Los patios de aproximación gótica dibujan una cartografía vital de València. Sin embargo, la mayoría lucen a puerta cerrada, alejados de la ciudad verdadera
VALÈNCIA. El patio como lugar contemplativo. O de intercambio. Como punto de pausa. Como compartimento. Abrir el patio del palacio, renovar el aire del zaguán, descorrer los portones, acarrea la carga simbólica de representar una nueva forma de poder. Fue uno de los primeros movimientos comunicativos del cambio de gobierno en el Palau de la Generalitat. El patio gótico como damero de una partida nueva.
Sin embargo, si de València -la que era infinita y ampulosa, o la que es más centrípeta y pausada- se lanzan elementos de su paisaje urbano que sirvan de atributo, escasamente saldrán a relucir su profusión de patios que, de la ciudad más Vella al Ensanche, denotan una intimidad a medio camino entre lo privativo y lo callejero. Los patios de aproximación gótica dibujan una cartografía vital de València. En cambio, la mayoría lucen a puerta cerrada, alejados de la vida compartida.
“No se aprovecha porque en su mayoría son privados y están ocultos. Cuántas veces nos han cerrado un portón en nuestras narices porque mirabas una luz que provenía de un patio al fondo y, rápidamente, sin creértelo del todo, te cerraban esa puerta y se quedaba ese hallazgo en tu imaginación”, reconocen Eva Sanjuán y Ana Beltrán (Correoviejo), especialistas en reformular espacios históricos.
“Muchos de ellos están siempre cerrados y no hay ningún día en el que abran al público, aunque sea el patio. Habría que trabajar en este aspecto para abrir el abanico de posibilidades que ofrece un centro histórico como el nuestro”, formula César Guardeño (CaminArt), experto en la divulgación del patrimonio.
El reclamo es también un antídoto frente al emborronamiento de los centros históricos. Los patios, en apertura, le añaden profundidad al paso, favorecen la València suave, descongestionan.
Eva Sanjuán y Ana Beltrán: “Son espacios perfectos para generar cultura de proximidad. La atmósfera que los envuelve y la acústica que poseen, los convierte en lugares únicos llenos de historia, donde promover actos culturales que acerquen a los ciudadanos a su centro. También son lugares ideales para permanecer en silencio... Pensando, leyendo, escribiendo, pintando. Lugares donde realizar actividades más personales que complementarían esa parte más lúdica y cultural que siempre potenciamos”, proponen.
César Guardeño: “A nivel de palacios y de patios, nos encontramos con infinidad de ejemplos desde el siglo XV hasta el siglo XX. Si tomamos como referencia Ciutat Vella y la calle de los Caballeros y adyacentes, el potencial latente a la hora de explorar nuevas posibilidades es enorme”.
Patio a patio, imaginar la combinación entre el espacio privado y el aprovechamiento público genera una complejidad excitante. El hecho de ser ciudad colándose por entre las fortalezas. Más que un trasunto medieval, resalta la València vivida.
Sanjuán y Beltrán sueñan con el patio jardín del Palacio de Forcalló, la típica típica residencia señorial de estilo academicista construida en 1864. “¡Su jardín posterior debería abrirse a la ciudad! Justo hace unos meses, antes de verano, paseábamos por la calle del Cabrito y descubrimos con gran alegría que habían derribado el muro del jardín que conectaba con esa pequeña plaza. Tras la gran alegría nos acercamos a los obreros y les preguntamos qué quién había tomado tan maravillosa decisión. Nos contestaron que estaban derribándolo para volver a construirlo, simplemente por problemas de estabilidad. Increíble. Y así fue. Lo reconstruyeron y volvió a quedar escondido”.
En la casa museo Benlliure su patio jardín es uno de esos puntales coquetos al atravesar por Blanqueries. “Es un patio espectacular que pertenece a la casa familiar del pintor. Tiene diferentes paneles cerámicos que van del siglo XI al siglo XX y objetos de piedra recuperados de iglesias y conventos. A través de él se accede al estudio construido en 1902 realizado con algunos elementos originales de tradición gótica que pertenecían al desaparecido Convento de San Francisco”.
César Guardeño anhela el d’En Bou, con un patio descubierto y una escalera de honor que retrotrae a los pasos de Esteve Bou d’Urgell, acompañante de Jaume I. O el dels Mercader, de entre el XIII y el XIV, otros acompañantes del rey Jaume, y cobijo de memorias eternas: donde pudo firmarse el préstamo de la Corona para financiar el viaje de Colón; donde el gobierno republicano ubicó el Ministerio de Justicia durante la Guerra Civil.
La carencia de una València de patios, su verbalización limitada a los actos del 9 d’Octubre, impide dar rienda suelta a un reconocimiento histórico que se esconde tras infinidad de pórticos.
Pero por dónde pasa la reparación del olvido. Este comité de patios improvisado resuelve algunas ideas destinadas, en primer término, a divulgarlos.
“Un concurso para premiar el trabajo de los propietarios por su cuidado y donde durante una semana se pudiera exponer algún proyecto de cultural, recitar poesía, escuchar música en directo con esa maravillosa acústica que tienen... Generar un circuito de patios “mimados” y unirlos con patios “rescatados” que algunos de los propietarios con menos posibilidades permitieran abrirlos para mostrarlos y quizás encontrar ideas para sacarlos adelante”, lanzan Sanjuán y Beltrán. “Encontramos ejemplos en otras ciudades europeas como Milán, en el Fuori Saloni de la Feria del Mueble, o Budapest, con su Festival Urbano Budapest100, donde puntualmente abren las puertas de los edificios históricos y sus patios para utilizarlos de escenario en los que poder exponer mueble en un ambiente más lúdico, en el primer caso, o realizar actividades culturales, en el segundo”.
Guardeño amplía: “Además de que las administraciones públicas deberían intentar alcanzar acuerdos o firmar un convenio con los propietarios de los palacios con patios de interés para que los abran en algunas ocasiones, se puede crear una aplicación de móvil que muestre fotografías y ofrezca información básica. Sería interesante que, al menos uno o dos fines de semana al año, abrieran al público los patios, zaguanes y zonas de interés de los edificios privados, no solo los de los palacios, sino también los de las fincas de estilo ecléctico, modernistas, art dèco, racionalistas, etc. Iniciativas parecidas se hacen en el Open House València, por ejemplo, pero este enfoque que comento podría ser muy interesante para poner en valor la arquitectura moderna del Ensanche. Todo bien coordinado sería una iniciativa exitosa”.
Dejad que València se acerque a vuestros patios.