Acabamos de finalizar el carrusel electoral que ha supuesto durante un mes votar en todas las administraciones que nos gobiernan. Ahora podemos empezar a sacar conclusiones, realizar análisis del comportamiento de los votantes y valorar cómo pueden ser los próximos años de legislatura
El pasado fin de semana fue de intensas emociones para los valencianos, nos jugábamos mucho el sábado y el domingo, aunque no quiero herir sensibilidades, mi preocupación real se centraba más en lo que sucediera el domingo y no sólo en Valencia sino en muchas ciudades y algunas comunidades autónomas. Sin duda, el fútbol es la gran pasión de nuestro tiempo y mueve millones de dinero y de personas, supone un factor importante en la vida de una ciudad y sobre todo en el estado anímico de muchos aficionados.
El sábado fue un día especial y pese a los nervios que se vivieron en los últimos minutos del encuentro, finalmente la historia acabó bien, como la soñaban una inmensa mayoría de españoles. El Valencia CF se alzó con la Copa del Rey, un trofeo al que el equipo tiene especial apego y una afición que se mostró tremendamente respetuosa con la figura del monarca, que coreó el himno de España y que no protagonizó el mínimo incidente en las calles de Sevilla. A todo ello se suma la simpatía que despertamos en gran parte de España por pura lógica, frente a lo que simboliza el FC Barcelona y su afición que aboga siempre por la reivindicación política nacionalista.
Si el sábado un puñado de valientes vestidos de blanco y negro protagonizaron una nueva gesta que queda para historia de un equipo que está celebrando sus 100 años de existencia; el domingo un puñado de votos en nuestra ciudad significaron la continuidad de un alcalde que habló de la vara de mando como algo que usaban los mariscales y que a él no le gusta nada, puro marketing y falsa humildad. Y aclaro, el triunfo de Compromís fue claro, el del bloque de centro izquierda fue justo, un solo concejal, y la diferencia de votos casi ridícula, de 180.992 frente a los 180.737 del bloque de centro derecha hay 255 votos exactos. Les separó un puñado de votos; realmente unos pocos miles, los que habrían dado a Ciudadanos el séptimo concejal del PSPV. Tan solo eso.
En fútbol los partidos se ganan o se pierden, en unas elecciones democráticas y pese a que los bloques son tan férreos que los pactos se dan por cerrados cuando no está escrutado ni el 100% de los votos, es bueno recordar que el vencedor no aniquila automáticamente al vencido y menos cuando la diferencia es casi inexistente. Hago esta reflexión, porque creo que muchos, al ver que un partido gana y sale feliz a celebrarlo, y ver luego el mapa naranja de la ciudad que tantos años fue azul, parece que no haya espacio para la pluralidad o la crítica al ganador, y no es así. Media ciudad está satisfecha con la gestión actual del equipo de gobierno y media quería otra opción, un puñado de votos han decantado el triunfo, pero eso no significa como así lo toman los vencedores, un cheque en blanco de toda la ciudadanía.
En una democracia siempre hay pactos, siempre hay diálogo y siempre hay que llegar a acuerdos especialmente en asuntos complejos y sensibles, pero cuando había partidos que ganaban por mayoría absoluta, algo que sigue ocurriendo en algunos municipios, pero no en grandes ciudades, sí que podían sentir cierta sensación de superioridad para implantar sus propuestas de máximos.
Después de una legislatura donde el PP local apenas ha existido, ser la segunda fuerza política en votos y concejales de la ciudad, es un magnífico resultado para dicho partido, mérito que hay que reconocer a la candidata popular y sobre todo a la fidelidad de sus votantes. Ahora bien, creo que se abre un tiempo donde el centro derecha deberá trabajar y ver si compensa tener tres marcas o no, quizá la suma de distintos supone más votos o quizá dependiendo de la ley electoral resta representantes. Por poner un ejemplo, la irrupción de Vox en Andalucía o Madrid ha contribuido a que ambas comunidades las gobierne el bloque de centro derecha. En cualquier caso, un puñado de hombres valientes nos dieron una gran alegría el sábado y un puñado de votos fueron clave en la noche electoral.