VALÈNCIA. Fuerte, caliente, terroso, amargo, negro o afrutado mmm y siempre mejor en compañía. Woww con el aroma. Recién levantado nada hay mejor que una sonrisa y ummcafé recién preparado. Slurp, glups glups y sensación de que las tripas flop flop, el cerebro spunnk y todo el resto disboing boing boing.
Porque todo son beneficios para la salud: es antioxidante y reduce la diabetes; combate el Alzheimer y el Parkinson; te protege frente al cáncer, los ictus y enfermedades coronarias; es anticelulítico, ayuda a perder peso e, incluso, gracias a sus cosas vasodilatadoras, alivia pequeños dolores de cabeza. Por si fuera poco, si molido lo mezclas con aceite de oliva y masajeas los párpados, reduce las bolsas de los ojos. ¿Y si tomamos un café y charlamos, que hace tiempo que no? Porque se sabe que el café nos une y pone en pie.
Para mí uno solo. Y para mí, un cortorrefacto, porfaplis. Otro del tiempo con sacarina, y otro más para mi amiga, pero descafeinado de máquina, semilargo, con estevia y leche templada si puede ser.
También lo puedes utilizar como mascarilla para hidratar el pelo, que gana en consistencia, suavidad y color. Sus sobras son banquete para las plantas, y además es un excelente repelente de hormigas, avispas, caracoles, pulgas e, incluso, gatos. Solo extendiendo montoncitos en lugares estratégicos, y todos esos bichos desaparecen de tu entorno.
Y es exfoliante. El café molido aplicado sobre la piel tiene efecto reafirmante, y si lo frotas sobre ollas, sartenes, paellas y parrillas elimina restos de grasa, carne quemada, socarrat y suciedad, devolviendo el brillo original a los utensilios de cocina.
Espresso machiatto muy cremoso cuando pueda, y un ristretto intenso. El mío tocado de leche de coco y otro con Beilys. Y un cremaet, o no, mejor un carajillo con rodaja de limón, gracias. ¡Quépaciencia el camarista!
Lo idóneo, solo, sin leche ni azúcar e ingerido en dosis, que así es milagroso. Quita la cara de muerto cerumen, achispa la mirada, despeja las neuronas, maximiza el tacto, eriza el bello y ecualiza el gusto. Un bocado de chocolate 70%, un sorbito de café y saborotea la mixtura. ¡¡Pirotecnia de sabores en tu boca!!… pero, pero también acelera el envejecimiento.
No tomo café y nunca lo he tomado. Claro que lo he probado y me produce náuseas, insomnio, dolor de cabeza, sequedad retinal, malestar digestivo con reflujo profundo y expulsión incontrolada de gases torpederos de metralla navideña reciclada, palpitaciones nerviosas, hinchazón posdiarreica around de Shaurón eye, que alerta un ataque irritable de jabalíes de ojetal reseco junto a una sensación de mal rollo bañera de lenguas y pene convexo que tardo horas en superar. Recuerdo que después de ingerirlo todo fue más baboso, espeso, pesado, cafetoso, y chopao hasta los besos. Tampoco soporto a quien lo toma. A la vista les deja una mácula marruzca y pegosa sobre los dientes mientras expelen un aliento que recuerda a la cebolla cruda, al tomate hervido, al ajo o al repollo rechupado. Tuve una pareja con una nariz preciosa, celestial y larga tan larga que a veces sin darse cuenta manchaba de espuma la punta cuando lo bebía en taza pequeña. Esto me producía deseos encontrados. ¿La beso, la chupo o la muerdo? Optaba por escapar y no mirarla. Pero ¿y ese amigo que se mancha el labio, el puente, el bigote, la narina, el dorso o el entrecejo?
Y suelen ser los mismos que los del tabaco. Porque si fuman, siempre siempre son cafeteros.