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AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

Proteccionismo versus Globalización

Foto: EFE

¿Le ocurrirá a la mundialización igual que a la materia?, que ni se crea ni se destruye, sólo se transforma

21/07/2018 - 

El químico Antoine-Laurent Lavoisier enunció, hace ya algún que otro siglo, la Ley de Conservación de la Materia, citada en la entradilla, y a la vista de la evolución de las últimas actuaciones proteccionistas de Donald Trump pudiera ser, como acabamos de insinuar-adelantar, le pueda ocurrir igual a la Globalización.

En estas mismas líneas del diario Valencia Plaza, se ha escrito mucho, y desde hace tiempo, sobre este nuevo orden mundial que surgió a finales del siglo XX. Desde Jordi Palafox, que ponía en duda, claramente, el fin de la Globalización, como adelantaba Stephen Daryl King en su obra “El Entierro del Nuevo Mundo: El Fin de la Globalización, el Retorno de la Historia”, y exponía como “La estrategia de Donald Trump es difundir la impresión de que la globalización forma parte del pasado. Nada más lejos de la realidad” (vamos un elemento más de la postverdad).

Por su parte Mariam Camarero, tras recordar muy acertadamente que este fenómeno no era algo nuevo en la historia y que había tenido lugar en diferentes oleadas a lo largo de ella, afirmaba que “La globalización debemos considerarla un dato, un hecho, más que una opción”. Y finalmente (por no transformar este artículo en un recopilatorio de opiniones y su codificación), el consultor Ignacio González analizaba que “la globalización no está en declive, simplemente evoluciona y cada día crece más y como todo lo que crece se transforma”.

En mi opinión, creo que este fenómeno de la Globalización se puede analizar desde múltiples perspectivas socioeconómicas, políticas, internacionales y culturales, siguiendo el criterio de sistematización de las relaciones humanas del profesor Juan Regla. Lo que está claro, a diferencia de lo que creía ese misionero ideológico que es Francis Fukuyama en su libro “El fin de la Historia y el último hombre”, es que cualquier proceso organizativo, etapa histórica, orden o desorden mundial está en continua transformación y tras un progreso y avance vertiginoso en las relaciones económicas, no tanto en las socio-culturales y mucho menos en las políticas, ha provocado que su interactuación chirríe y haya que ajustar (cual embrague) los distintos tiempos y modos organizativos.

Una de las formas (más clásicas) de ajustar los desequilibrios económicos provocados, en este caso, por la Globalización, se llama Proteccionismo. Porque con ocasión de esta etapa es palmario que han existido desajustes o disfunciones, como recoge la “Estrategia Española de Seguridad Una responsabilidad de todos” de 2011, llamándoles “Disfunciones de la Globalización”, y que de forma magistral desarrolla Florentino Portero en el número 159 de Cuadernos de estrategia del IEEE CESEDEN/MINISDEF.

Estas desajustes se pueden resumir, siguiendo al profesor Portero, y desde diferentes ámbitos, en; “Disfunciones Culturales”, que si me permite el profesor, me parece entender que existe o se pueden producirse fenómenos como son los llamados, por Samuel Huntington, “Choque de Civilizaciones”. También existen las “Disfunciones Políticas” al convivir regímenes políticos desiguales, como son nuestras minoritarias democracias frente a la mayoría de dictaduras que hay entre los casi 200 países de la ONU. También hay “Disfunciones Económicas” como consecuencia de la Interdependencia (otros lo llamarían la Teoría del Caos, o como un hecho que ocurre en cualquier lugar del mundo repercute en las antípodas) y la elevada competitividad entre países y sociedades. O las “Disfunciones de Seguridad” donde “Las infraestructuras de la comunicación suponen una vulnerabilidad aún mayor”, por lo que inevitablemente puede parecer que existe una multiplicación de las amenazas, aunque eso no derive en una menor o mayor seguridad necesariamente. Y finalmente también existen “Disfunciones Diplomáticas”, en donde al estar todos interconectados todo afecta a todos, por lo que hay que tener muy claro cuáles son nuestros Intereses, como defenderlos de forma coherente a largo plazo y utilizar la “Diplomacia en Red” (Colaborativa), en este mundo (tampoco en la antigüedad) nadie es tan grande ni poderoso como para actuar en solitario.

Es por tanto que en este proceso transformador y fruto, más que de la liberalización, de la desregularización (o ley de la selva) de las normas principalmente económicas, se han producido evidentes desequilibrios socioeconómicos, por lo que es lógico que se produzca un cambio de tendencia (cual movimiento pendular o efecto rebote) y surjan intentos de reordenación, llamados en este caso proteccionistas, que abandera el siempre mediático presidente USA.

Y claro está que los adalides de la globalización en su sentido más competitivo, recordemos a Xi Jinping en aquella cumbre del G20 donde fue el adalid del libre comercio, están preocupados. Por ejemplo esta semana la OCDE (Organización para la Cooperación el Desarrollo Económico) ha editado "La mirada a largo plazo: escenarios para la economía mundial para 2060" un informe en el que avisa de los peligros de las tendencias proteccionistas, es decir la guerra comercial USA versus China (más parece ser Europa), que conllevaría una reducción de la riqueza mundial de un 14,1%, aunque se reconoce en este trabajo que la senda del proteccionismo en los USA la inicio Barack Hussein Obama II, y no D. Trump, que lo único que hace es continuar esa tendencia.

Así pues, es patente, respecto a la situación económica, que los presidentes de los Bancos Centrales y Ministros de Finanzas, participantes este fin de semana del G20 en Buenos Aires (días 21 y 22 de julio) son pesimistas, y sobre todo los europeos después de que Trump afirmase que éramos (la UE) sus enemigos, y por eso Federica Mogherini, alta representante de la UE para la Política Exterior, afrimó que habría que preguntarle a Trump "a quién considera su amigo", según declaró a EFE esta misma semana.

Como consecuencia de todos estos encuentros y desencuentros, este 17 de julio, se ha firmado con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, un importante tratado comercial UE-Japón, -hay que buscar nuevos socios, o reforzar los ya existentes-, con motivo de la breve visita al país nipón del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, siguiendo el ejemplo de los acuerdos ya firmados con Canadá, México y ya veremos si se firma otro igual con Mercosur.

Y ya saben ustedes, como suelo decir, en épocas de cambios no hacer mudanzas, sigamos reforzando (o al menos manteniendo viva) la UE, pues la velocidad de los cambios históricos que se están produciendo es vertiginosa y nos podemos accidentar,… abróchense los cinturones.

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