Sus apuestas comerciales en València les permitieron encontrar un lugar, tras llegar de países y orígenes distintos, A medio camino entre la gran dimisión y la gran búsqueda
VALÈNCIA. Daphne Kniest, Tina Vaia, Victoria Grosso, la familia Gil Marcovecchio o Jessica van de Louw no se dedican a lo mismo. No llegaron a la ciudad en el mismo momento. Solo en algunos casos entrelazos, se conocen entre sí. En cambio, pertenecen a un colectivo tupido que comparte un mismo patrón. Hiladas por trazos similares, todas ellas decidieron de manera más o menos planificada que situarían su campo base en València. Compartían propósito por consolidar un modelo comercial pero, sobre todo, buscaban pulsar el botón de reset y tomar un nuevo rumbo que colmara algunas de sus aspiraciones personales.
A medio camino entre la gran dimisión y la gran búsqueda, sus casos persistentes localizan una veta relacionada con la cultura laboral emparentada con la calidad de vida.
Soy consultora creativa de espacios para marcas de moda y arquitectura.
Ahora también soy ceramista.
Conozco València desde hace muchos años, desde que trabajaba en Loewe en Madrid. Venía aquí todos los meses a ver proveedores. Sabía que tenía un gran bagaje en artesanía y cerámica.
Llegué en 2018, me mudé de Nueva York, así que sabía que estaba cambiando hacia una forma de vida muy diferente. Y mejor.
Aquí tengo muchos proveedores y tengo acceso para ir a otros lugares donde trabajo. Aunque configurar la vida aquí lleva un tiempo, el papeleo es complicado…
Intento apoyar a las empresas locales, a los artesanos y promover la artesanía de València a una audiencia mundial
València me ha traído a Mayo, nuestro perro, naranjas y una gran forma de vida.
Soy guía turística y florista. Tengo una floristería que se llama Flor de Luna.
Vine con unas amigas de vacaciones a València y recuerdo que íbamos en un taxi camino de la playa cuando les dije: "Me veo viviendo aquí". Ellas no lo entendían bien pero desde el principio tuve un buen feeling.
Acababa de hacerme autónoma para trabajar con los tours y llegó la pandemia. Sin trabajo y con mucho tiempo, junto a mi amiga y vecina Kris decidimos dedicar todo el tiempo que teníamos para aprender sobre flores, hacer fotos, crear una página web y meternos en el mundo de las redes sociales.
Como València no es muy grande, rápidamente conocimos a muchas otras emprendedoras y nos sentimos bienvenidas. Aunque los trámites burocráticos…
Aportamos a València la unión entre el concepto de decoración nórdica, más minimal y moderna con el estilo mediterráneo, más vivo y romántico.
València tiene miles de rincones bonitos para hacer fotos con nuestras flores.
Somos Carlos (el padre), Adriana (la madre) y Mery y Mili (las hijas). Tenemos una tienda de productos cero residuos llamada Hinojo.
Cuando emigramos a España lo más habitual era pensar en Madrid o Barcelona como principales opciones, pero no queríamos volver a caer en el caos de una ciudad grande y caótica como era Buenos Aires, donde vivíamos. Así que Valencia empezó a sonar como una ciudad perfecta para que una familia empezara de cero.
Nos conectó con lo genuino, con la tradición y el amor por lo hecho a mano y esos valores intentamos transmitirlos en nuestra tienda. Ha tenido altibajos, pero en València el comercio local siempre está ahí, y eso nos animó mucho a la hora de decidir abrir la tienda.
Intentamos construir un espacio donde la gente pueda encontrar todo lo que necesita para llevar un estilo de vida más respetuoso con el medioambiente y sobre todo compartirles que no es tan difícil hacer el cambio y que cualquier mínima acción hace la diferencia.
València nos enseñó a cuidar del entorno, a valorar lo local, lo artesanal.
Somos fundadores de Yours Hotel y Qualified Collective, una empresa que se dedica al diseño de interiores de yates con oficinas en Holanda y València.
Después de un viaje largo por Asia y Australia encontramos en València una ciudad donde sentirnos muy cómodos. Estar en Europa, que significaba estar más cerca de la familia, pero a la vez, disfrutando de un clima mediterráneo y una cultura diferente. El hecho de que era una ciudad pequeña, donde podríamos ir en bici a todos lados, estar cerca del mar y acompañados por el sol la mayoría de los días hizo el resto.
Cuando llegamos la ciudad era un secreto bien guardado. No era un sitio que mucha gente de fuera conociera ni donde el propio español venía de visita. Desde el principio vimos sus posibilidades. Quisimos un hotel pensado para un viajero que se interesa por la cultura, disfruta del diseño y valora la cercanía de los productos que consume.
A la vez, no ha sido para nada un camino fácil. El trayecto para tener todas las licencias en orden es largo. Desde que se compró la finca en 2017 pasaron cinco años hasta que pudimos abrir. Hay que tener mucha paciencia…
Hemos convertido una finca abandonada y antigua tintorería en un pequeño boutique hotel, lejos del turismo de masa. Es un proyecto familiar donde desde el principio hemos contado con profesionales del barrio.
Hemos visto crecer València, ver nacer tantos proyectos bonitos y una agenda cultural cada vez más amplia. Es una suerte formar parte de todo ello.
Tengo 24 años, estudié en Buenos Aires una carrera orientada al desarrollo y gestión de proyectos de hostelería. He abierto en València Fran Café.
Mi mudanza fue principalmente por necesidad. Estaba en una edad donde tenía que empezar a proyectar mi futuro. La elección de València fue casualidad, decidí dejar el país con mi hermana y una amiga que decidieron estudiar un máster aquí.
Dudamos si abrir una cafetería con este tipo de modalidad, take away, ya que todos mencionaban que en general a la gente le gusta sentarse en la terraza. Pero en vez de verlo como un riesgo, lo vimos como una oportunidad.
València tiene todavía mucho potencial por explotar, hay muchas tendencias que se encuentran en las grandes ciudades y van llegando de a poco aquí también. Eso lo veo como una facilidad o ventaja.
Me gustaría hacer posible un punto de encuentro donde todos son bienvenidos a disfrutar de un buen café con algo rico de pastelería artesanal.
Esta ciudad nos da calidez y cercanía. Generalmente llegamos siempre a conocer algo de cada persona que viene al local y eso hace que disfrutemos mucho más nuestro trabajo.