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el billete / OPINIÓN

Pues a mí me gusta

31/07/2022 - 

Hará unos 30 años, el Ayuntamiento de València remodeló la plaza de Vannes, en la que jugué muchas veces porque al lado vivían mis abuelos paternos. Era una zona ajardinada con el suelo todo de tierra que la gente con cierta edad recordará porque allí se plantaba la falla infantil de Espartero-Ramón y Cajal, que durante diez años seguidos desde finales de los setenta ganó el primer premio de la Sección Especial. El resultado de la remodelación fue una plaza pavimentada con árboles jóvenes que no daban sombra.

Las críticas contra el "cemento" no se hicieron esperar, encabezadas por María Consuelo Reyna desde Las Provincias. Está muy generalizada la idea de que cualquier superficie dura en un espacio público de esparcimiento es indeseable, y más si la vegetación brilla por su ausencia. Pasó cuando se inauguró el Paso Marítimo, cuando el Parque Central y ahora con la recién remodelada plaza de la Reina.

El caso es que los árboles crecieron, como es natural, y gracias a su hoja caduca hoy la plaza de Vannes es una de las más agradables de la ciudad para tomar el aperitivo, al solecito en invierno y a la sombra en verano, con su suelo duro que no ensucia los zapatos ni se embarra con la lluvia.

Plaza de Vannes. VP

Aquello me enseñó a no criticar la falta de árboles y de sombra en las plazas y parques recién estrenados, a fijarme en otras cosas, porque los árboles tienen la costumbre de crecer y dar sombra. Se pueden poner árboles más grandes para el estreno, pero como son más caros, si no te pueden criticar por falta de sombra te criticarán porque te has gastado más de lo necesario, como le pasó en su día a una concejala llamada María Jesús Puchalt cuando compró árboles del amor ya creciditos, a 1.000 euros la unidad, para la plaza del Ayuntamiento.

Las ciudades vivas se caracterizan por tener encendidos debates urbanísticos tanto de nivel profesional como en el ámbito ciudadano y, por supuesto, el político. València muestra estar muy viva cuando se inauguran espacios, como es el caso de la plaza de la Reina, pero uno echa en falta ese mismo interés cuando se presentan los proyectos, que sería el momento de discutir. Por ejemplo, ¿dónde está el debate sobre las cinco propuestas sobre la futura plaza del Ayuntamiento? ¿Lo dejamos para cuando se inaugure con árboles jóvenes que no den sombra?

La propuesta de la UTE Escario Arquitectos-Tomás Llavador Arquitectos e ING Auraval-Llogaritme, dirigida por José María Tomás Llavador, se conocía desde marzo de 2018 y hay que decir que el resultado, quitando la juventud de la vegetación, es bastante fiel a lo anunciado, como no podía ser de otra manera. 

José María Tomás, cuando presentó el proyecto en presencia de Giussepe Grezzi. Foto: AYUNTAMIENTO DE VALENCIA

Lo que pasa es que el bosque de aquel render no nos dejó ver los árboles. Quizás decepcionarían menos los despachos de arquitectos si en sus figuraciones virtuales –renders– tanto de espacios públicos como de promociones privadas dejasen de engañar al ojo humano con esas frondosidades tropicales, esos suelos de piedra caqui, esas calzadas en gris verdoso, esos arbustos que salen por los balcones y las azoteas y, en definitiva, esos filtros verdes que aplican a las imágenes para naturalizar lo que no es natural. Porque luego llega uno a la inauguración con aquel render donde correteaban los niños en el recuerdo y siente cierta desilusión ante la ausencia de verde.

El caso es que, animado por el debate público sobre la renovada plaza de la Reina y después de ver la fotogalería del día de la apertura que publicó Valencia Plaza, el viernes aproveché que llegaba en coche a València para ir directamente a verla y, de paso, probar el parking, que encontré porque sabía dónde estaba ya que no está suficientemente indicado cuando llegas desde la calle de la Paz. Gracias a que se había ido la luz, me salieron gratis los 20 minutos que estuve allí porque un amable encargado de la EMT, que gestiona el aparcamiento, consideró justo que no pagara, por las molestias.

Lo peor de la visita fue el calor y la humedad –las 12 del mediodía de un 29 de julio no era un momento idóneo para tomar la temperatura a la plaza, pero no tenía otro–, y lo mejor, los comentarios de los curiosos que se habían acercado a ver el resultado. De todos los colores, con más pitos que palmas, dicho en lenguaje taurino.

Foto: KIKE TABERNER

La crítica más repetida, que "no hay árboles", aunque yo vi más que en la plaza de la Virgen, por poner un ejemplo cercano, y que en la plaza del Pilar de Zaragoza, por poner uno lejano donde el otro día estaban a 42ºC. En realidad hay 115 árboles, según el concejal Giussepe Grezzi. Lo que pasa es que los árboles tienen que crecer y las palmeras desplegar sus hojas. Sin pasarse, que tampoco es cuestión de tapar las excelentes vistas del contorno de la plaza. Por otro lado, hablamos de una plaza peatonal con vistas a la Catedral y al Micalet por donde van a pasar millones de turistas al año, no de un jardín ni de un parque.

Lo que sobra, en mi opinión, son los toldos en medio de la plaza, que dicen que son solo para los meses de calor y que en invierno los quitarán para que no tapen la vista completa de la Catedral. Sospecho que dentro de un par de veranos, cuando los árboles den sombra, ya no se repondrán, porque en días de calor como el viernes no tiene mucho sentido plantarse ahí en medio para aliviarse un par de grados teniendo la sombra de los edificios o de los árboles.

Tampoco parecen necesarios los grandes prismas rectangulares de cristal que sirven de entrada al parking por una simple escalera, por no hablar del enorme bloque de urinarios públicos que podían haber instalado en el parking subterráneo sacrificando unas cuantas plazas de aparcamiento en lugar de ese espacio en la superficie.

Una de las entradas al aparcamiento. Foto: KIKE TABERNER

Los criticados bancos "sin respaldo" se llenarán de gente cuando no haga tanto calor –también los hay con respaldo, aunque menos, al pie de los árboles– y los juegos infantiles tienen los días contados por el uso de tanta gente de paso. 

Creo que la plaza acabará siendo atractiva para valencianos y turistas y cobrará protagonismo en la vida de la ciudad con un diseño que supera con nota al que teníamos, propio del desarrollismo en el que lo más importante era el coche. 

En resumen, a mí me ha gustado bastante la nueva plaza de la Reina, con las matizaciones apuntadas, pero esto es solo la opinión de un ciudadano que pasó por allí; opinión contraria, sospecho, a la de la mayoría, que espero que dentro de un par de años me den la razón.

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