VALÈNCIA. En los pueblos las casas tienen el nombre de quien las regenta. Un nombre generalmente de mujer, sobre la que se construyen los cimientos de una familia entera, de las generaciones venideras y de todo el amor que cabe entre cuatro muros. Esta es la cuestión que estudia la artista valenciana Alba Ramiro a través de Ca la Uela Angelina, un libro de artista en el que realiza una profunda investigación sobre su casa del pueblo -ubicada en el casco antiguo de Muro, en Alcoy-, una casa que ya cuelga el cartel de “se vende”. Motivada por la curiosidad de la propia investigación y aprovechando la cercanía de la familia se introduce en la casa de la abuela Angelina (la madre de su abuelo materno) a explorar su historia.
Este espacio, adquirido por los bisabuelos de Ramiro en el año 1955, inspira a la artista a adentrarse puertas adentro para salvaguardar el testimonio de quienes la habitaron. La idea surge motivada por la realización de un proyecto sobre la memoria, en el que busca averiguar por qué las casas de familia llevan el nombre de la mujer que las guarda, algo que rinde homenaje a Angelina: “Para mi es una manera de contar la historia de quienes han vivido en esa casa y de revivir de alguna manera sus testimonios. Investigar por qué se le pone nombre de mujer me hace aprender sobre la “matrona de la familia”, un concepto que al final habla sobre una cuestión de género y sobre el espacio que habitan las mujeres”, explica Ramiro sobre su proyecto.
En el libro se habla de quienes dejan huella en el espacio, haciéndolo suyo y permitiendo que Ramiro siga el rastro a través de objetos, facturas y demás trastos ahora cubiertos por una fina capa de polvo. Para comprender la historia de las “guardianas del hogar” Ramiro investiga el espacio a través del archivo, trabajando también con los planos y escuchando las historias de sus protagonistas, generando un libro con el que puede devolverles el relato: "Quería materializar los recuerdos de alguna manera que fuesen accesibles para ellas, algo que puedan mirar como si fuera un álbum de fotos para poder reflejar sus testimonios”, explica sobre su análisis, en el que observa y escucha pero dejando intacto lo que se encuentra en la casa, trabajando más bien desde una “reconstrucción emocional”. Para comprender todo esto conversa con las mujeres de su familia a través de entrevistas, en las que les plantea preguntas sobre el hogar tales como sus memorias allí, que objetos conservarían de este espacio y qué hacían en este.
Con una estética “infantil” Ramiro prepara un libro con forma de casa que se protege a través de una estructura de metacrilato. Dentro de este se pueden ver las entrevistas a algunas de las mujeres de su familia, incluyendo a su madre, su abuela y sus tías, y también algunas fichas sobre los objetos que ellas salvaguardarían. En otro pequeño librito se cuentan las “cosas de la vida” de la hija menor de Angelina: la tía Celia, quien comparte con Ramiro un breve anecdotario sobre la vida de las mujeres en el hogar, algo que sitúa al lector en el mismo espacio tiempo que ellas. Este pequeño libro va acompañado de fotografías de archivo del hogar que Ramiro toma para introducir el relato, imágenes que hablan sobre sus protagonistas y que están trabajadas desde la ternura: “Es el lugar desde el que me interesa trabajar las cosas. Al final me interesa escribo sobre cosas que no se suelen contar, quiero conocer esos pequeños detalles y anécdotas de su vida a través de ellas”, explica la artista.
Para hacer esta investigación se adentra en la casa de la mano de sus abuelos, para no sentirse "violentada en el espacio" y para comprenderlo también desde su punto de vista. En este paseo se permite comprender la casa de Angelina como lo que es: un hogar. Recorrerlo con ambos le permite alejarse de su visión de estudio: “Cuando entro acompañada a la casa lo que para mi son objetos de culto para mis abuelos son cosas del día a día, en ella despiertan recuerdos totalmente naturales”, explica sobre esta visita, “al final lo que tengo que hacer es trabajarlo con mucho cuidado, porque es el recuerdo de otros, ni siquiera quiero mover las cosas de sitio”.
Finalmente Ramiro decide no introducir la imagen de la abuela Angelina en el relato, una decisión artística para que su historia se construya a través de su huella: “Lo que quiero es que la retraten otras cosas, me interesa que la gente la imagine desde lo que es el recuerdo y no desde la imagen física. Las anécdotas de su vida se van intercalando con otro tipo de imágenes, sobre las cosas de su vida cotidiana y esas historias que cuentan con un tinte femenino”. Con Ca la Uela Angelina Ramiro abraza la historia del hogar que han cuidado las mujeres, el recuerdo de quienes en cierta manera construyeron el espacio que ahora se traslada a una pequeña caja de metacrilato en la que cabe una gran parte de su historia, un legado familiar encapsulado.
El jurado ha destacado en esta primera edición la "gran" creatividad y dominio de este formato que ostentan una buena parte de las propuestas que se han presentado al premio, incluidas algunas firmadas por creadoras todavía en formación y que dan sus primeros pasos como artistas