VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, aplicó este lunes -no sin ciertas dificultades- su capacidad de adelantar las elecciones autonómicas. Una maniobra que conlleva la coincidencia de esta cita electoral el próximo 28 de abril con los comicios generales que su compañero de partido Pedro Sánchez había convocado semanas atrás.
La jornada fue compleja y llena de matices. Una cosa quedó clara, eso sí, la legislatura del Botànic ha terminado de una forma abrupta. Un destino que, de algún modo, auguraba el PP y que los socios del Consell -PSPV y Compromís- se habían encargado de negar o minimizar cuando se producían conflictos.
"El Botànic es a prueba de bombas", había repetido en numerosas ocasiones la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. Y lo cierto es que hasta este lunes había estado acertada en lo irrompible de este pacto, si bien es posible que su seguridad respecto a la solidez del acuerdo fuera respecto a los ataques del exterior y no a la implosión de la alianza desde dentro. De hecho, la vicepresidenta del Ejecutivo cerró esta etapa con una frase que se convirtió en epitafio: "Esta ha sido la única decisión que el Consell no ha tomado por unanimidad". Y era una decisión importante.
Pero, ¿qué ocurrió este lunes? Básicamente, lo ocurrido pasa por una decisión unilateral de Puig de convocar las elecciones autonómicas a pesar de la oposición de Compromís. Así, pese a que en reiteradas ocasiones se había señalado tanto por el jefe del Consell como por su entorno que un golpe de timón sería consultado con sus socios, la sensación es que solo se contó con la coalición para una comunicación en la recta final a beneficio de inventario. Consecuencia: rechazo de Compromís en el pleno del Gobierno valenciano y decreto aprobado gracias al voto de calidad de Puig que deshacía el empate. De esta manera tan ruda terminaba el idilio botánico, con un portazo y posteriores reproches lanzados de un palacio a otro.
Ahora bien, para entender lo ocurrido conviene separar en dos apartados la decisión de Puig de adelantar las elecciones autonómicas. Una, referido al propio proceso del anuncio y al debate interno ocurrido en los últimos meses sobre la cuestión. Otra, se centra principalmente en los beneficios que puede traer para el PSPV-PSOE el anticipo electoral.
1. El adelanto en sí y el 'donde dije digo digo Diego'. Por mucho que se esfuercen los ideólogos del PSPV y el equipo de Presidencia, resulta difícil encontrar razones de verdadero peso que justifiquen un adelanto electoral de menos de un mes. Más aún cuando el propio Puig se movía hasta hace pocos días en la frase "posible pero no probable". Tampoco resulta demasiado convincente el hecho de que antes se repudiaba la posibilidad de concurrir en un 'superdomingo' con todas las elecciones incluidas las generales y ahora se mueva el calendario apenas un mes justo para hacerlas coincidir.
De la misma manera, también tiene muchas fisuras el discurso del calendario propio: conseguir que los valencianos se diferencien del resto de elecciones autonómicas. Eso habría tenido sentido meses atrás y sin coincidir con los comicios estatales. Ahora, la Comunitat Valenciana irá a un escenario nacional donde debates como Cataluña o, básicamente, los que decidan los medios estatales, se pondrán sobre la mesa complicando la visibilidad valenciana.
No obstante, estos fueron los argumentos que el presidente Puig defendió este lunes antes los medios. El deseo de influir en el debate nacional, su propuesta de una "España valenciana", el rechazo a aquellos que quieren "la confrontación" y "el maniqueísmo" o el aprovechamiento de "la voz propia" del Botànic fueron los argumentos esgrimidos en una comparecencia en la que el presidente mostró solvencia pero sin llegar a poner sobre la mesa razones incontestables para, además, unir su destino al otrora enemigo íntimo Pedro Sánchez.
Eso sí, Puig fue honesto cuando se le preguntó por su tardía consulta a la vicepresidenta Oltra sobre el adelanto: "Esta es una responsabilidad del presidente, como en cualquier país democrático. Yo no quiero dividir mi responsabilidad", sentenció. Así pues, si al líder del PSPV le sale bien la jugada merecerá ese reconocimiento, así como -que quede para la posteridad- dirigentes socialistas de su círculo de confianza como el síndic Manolo Mata o el diputado Alfred Boix, que son los que vienen apostando fuerte por esta medida.
2. El adelanto por los números o el cuento de la lechera. Así, analizado el método para justificar un anticipo electoral de menos de un mes, toca centrarse en por qué se adelantan realmente los comicios autonómicos. Esta es una cuestión numérica cuyo beneficiario principal es el PSPV, más allá de que algunas de las cuestiones esgrimidas coincidan -casi porque pasaban por allí- con la realidad.
Los socialistas valencianos creen que la movilización que Sánchez logrará para frenar a un tripartito de derechas -Vox incluido- será alta y conllevará un voto útil que esquilmará a Unidas Podemos, pero que incluso puede hacer flaquear a Ciudadanos. En esta línea, Compromís, como fuerza radicada únicamente en la Comunitat Valenciana, apunta a perder peso en una cita simultánea con España. Con estas cuentas, la tesis del PSPV se centra en que subirán incluso por encima del 30% y sus socios se mantendrán suficientemente para que vuelva a existir gobierno de izquierdas en la Comunitat, eso sí, con los socialistas en una posición más predominante.
¿En qué se basan estos cálculos? Se entiende que nadie toma una decisión así sin encuestas o estudios electorales, por lo que probablemente existan aunque no hayan trascendido. Más allá de la bola de cristal que use algún dirigente socialista, esta teoría podría tener visos de ser cierta y consagrar a Puig como un presidente arrojado que toma una decisión arriesgada pero exitosa. Ahora bien, sorprende truncar el proyecto del Botànic de forma tan escabrosa y jugarse toda la credibilidad y trayectoria como presidente de la Generalitat con un movimiento de estas características. O todo o nada. O salir por la puerta grande o marcharse como el dirigente que adelantó un mes para perder.
Ahora bien, los socialistas tampoco dan puntada sin hilo. A su juicio el ticket Oltra-Baldoví será lo suficientemente fuerte para aguantar el tipo y, por otro lado, Podemos tendrá un mejor rendimiento en las autonómicas con la implicación de Pablo Iglesias.
Pero otro argumento ha sido clave en la decisión, al menos así lo aseguran algunas fuentes socialistas. El PSPV ha querido cerrar el paso a que Compromís pudiera tener margen de maniobra para buscar in extremis algún acuerdo preelectoral con Podemos, que quizá pudiera entregarse a la coalición ante unas malas previsiones autonómicas tras las generales. Esta posibilidad de sorpasso inquietaba a la formación de Puig incluso aunque no hubiera un acuerdo, dado que si ambas fuerzas políticas por separado sumaran más que el PSPV podría reavivarse el debate sobre las aspiraciones de Oltra para ser presidenta.
Precisamente en esta clave de desazón leían dirigentes del PSPV el malestar de Oltra, quien compareció este lunes después de Puig para lamentar la decisión del presidente e insistir en que el mensaje de singularización "no es compatible" con convocar las elecciones autonómicas con las generales. En esta línea, la vicepresidenta afirmó no saber las razones por las que Puig actuaba y se manifestó "leal" al Botànic además de sembrar dudas sobre la legalidad de la convocatoria por la disposición quinta de la Loreg, considerando que cualquier partido "podría recurrirla".
Oltra, sin decirlo, deslizaba que la iniciativa de Puig se debía a mero tacticismo, algo de lo que era acusada también desde las filas socialistas, al considerar que su enfado provenía de las menores posibilidades de Compromís en una convocatoria conjunta. Esto, aunque cierto, no podía separarse del argumento que esgrimía la coalición de que era Puig quien había decidido un camino "incoherente" respecto al "espíritu" que se había ido transmitiendo en los últimos meses.
Por otro lado, respecto a la estrategia socialista, los autores intelectuales del anticipo -desoyen encuestas como la de Valencia Plaza- y confían en que en esta ocasión los resultados estatales les beneficiarán pese a que el histórico nacional evidencia la potencia de fuego de la derecha en este tipo de convocatoria. Las fuerzas de izquierdas lograron imponerse en 2015, en 2004 de forma muy apurada y en 1996. En el resto de citas, la derecha se ha mostrado superior y el PP siempre ha estado por encima de los socialistas desde 1989.