VALÈNCIA (EFE). Para reducir el gasto de agua y para minimizar la huella de carbono es fundamental poder medir “cada gota”, y eso es lo que permite el proyecto GO2 de Global Omnium, que ha conseguido “hacer posible lo imposible” y que ha convertido a València en una de las ciudades europeas con mayor eficiencia hídrica.
Así lo explica el director de Sostenibilidad de Global Omnium, Juan Luis Pozo, en una entrevista con la Agencia EFE, en la que destaca la importancia de la medición para poder reducir la ineficiencia y la contaminación.
En su opinión, en algunas organizaciones se ha instalado la idea del ‘greenwashing’ o "ecopostureo, que entiende la sostenibilidad como un mensaje, una forma de comunicar” sin abordar el problema en profundidad, pero advierte que “no se puede decir si uno es sostenible o no en su actividad si no sabemos cómo medirla”.
Para Pozo, esa medición y contar con sistemas de control precisos es fundamental “en un momento en que los recursos hídricos no es que sean un lujo, es que prácticamente no existen”.
En ese marco es en el que Global Omnium puso en marcha su herramienta GO2, un ambicioso proyecto de transformación digital que posibilita la medición en tiempo real de la red de agua permitiendo “saber dónde está cada gota en cada momento”, porque “no puedes evitar que se rompa una tubería, que es un bien físico, pero puedes saber en todo momento si se ha roto e intervenir al instante”.
Para conseguirlo, la clave está en la medición que, como detalla Pozo, no solo se hace gracias a los 800.000 contadores inteligentes de la red fija de comunicaciones que tiene el grupo Global Omnium, sino también gracias a un modelo matemático desarrollado por el Grupo y la Universitat Politècnica de València, que permite transformar los más de 20.000.000 de datos que se reciben diariamente en señales de alarma para actuar rápidamente dónde exista un problema.
El total de puntos de medida constituyen un “gemelo digital”, un sistema que replica la red de la ciudad y en el que, con inteligencia artificial, se pueden detectar fugas y roturas: si podemos medir que por un tramo de tubería suelen pasar 18 gotas, por ejemplo, y vemos que sólo pasan 17, indica que existe un problema sin tener que desplazarse físicamente para comprobar que hay una fuga.
Esa misma tecnología ha permitido a Global Omnium, a través de la herramienta GO2, ampliar sus mediciones al terreno de la huella de carbono, que indica la suma de gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente por una persona u organización.
Se trata de un sistema que la compañía había puesto en marcha al principio de forma interna, para controlar sus propias emisiones de gases de efecto invernadero pero que, en febrero de 2020, en el marco del confinamiento por la pandemia, adquirió su verdadera importancia para la compañía, que empezó a aplicarlo a la huella de carbono de la actividad turística, lo que permitió que la capital valenciana se convirtiera en una de las ciudades europeas más eficientes en esta materia.
“Todo el mundo habla de que hay que ser neutro en carbono, pero esto es un brindis al sol si no se mide el impacto real”, asegura el director de Sostenibilidad de Global Omnium, que apuesta por “no solo compensar emisiones, sino también por favorecer la economía de proximidad y la economía circular”.
Esos son los principios por los que se han guiado a la hora de medir la huella de carbono de la actividad turística en València, un proyecto certificado por Aenor que cuantifica el impacto de las visitas a la ciudad teniendo en cuenta variables como la llegada de los turistas al destino, el alojamiento, los consumos que hacen en la ciudad o el uso de servicios públicos como el agua, la gestión de residuos o el transporte urbano, entre otras cosas.
Del mismo modo, Global Omniun aplica esa medición a eventos como la Gala Michelín, que se celebró en la capital valenciana, el BBVA Open Internacional de Tenis de Valencia o el Trofeo de Tenis Conde de Godó, que se celebrará en Barcelona en abril de este año, la primera cita de categoría ATP en certificar su huella de carbono.
Pero las posibles mediciones no terminan en ciudades o eventos sino que, a futuro, “los campos de aplicación son infinitos”, según Juan Luis Pozo, que vaticina que “terminaremos midiendo incluso la huella de carbono que generan las reuniones presenciales en comparación con las videollamadas”.
Para el responsable de Sostenibilidad, “no se trata de plantear una utopía, de aspirar a que todo sea de partida neutro en carbono, sino de qué se hace para compensar esa huella o ese impacto que se deja”.
En este sentido, apuesta por que los proyectos de compensación de emisiones sean proporcionados y, predominantemente, locales: “Si un evento en Barcelona genera una huella de carbono equis en un entorno urbano, habría que compensarlo donde se produce esa huella, no replantando árboles en América Latina”.
Para lograr una energía más limpia, además, Pozo apuesta por las energías renovables, que ofrecen, dice, posibilidades reales: “Entre 2010 y 2020 se ha superado la producción prevista de este tipo de energías limpias en 8.000 veces”.
Entre ellas, apunta especialmente hacia el potencial del hidrógeno verde, que “puede sustituir a los combustibles fósiles en cuatro o cinco años si se quiere”. “Este es el planeta azul gracias a que hay agua, y son los recursos hídricos los que mejor nos permiten generar energías limpias y ser autosustentables”, concluye.