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Pros y contras de un congreso provincial del PP tras el verano

30/06/2019 - 

VALÈNCIA. El PPCV que lidera Isabel Bonig recibió un duro golpe en las elecciones autonómicas celebradas el pasado 28 de abril. La pérdida de 12 escaños y la imposibilidad de sumar con Ciudadanos y Vox la mayoría para arrebatar la Generalitat a la izquierda dejaron a la formación popular en una situación delicada. Más aún cuando su principal rival, el partido de Albert Rivera, se quedó a un solo diputado de empatar su resultado.

Desde entonces, las siguientes situaciones acaecidas no han hecho sino debilitar la posición de Bonig frente a la emergencia de otros liderazgos que en las primarias nacionales apoyaron a Pablo Casado, con quien la presidenta del PPCV no ha mantenido una sintonía especialmente buena. Así, el nombramiento de Carlos Mazón como presidente de la Diputación de Alicante y el inmediato adiós del líder provincial, Pepe Císcar, uno de los aliados con músculo de Bonig, fueron dos golpes consecutivos para la dirección regional.

Días atrás, llegó un nuevo revés para el entorno de la presidenta del PPCV. Buena parte de los representantes en la Diputación de Valencia era ocupada por el 'casadismo' encabezado por el presidente de la gestora provincial y alcalde de Alfafar, Juan Ramón Adsuara. Es más, la vicesecretaria de Organización del partido y hasta ahora portavoz en la Diputación, Mari Carmen Contelles, se quedaba sin opciones de repetir en la institución y, con ello, evidenciaba la falta de control del entorno de Bonig en la provincia.

Con este escenario, no son pocos los que apuntan a un congreso provincial a la vuelta del verano. En la actualidad, el partido está dirigido en Valencia por una gestora que preside el mencionado Adsuara, quien llegó al poder impuesto por Génova tras dar salida a Rubén Moreno, próximo a Bonig. Esta gestora fue decretada por la cúpula nacional en junio de 2017 tras el enfrentamiento entre el entonces presidente, Vicente Betoret, y precisamente Mari Carmen Contelles, quien aspiraba a relevarle en un congreso que sería a cara de perro. Una batalla que Madrid decidió evitar designando a una dirección provisional y mandando a sus esquinas a ambos contendientes.

Ahora, distintas fuentes populares consideran que, tras más de dos años, sería el momento de afrontar un cónclave provincial. Apoyan sus argumentos en que la militancia lleva años sin participar y votar en un proceso provincial y critican que se lleve tanto tiempo con un órgano que en teoría tiene un carácter provisional. En esta línea, otros recuerdan que la suspensión del congreso provincial también dejó en el limbo los procesos locales, con casos tan sangrantes como el de València capital, donde también se implantó una gestora -nada menos que en febrero de 2016- que ahora preside María José Catalá. Afrontar un congreso provincial en otoño, según opinan algunos dirigentes del partido, permitiría también desbloquear estos procesos locales y celebrarlos para rearmar la formación popular.

No obstante, esta hoja de ruta también tiene sus problemas. La convocatoria de un cónclave provincial puede abrir una nueva batalla por el poder entre los distintos grupos que existen en el PP, ya no solo entre afines a Bonig que en su mayoría respaldaron a Soraya Sáenz de Santamaría frente a Casado, sino también entre los afines a este último, que en su momento se unieron en pos de su victoria pero que en muchos casos venían de facciones enfrentadas. 

Por otro lado, tomando perspectiva conjunta de la situación, también conviene plantearse cuál es el recorrido que se le pretende dar a la presidenta regional del PPCV. Un congreso en el que su grupo, plantee batalla o no, fuera arrinconado, dejaría en una posición a Bonig demasiado debilitada. Algo muy poco conveniente para la que a día de hoy es la jefa de la oposición del Botànic II y que ve cómo el portavoz de Ciudadanos, Toni Cantó, tiene como objetivo disputarle el espacio político. Así pues, la celebración de un congreso provincial en el que Bonig no dispusiera de cierta visibilidad o de papel reconocible podría tener consecuencias negativas, ya no solo en la líder, sino también en la propia marca en la Comunitat Valenciana. O lo que es lo mismo, el PP de Casado debería plantearse respaldar una cierta recuperación de la presidenta regional del partido o tomar la decisión absolutamente contraria para reiniciar el partido y evitar que otras fuerzas, especialmente Ciudadanos, les arrebate el protagonismo.


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