En Les Rotes de Dénia yo sería feliz. Prefiero contemplar el mar a meterme en él. Y Les Rotes son algo así como estar en la cubierta de un barco, el mejor lugar para que se sequen los pulpos.
No es el pulpo un producto fácil para que quede en su punto exacto. Se puede intentar, pero vale la pena que nos concedamos varias oportunidades. Y no te digo si se trata de preparar el pulpo seco. Mi elección, cuando lo quiero comer, es ir a Sendra, en Les Rotes, donde el pulpo seco cocinado directamente sobre la llama es rey y reina, todo a la vez.
La estampa visual de estos octópodos abiertos como un abanico y colgados con una caña de los hilos de tender es toda una declaración de intenciones. La familia Sendra lo sabe y por eso sigue la tradición a rajatabla: lavar los pulpos bien para borrarles cualquier rastro de arena; darles tres días de sol y brisa marina; tostar cada pata —de forma individual— directamente en la llama, hasta que queden bien doradas; eliminar gracias al rascado las partes chamuscadas; cortar las patas en rodajas muy finas; colocar los trozos en el plato y aderezar con unas gotas de jugo de limón y aceite de oliva. El plus es que te lo traigan aún caliente a la mesa. Y en Sendra, todos y cada uno de los pasos, los ejecutan a la perfección desde hace casi 50 años.
En Les Rotes yo sería feliz… ¿y a que ustedes también?