VALÈNCIA. Una vez consumado el clímax de tensión atravesado por las distintas fuerzas políticas implicadas en el objetivo de alcanzar la presidencia de la Diputación de Valencia el pasado 14 de julio, llega el momento de la calma y la reflexión. El PSPV-PSOE, liderado en el ámbito provincial por el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, no pudo lograr su meta de situarse al frente de la institución: el autovoto de Ens Uneix, partido liderado por el exsocialista Jorge Rodríguez, propició que el PP encabezado por Vicente Mompó obtuviera la vara de mando y, con ello, sumiera a la formación socialista en una fuerte desazón al perder el último gran organismo al alcance de su mano.
La jornada se cerró con tensión. Algunos dirigentes del PSPV próximos a Bielsa dedicaron palabras gruesas a Rodríguez a la salida de pleno ("traidor" o "mercenario" fueron algunas de las escuchadas), algo que ya escandalizó en ese momento a algunos responsables socialistas que, pese a compartir la tristeza o incluso el enfado por la situación, consideraron fuera de lugar estos hechos desde el punto de vista personal y, además, estratégico.
Apenas dos semanas después, siguen quedando casi cuatro años por delante para el PSPV en la oposición. Tras el tenso pleno, Ens Uneix no tardó en ponerse de acuerdo con el PP para entrar en el gobierno de la Diputación de Valencia con una vicepresidencia, la importante área de Cooperación Municipal bajo su mando, inversiones para su comarca -La Vall d'Albaida- y la condición de que Vox se quedara al margen del gobierno.
En la formación socialista, la mayoría de dirigentes consultados, ya sean del entorno de Bielsa o no, opinan que el pacto entre PP y Ens Uneix estaba cerrado con mucha antelación al pleno. O lo que es lo mismo, dudan de que existiera una posibilidad real de acuerdo debido al rencor existente de Rodríguez y los suyos por el trato recibido del PSPV en el caso Alquería. Desde Ens Uneix, además de negar ese pacto previo con el PP, recitan una amplia lista de lo que consideran agravios: además de no haber recibido una disculpa pública de Ximo Puig -ni tampoco de Bielsa- por el caso Alquería, recuerdan el "ninguneo" al alcalde en la visita al hospital de Ontinyent poco antes de las elecciones; el nombramiento como portavoz y creciente protagonismo de su archienemiga -antigua compañera-, Rebeca Torró, en mitad de la negociación; o la "marginación" sufrida los cuatro años anteriores en la diputación, donde se les situó en el tercer piso de la Diputación junto a Vox y nunca se les ofreció nada, aseguran.
El problema para el PSPV es que esta situación crispada e irreconciliable es la que se mantiene a día de hoy. Las últimas declaraciones de Bielsa, hace apenas unos días, se referían a Ens Uneix como "muro de la vergüenza" en la corporación provincial y, desde su entorno, cargan todo el peso de la culpa de lo sucedido sobre Rodríguez y los suyos, en lo que desde Ens Uneix (y también para algunos alcaldes del PSPV) es un intento de mantener un discurso de cohesión para que nadie se pregunte si existieron también errores desde el bando socialista.
En este escenario, algunos responsables municipales del PSPV admiten su preocupación por la crispación y el tono que se ha alcanzado con Ens Uneix, un partido que, conviene no olvidarlo, ostenta ahora la vicepresidencia y el área de Cooperación, la llave para muchas inversiones locales. Aunque exista malestar por lo sucedido, algunos alcaldes consultados por este diario consideran que no debe "romperse la baraja". "La legislatura es muy larga", comenta un primer edil a este diario sobre esta cuestión. En este punto, en las filas socialistas hay quien defiende la posición mantenida por Bielsa aunque recomiendan un cambio de estrategia y hay quien no se muestra tan indulgente y considera que en el proceso de negociación se cometieron muchos errores que terminaron por dinamitar las posibilidades del PSPV.
En la otra orilla, fuentes de Ens Uneix afirman haber recibido alguna llamada a título personal de algunos alcaldes socialistas para templar gaitas y calmar los ánimos tras la tensión de las últimas semanas, lo que apunta al deseo de, por parte de algunos, normalizar las relaciones con los que, años atrás, fueron sus excompañeros en el PSPV.