ALICANTE. Los precios de los alimentos siguen repuntando y por mucho que estamos queriendo contener la inflación parece que no paramos esa subida. Sin embargo, hay esperanza ya que en términos reales la variación de precios está contenida. Si anteriormente planteábamos que uno de los retos más difíciles a los que nos enfrentamos consistía en lograr alimentar a una población mundial, que ya ha rebasado los 8.000 millones de almas, ahora tenemos que considerar seriamente un contexto de cambio climático que ya está enseñándonos los dientes y cuyo impacto es inmediato y palpable.
Esta preocupación cada vez mayor respecto al cambio climático está aumentando la presión sobre las empresas relacionadas con la industria alimentaria, quienes necesitan transformarse y mejorar sus procesos para lograr un mayor grado de sostenibilidad. Recordemos que Naciones Unidas ya en 1987 definió la sostenibilidad como lo que permite "satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias". Ahora en el 2023 está claro que más que nunca hay que ponerse serios.
Decisiones unilaterales de algunos países -como las que adopta la India, que limita las exportaciones de arroz para solventar el desabastecimiento de su mercado doméstico después de las inundaciones sufridas- no contribuyen a mejorar la situación y aumentan los riesgos de inflación en los precios del arroz. Recordemos que la India contribuye con el 40% de las exportaciones mundiales de arroz, y esta medida es muy preocupante para los países que basan su alimentación en este cereal y necesitan importarlo.
Además, la invasión rusa de Ucrania está impactando negativamente la exportación fluida de granos y aceites comestibles de Ucrania; el fenómeno meteorológico El Niño está causando estragos en el continente americano; y la sequía en Europa nos está dejando con una producción muy inferior a la demandada. En este contexto será extremadanamente difícil contener los precios de los productos alimentarios tal como señala la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en su nota sobre la Situación Alimentaria Mundial.
Se puede apreciar claramente en el gráfico anterior cómo han evolucionado los precios reales -contando con el componente inflacionista- de los alimentos desde 1960 y lo más notable es que estamos hoy en los mismos niveles que entonces. Lo primero que se ve es que se repite el comportamiento de los precios reales después de una situación de alta inflación, también generada por el aumento de los precios energéticos de 1973, para luego disminuir y consolidar niveles bajos en los siguientes años. La situación que vivimos ahora nos hace pensar que un comportamiento similar de los precios va a ocurrir, siempre y cuando enfoquemos el problema con las medidas adecuadas y con una inflación contenida. La crisis alimentaria ha sido desde décadas el elefante en la habitación, nadie quería hablar del tema, pero ahora es cuando realmente nos empezamos a preocupar.
Los factores geopolíticos fueron los que propiciaron los aumentos de precio de la alimentación entre un 16 y 20% en Europa en 2022 y han supuesto una subida del coste de vida, sólo visto anteriormente en los 70 y con la crisis de 2008, aunque esta tendencia puede cambiar a corto plazo si estos mejoran. Con una demanda de alimentos creciente por el aumento poblacional global, la necesidad de satisfacer la demanda de alimentos sin aumentar los precios reales es cada vez más un gran desafío para el futuro, especialmente a raíz del avance del cambio climático y el contexto geopolítico. Algunos países ya intentaron en los 70 introducir reformas para desacelerar el crecimiento poblacional para como China con su 'One is enough' para así bajar la demanda de alimentos futuros aunque esta medida ya dejó de existir en 2016.
Otro gran punto a considerar es la adopción de políticas adecuadas, como las propuestas por el World Bank, reduciría las distorsiones de precios, promovería un crecimiento de la productividad resiliente y sostenible y fortalecería las cadenas de valor. Con ello se persigue mejorar la seguridad alimentaria que tanto se necesita a nivel global y que la transición hacia la producción sostenible de alimentos sea rápida y eficaz.
Otras organizaciones internacionales como el WWF cree que el precio de los alimentos debe tener en cuenta los beneficios o impactos negativos que los alimentos aportan a la naturaleza, el clima y nuestra salud, haciendo así que las dietas sostenibles y saludables sean más asequibles y accesibles. Pero claro asumiendo el consumidor este sobrecoste y claro está que este no va a estar de acuerdo. Según un estudio de WWF, en 11 países europeos de este organismo, el consumidor demanda que los precios de los productos sostenibles sean inferiores a los de los productos no sostenibles.
Y esto ya está en el punto del día en la Comisión Europea con una propuesta legislativa FSFS -marco legislativo para los sistemas alimentarios sostenibles-, que se adoptará a finales de 2023 con el objetivo principal de promover la coherencia de las políticas a escala de la UE y nacional, integrar la sostenibilidad en todas las políticas relacionadas con los alimentos y reforzar la resiliencia de los sistemas alimentarios. Por lo menos da un respiro ver que las expectativas de inflación a largo plazo publicadas por del Banco Central Europeo no han cambiado, dejándolo en un 2,1% para 2027 y 2028, después de un 5,5% en 2023, 2,7% en 2024, y un 2,2% en 2025.
Para terminar veremos que en cuanto se solucione el problema de la sequía, las leyes de oferta y demanda de mercado a corto plazo devolverán el aceite de oliva volverá a su nivel de precio real, tal y como ha pasado siempre.
Desde el mundo empresarial introducir el concepto de sostenibilidad en la producción alimentaria es necesaria y casi obligatorio. Las empresas para hacer frente a este problema deben llevar a cabo proyectos de investigación y desarrollar soluciones para un poder mejorar las producciones de alimentos. El objetivo final radica en crear un ecosistema alimentario sostenible a través de la utilización de la tecnología y la innovación para lograr prácticas eficientes de producción y suministro a lo largo de toda la cadena de valor de producción que propicien un entorno controlado de la volatilidad de los precios reales.
René Bauch es asesor financiero de la EAF alicantina gCapital Wealth Management EAF que asesora el fondo Gestión Boutique gCapital Total Market (ES0116831050). Puede contactar con el autor para solventar cualquier duda o interesarse por los servicios de gestión patrimonial de gCapital escribiendo a [email protected] o [email protected]
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