VALÈNCIA (VP). El empresario y orador estadounidense Jim Rohn sostenía que cada uno de nosotros somos el promedio de las cinco personas que nos rodean. Elegir a esas personas no siempre está a nuestro alcance, pero sí es algo que los emprendedores pueden poner en práctica a la hora de configurar los equipos.
Acertar con las personas que quieren que les acompañen en la empresa exige, sin embargo, un ejercicio de reflexión previo que defina el tipo de organización que quieren crear y hasta dónde desean llegar con ella. Las startups acostumbran a condensar todo esto en tres puntos básicos: la misión, la visión y los valores. Una vez definidos, dicen servirles de guía y foco para no perderse en el camino. El papel de la misión es el ‘para qué la empresa’, lo que se quiere conseguir con ella; mientras que la visión responde al ‘dónde quieres llegar’ y los valores al ‘cómo’.
Cristóbal Alonso, emprendedor en serie, tres veces CEO de startups y en este momento responsable de Startup Wise Guys, el fondo de aceleración más activo de Europa, agrupa los tres conceptos dentro de otro más amplio: la cultura de empresa.
“Frecuentemente preguntamos a los fundadores de las startups cuáles son los beneficios que asocian con una cultura empresarial sólida. Por lo general creen que el beneficio general es el reclutamiento, la adquisición y la retención del talento, pero se ha comprobado que una cultura de empresa sólida también trae muchas otras ventajas comerciales”, asegura Alonso en el libro ‘Perform’ que acaba de publicar junto a Stoyan Yankov.
Para este CEO “la cultura es un conjunto flexible de normas; una forma subconscientemente establecida de cómo se hacen las cosas en tu empresa. Ya tengas o no una visión y unos valores definidos, la cultura surgirá inevitablemente a través de las personas en tu organización y sus acciones, evolucionará a medida que la empresa crezca y se desarrollará a medida que el equipo se desarrolle. Por ello, es crucial saber qué tipo de cultura de empresa quieres, asumir la responsabilidad de construirla y guiarla hacia dónde quieres que vaya”.
Entiende Cristóbal Alonso que igual definir la cultura de empresa no sea lo primero que tiene que hacer una startup, pero sí empezar a planteársela cuanto antes y, una vez que el equipo supera las 10 personas, hay que pensar en escribirlo porque si no se corre el riesgo de que cada uno interprete las cosas a su manera. “Debe ser como el código operativo de la compañía, un compromiso de honor que explique cómo me voy a comportar y luego cumplirlo. Cuando todo va bien, no hacen falta valores, hacen falta fiestas y repartir dividendos. Los valores hacen falta cuando todo va mal y eres capaz de conseguir que tu equipo siga contigo. Esa es la verdadera prueba de si has conseguido crear o no una buena cultura de empresa”, afirma.
Como ejemplo, cita Alonso el reciente caso de Alfonso Jiménez, presidente y cofundador de la empresa alimentaria Cascajares, cuya fábrica se convirtió en pasto de las llamas en enero de este año. El mismo día del incendio, desde la dirección de Cascajares se celebraba no tener que lamentar ningún daño personal y se lanzaba este mensaje de tranquilidad a empleados, clientes, proveedores y consumidores: “desde hoy mismo empezamos a trabajar para poder recuperar nuestra capacidad productiva lo antes posible…estamos viviendo una catástrofe, pero tenemos la fuerza para salir adelante y levantarnos con más fuerza”.
En apenas 5 semanas, Jiménez había conseguido reanudar la actividad en otra fábrica alquilada con el 50% de la plantilla en activo. Poco después reconocía en una entrevista concedida a otro medio: “Si me dicen que íbamos a recuperarnos de la forma en la que lo hemos hecho no me lo creo. Y no es un mérito mío. Es el mérito de la plantilla. Si no llega a ser por el equipo que tenemos, que es muy buena gente, que lo ha dado todo y se ha entregado a tope, no habríamos podido lograrlo”.
Para superar momentos como este, “es para lo que hace falta una cultura de empresa -continua Alonso- claro que antes tienes que haber hecho tu bien los deberes como empresario”.
Un estudio realizado por la consultoría Equipo Humano basado en un análisis de estudios de clima laboral en 2022 concluye que más del 70% de los abandonos en los puestos de trabajo se deben a la personalidad de los superiores y la mala gestión del talento. Por ello, los líderes son responsables de marcar objetivos, motivar a los miembros del equipo, actuar con determinación, inculcar el espíritu de trabajo y representar la cultura de su empresa.
Otro informe, este de Return on Culture, de Grant Thornton y Oxford Economics, revela que las organizaciones con una cultura de empresa saludable tienen más probabilidades de reportar un crecimiento de los ingresos promedio de más del 15%, superando en un 35% a sus competidores.
Y mientras que a juicio de Cristobal Alonso la prioridad para crear una cultura de empresa que cuaje en toda la organización es tomar decisiones pensando en el impacto a largo plazo, para Soraya del Portillo, CEO y cofundadora de Bechiara, lo que determina el enganche del equipo es el propósito de la compañía. Chiara es una plataforma de formación que ayuda a las personas con problemas de glosofobia a mejorar la comunicación mediante el uso de realidad virtual.
“Muchos de los que trabajan con realidad virtual estarían encantados de entrar en una empresa de videojuegos, pero los que se quedan con nosotros se enorgullecen de utilizarla como una herramienta de ayuda para otras personas”, declara la CEO quien, en un breve periodo de tiempo, ha visto pasar su equipo de 3 a 17 personas. “En todos los casos me he asegurado de que compartan los valores corporativos basados en el sacrificio, esfuerzo, trabajo y pasión por lo que hacemos. Aunque creemos en la diversidad y apostamos por ella, necesitamos que los valores sean los mismos. En caso contrario, se corre el riesgo de crecer caóticamente”, concluye.