VALÈNCIA. Porque están quemados, hartos de hacer siempre lo mismo, cumplir un sueño o, sencillamente, porque no querían tener jefes. Son algunos de los argumentos que esgrimen muchos de los que se animan a renunciar a un empleo por cuenta ajena y dar el salto al emprendimiento. Si el emprendedor nace o se hace, es una cuestión compleja, pero en la mayoría de los casos que nos hemos encontrado, el salto se ha hecho de manera voluntaria, dejando atrás puestos y sueldos que a muchos resultarían envidiables.
“El trabajo como tal nunca llegó a quemarme. Me pagaban bien, tenía un horario flexible, nunca tuve que hacer horas extras y me sentía querido y valorado en mi equipo. Ellos también estaban contentos conmigo, y de hecho me ascendieron justo antes de irme”. Las declaraciones corresponden a Ángel Alegre García creador de Vivir al Máximo y de la primera guía en español sobre Ayuno intermitente.
Antes de lanzar estos proyectos, este ingeniero informático nacido en Extremadura estuvo trabajando durante 4 años como programador en la sede de Microsoft, en Estados Unidos donde “mi equipo y yo éramos los responsables de la instalación de Windows”. No revela el sueldo que percibía pero si reconoce que era “mucho más alto que en cualquier compañía de software española”.
La explicación que ofrece de por la que lo dejó es sencilla: “No me gustaba el futuro que me esperaba si seguía en Microsoft…Me veía a los 40 años con una casa de tres dormitorios, un BMW descapotable y un labrador llamado Bing, pero sintiéndome profundamente infeliz porque había pasado los mejores años de mi vida trabajando en una oficina a cambio de un sueldo a fin de mes y 3 semanas de vacaciones”. ¿Qué más podía querer?... Libertad.
“Lo que yo quería era recorrer países remotos, vivir grandes aventuras y crear algo propio desde cero. Quería ver a mi familia más de 2 semanas al año. Quería poder subirme a un avión en cualquier momento e irme a la otra punta del mundo”. Y eso es lo que ha podido hacer durante estos 4 años que antes no hacía: largas estancias en más de 20 países y pasar mucho más tiempo con su familia y amigos, “algo que no cambiaría por nada del mundo”.
Patricia Mansó, licenciada en Derecho por Icade, trabajaba como abogada experta en nuevas tecnologías y protección de datos. La última parte de su trayectoria profesional la desarrolló muy cerca de las startups. “La vena emprendedora siempre me ha estado picando, pero tanto estar con las startups me entró el gusanillo. Tenía ganas de emprender y de arrancar una idea de negocio que me gustara, el mundo de la belleza me atraía y me lancé”.
Lo que creó Patricia Mansó fue Style Privé plataforma online que ofrece servicios de belleza y maquillaje a domicilio y a demanda. “Lo que tenía que hacer lo he hecho, he intentado cumplir mi sueño. Me ha cambiado mucho, pero en positivo”, afirma.
El sueño de Inmaculada Alonso no era tanto el de montar una empresa como el de ser madre a tiempo completo. Así que primero fue madre de dos mellizos con técnicas de reproducción asistida y luego decidió emprender para sacar adelante la familia monoparental que ella encabeza. Para ello abrió una tienda, Mamá Hormiguita que se dedica a la compra-venta de artículos seminuevos infantiles. Ubicada en un pueblo de la Coruña, ahora se dispone a abrir un e-commerce que le sirva de escaparate en toda España.
Antes de ser madre, Inmaculada Alonso trabajó durante más de 20 años ocupando puestos de responsabilidad y dirección en una empresa con sede en Madrid. Todo bien hasta que confirmó, en Portland, su futura maternidad. “No les gustó” así que después de recibir una cordial invitación de salida asumió que, sólo siendo su propia jefa, podría cumplir su verdadero sueño.
Más de15.000 euros al mes era el sueldo que recibía de la multinacional donde trabajada Álvaro López Morcillo como ingeniero responsable en Turquía en un proyecto de señalización ferroviaria para el túnel que conecta Asia con Europa por debajo del Bósforo. Ahora los recuerda como años de “insatisfacción, hartazgo, de estar quemado y muchísimo estrés. Pero llega un momento en el que mi vida toca fondo”. No se entretuvo ni en negociar el despido. Ahora está al frente de un blog de reinvención personal en el que vende cursos y servicios de asesoramiento personal que le permite vivir holgadamente y llevar una vida mucho más sosegada.
Javier Castaño, chief financial officer Agnitio, alertaba recientemente de la ligereza con la que se anima actualmente el emprendimiento. “No todo el mundo vale para esto. Hay que pensarlo bien. Preguntarte si eres capaz de aguantar noches sin dormir, muchas preocupaciones de si vas a pagar o no la nómina a final de mes, si vives cómodo en la incertidumbre y el riesgo, hacer un buen estudio de donde te vas a meter y tener mucho cuidado sobre con quién lo haces”.
Pero no sólo es una cuestión de responsabilidad y riesgo, es también cosa de saber hacer, de conocimientos. Gran parte de los emprendedores que han triunfado empezaron como empleados por cuenta ajena. Ninguno de los consultados desprecia el aprendizaje cosechado durante esa época, de hecho Inmaculada Alonso reconoce que habría sido incapaz de montar el tinglado que ahora lleva entre manos sin la experiencia laboral previa.
El mismo Ángel Alegre, quien afirma que ahora solo estaría dispuesto a trabajar para otra persona “si fuese uno de mis ídolos y si fuese algo temporal, por la experiencia, el aprendizaje y las relaciones”, reconoce las dificultades de emprender. “Llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas, y el ser empresario también tiene sus inconvenientes frente al ser empleado. Para empezar, durante todo este tiempo he trabajado un montón para poder sacar adelante mis webs. Ha habido semanas que he trabajado 12 o 14 horas al día, incluidos fines de semana, y también he pasado algunas épocas de bastante estrés. También destacaría que el trabajar desde casa no es fácil. Necesitas tener mucha auto-disciplina para sentarte delante del ordenador por la mañana y para obligarte a descansar por la tarde y los fines de semana, y también tienes que dedicarte activamente tu vida social para no aislarte de la sociedad. La seguridad de recibir un sueldo fijo a fin de mes, pase lo que pase, y el poder desconectar al 100% cuando no estoy trabajando son cosas que echo de menos de mi época en Microsoft. Pero, en conjunto, teniendo en cuenta los pros y los contras, me quedo con mi vida actual como emprendedor sin ninguna duda”.