La dimisión de Antonio Costa, primer ministro de Portugal, por presuntos casos de corrupción que afectan directamente a su gobierno ha provocado un auténtico terremoto político en el país vecino. A menos de un mes de aprobar los Presupuestos Generales del Estado la dimisión de Antonio Costa introdujo a Portugal en un escenario de inestabilidad política que se saldó con la convocatoria de elecciones para marzo de 2024, precisamente con el objetivo de favorecer la aprobación de la Ley de Presupuestos Generales que la mayoría parlamentaria actual no tendrá dificultades en sacar adelante.
A pesar del giro político que se pueda dar a partir de marzo del año próximo, la realidad es que el Proyecto de Ley de Presupuestos mantiene las líneas estratégicas que Portugal ha trazado desde hace más de una década. Entre ellas el estímulo de la inversión directa extranjera con una apuesta muy concreta por sectores estratégicos clave como la industria transformadora, tecnologías de la información, energía o agricultura.
Y la realidad es que Portugal se ha convertido en un polo de atracción de inversiones con unas cifras en 2021 y 2022 nunca antes vistas. El creciente interés en Portugal no es ajeno a la realidad empresarial española. De hecho nuestro país, no es solo el principal inversor mundial en el país luso, sino también su principal cliente y proveedor.
Portugal ha sabido crear las condiciones para incentivar el emplazamiento de nuevas empresas extranjeras: una gran oferta de suelo industrial a buen precio y con buenas conexiones ha maridado perfectamente con una batería de ventajas fiscales que han acabado por convencer al capital internacional. Una mejora ostensible de los trámites burocráticos para la constitución de nuevas empresas (mediante proceso digital),una mano de obra competitiva en precio, una elevada capacitación y un país que se ha convertido en puerta de acceso a mercados como Brasil o las antiguas colonias en África son otros factores de peso que hacen especialmente atractivo el mercado portugués.
El programa Portugal 2030 pactado con la Comisión Europea supondrá la inversión de 23.000 millones de euros de fondos europeos con el fin de estimular y desarrollar la economía portuguesa en el período 2021-2027. Los cinco objetivos estratégicos de este programa son los siguientes:
Las primeras licitaciones enmarcadas en este programa se han empezado a lanzar durante 2023.
La fuerte inversión pactada por Portugal y la Comisión Europea encuentra un marco fiscal muy ventajoso para las empresas extranjeras que deseen implantarse en el mercado. Actualmente está vigente una batería importante de programas de incentivos fiscales y financiación blanda con largas carencias y exención de reembolsos para empresas que inviertan en proyectos de innovación empresarial e I+D, actividades de internacionalización, actividades productivas o en el sector agrícola.
Los incentivos fiscales ser articulan principalmente a través de créditos fiscales en el IRC (Impuestos sobre Sociedades, en Portugal el tipo general está al 21%), exenciones sobre impuestos Municipales o Actos Jurídicos documentados o fuertes deducciones por beneficios reinvertidos.
No es menos cierto que en los Presupuestos Generales de 2024 decae el Régimen Fiscal Especial para Residentes No Habituales (RNH), solo aplicado a partir de 2024 a determinados perfiles técnicos y científicos. Este régimen basado en el principio de territorialidad, por el cual, entre otras medidas, únicamente se gravaban los rendimientos de los no residentes en el país a un tipo único del 20% (excluyendo los obtenidos fuera de Portugal) deja de aplicarse en 2024. Una cierta sensación de injusticia fiscal respecto a los residentes portugueses y el hecho de que en determinadas ciudades (principalmente Lisboa y Oporto) se han tensionado notablemente los precios de la vivienda han llevado al ejecutivo a optar por su finiquito.
Portugal ha experimentado una profunda transformación social y económica en los últimos 20 años. Cierto es que su incorporación a la Comunidad Económica Europea allá por 1986 no cumplió las expectativas de desarrollo económico que se alcanzaron sin ir más lejos en España. La realidad actual es bien diferente: la de un país moderno, en desarrollo con infraestructuras, talento y abierta al mundo.
Como decía José Saramago, "siempre acabamos llegando a donde nos esperan". Y en Portugal nos están esperando.
Tomás Miñana Beltrán es socio director de Miñana Beltrán Tax & Legal