VALENCIA. Licenciada en Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones y empleada de una empresa del sector textil, Alicia Moreno ha cumplido este año el sueño de muchas valencianas: ser fallera mayor de la ciudad. Representante de un movimiento cultural único en el mundo, a punto de ser protegido por la Unesco, citamos a la del Cabanyal frente al Centro de Apoyo a la Inmigración del Carmen, en un set rodeada de arte urbano. Efímero, como las Fallas. “Es un sitio un poco extraño”. Nos excusamos antes de tiempo; ella responde con una sonrisa, dice que es original. Respiramos tranquilos. Históricamente infantilizada por la prensa y por la propia Junta Central Fallera, avisamos de que ésta es una entrevista diferente (incluida en el especial de Fallas de la revista Plaza). No le preguntaremos cuál es su color favorito. A sus 30 años —dato repetido hasta la saciedad desde el día en que Joan Ribó descolgó el teléfono— ahora le toca enfrentarse al público en un año marcado por la corrupción y un nuevo gobierno local que trata de implantar en tiempo récord su modelo de ciudad.
—¿Eres la fallera del cambio?
—No me considero la fallera del cambio. He llegado en el momento en el que, después de 24 años con Rita Barberá como alcaldesa, se ha tomado la decisión de cambiar. Yo las Fallas no las pienso cambiar, no voy a hacer nada diferente. Es lo que he vivido y lo que he mamado. Quiero aportar, no cambiar.
—¿ Qué quieres aportar?
—Quiero aportar solidaridad, germanor, hacerla extensiva a colectivos no falleros, trasladar el calor y el espíritu de la esta.
—¿Cómo haces activamente para ejecutar esa germanor?
—La corte de honor y yo pusimos en marcha una iniciativa muy bonita llamada ‘Proyecto Grinch’, mediante la que recogimos regalos para que ningún niño se quedara sin juguetes en Reyes. Los niños son todo ilusión y debe seguir brillando en sus ojos. Afortunadamente tenemos tirón mediático y fue todo un éxito.
—¿Qué supone realmente que las Fallas sean Patrimonio de la Humanidad?
—Es muy importante. La Unesco es un organismo con muchísimo nombre y el hecho de estar en su lista de Patrimonio de Humanidad es enriquecedor y significa que valoran las características de la esta, la cultura y la historia. Por otro lado puede aportar mucho a nivel económico, porque al final es algo mundial que hace que el turismo internacional se interese más por la fiesta.
—La campaña de Ibán Ramón gira en torno a la candidatura, ¿tienes algún cartel favorito?
—Me gustan todos, es una campaña muy innovadora, sobre todo el de la fallera, por la parte que me toca (ríe).
—Los carteles muestran una esta multidisciplinar, sin embargo muchas veces la prensa se centra más en tu gura que en otros aspectos, ¿está sobreexpuesta la fallera mayor?
—Todo en las Fallas tiene su importancia. Para la prensa la figura de la fallera mayor es muy importante porque representa todos los pilares; es la imagen visible. No creo que se sobrevalore, pero sí es cierto que la sobreexposición debería trasladarse al resto de ámbitos, como el teatro o la música.
—Estás en la cúspide de la pirámide, ¿cómo haces para trasladar el foco al resto de pilares?
—Por mi parte estoy ejerciendo un papel transmisor, defendiendo la importancia de los diferentes pilares en los actos a los que acudo. Pienso que el monumento es fundamental, sin él no habría Fallas. En la exposición del 75 aniversario Especial dije una palabras, transmití su importancia. Hay gente más peinetera, que sigue a la fallera, pero también seguidores del teatro o del monumento. Yo creo que tenemos que ser todos de todo.
—Cuando fuiste elegida se habló mucho de tu edad, como representante de un movimiento cultural, ¿te resulta extraño?
—No me extraña porque entiendo que desde el momento en el que recibí la llamada del alcalde me convertí en una persona pública y, obviamente, todos los sectores tienen derecho a opinar, y opinan. Estás expuesta a ello, siempre que sea sin faltar al respeto.
—¿Qué dirías a aquéllos que piensan que la imagen que se transmite es de mujer florero?
—Puedo entender que haya gente que lo pueda pensar, porque al final somos imagen más que nada. La figura de la fallera mayor siempre ha tenido opinión a su alrededor y actualmente está llegando mucho por la trascendencia que se da desde la prensa.
—¿Estás haciendo un esfuerzo consciente para que sea más que imagen?
—La fallera mayor, sabiendo el papel que representa y los seguidores que tiene, tiene el poder de que sus mensajes calen más que si vienen de un colectivo que, desafortunadamente, no tiene tanto tirón mediático. Sí creo que la fallera mayor debe ejercer un papel informador y transmisor.
—Cuando fuiste elegida, ¿tenías algunos mensajes fijados en los que querías incidir durante tu reinado?
—El tema de la solidaridad es fundamental en esta sociedad porque, desgraciadamente, hay muchas desigualdades. Con un granito de arena podemos hacer una montaña con los colectivos más desfavorecidos, ya sea gente con pocos medios o enfermos. Las Fallas son unión, es importante transmitirlo. Afortunadamente en los casales se ve esta unión, gente de diferentes ideologías que trabajan juntos por un mismo fin. Eso es lo que hace grande a las Fallas.
—Una tarea difícil la de la unir en estos tiempos, ¿cómo vives ser protagonista de polémicas cuando quieres ser una figura de cohesión?
—Hay ciertas decisiones en las que no puedo ejercer influencia porque vienen de Junta Central Fallera o del Ayuntamiento, pero intento en la medida de mis posibilidades dar mi opinión a las personas responsables.
—De la gestión del nuevo equipo de gobierno: dime un acierto y un error.
—Errores no se pueden decir (ríe). Acierto es el traslado de la Exposició del Ninot al Museo Príncipe Felipe, un enclave espectacular. Es el mayor museo de arte efímero, allí tiene más espacio y se puede ver mejor.
—¿Es una decisión personal no hablar de los errores?
—Pre ero no decirlo (reflexiona). Bueno, déjame que lo piense.
—Se habla mucho de la imagen de la ciudad, en un año en el que los ojos de la Unesco están puestos en Valencia, ¿cómo estás viviendo la ‘Operación Taula’?
—Es complicado. Es un momento difícil en el que ha estallado todo esto, tenemos las Fallas muy cerca y me da miedo que la polémica ensombrezca lo que estamos intentando transmitir. Que la ‘Operación Taula’ pueda afectar a que la Unesco declare Patrimonio las Fallas es algo que temo. Espero que no, hay que saber separar Fallas y política.
—¿En qué aspectos culturales de los que forman las Fallas eres más activa?
—Indumentaria. Es mi pasión, de hecho me gustaría tener mi propia tienda. A nivel de monumento participaba más de pequeña, recuerdo que visitaba el taller de Salva Dolç y ayudaba a hacer los ninots. En mi falla también he hecho los llibrets durante siete años... ¡he hecho de todo!
—¿Cuál es tu opinión al respecto de la situación actual de Ciutat Fallera?
—Hay que dar la importancia que se merece a los artistas. Es fundamental que se rehabilite y se amplíe para que muchos de los que no están puedan trabajar allí. Ellos contribuyen al desarrollo económico de la ciudad, no sólo plantan monumentos. Manolo García, por ejemplo, hizo la beluga de Fitur. Trabajan en ferias, para clientes particulares... Ya que nos dan tanto, les tenemos que devolver su aportación en el ámbito social y artístico.
—Me queda pendiente saber en qué crees que se ha equivocado el nuevo gobierno...
—Ha habido decisiones tomadas por intentar mejorar ciertos aspectos o regirse a ciertas normas pero, al final, se han dado cuenta de que las Fallas son diversidad y las han corregido.
—Imagino que hablas de los poemas de Ampar Cabrera —ganadora del concurso de Lo Rat Penat—, que Pere Fuset descartó para el libro ofcial por usar un valenciano no normativo, rectificando después.
—Te lo digo así que creo que es mejor.