, quién sabe, quizás el próximo barómetro electoral llegue con nuevos aires electorales.
Francisco Meroño Gil es miembro de la comisión de Análisis Político y Electoral del Colegio de Politólogos.