La sentencia del Tribunal Constitucional Federal de Alemania sobre la ampliación del balance del Banco Central Europeo (BCE) vuelve a poner sobre la mesa una vieja cuestión como analizan los expertos de DWS
MADRID. La sentencia del Tribunal Constitucional Federal de Alemania sobre la ampliación del balance del Banco Central Europeo (BCE) vuelve a poner sobre la mesa una vieja cuestión. Esta aparente expansión de la oferta monetaria, que se está llevando a cabo principalmente mediante la compra de bonos por parte del Bundesbank y de otros bancos centrales nacionales de la eurozona, ¿conlleva un riesgo importante de inflación?
Hasta los que se declaran no monetaristas tienen que admitir que la inflación es un fenómeno monetario. La oferta monetaria -multiplicada por la velocidad de circulación- debe corresponder al valor nominal de todos los bienes y servicios comercializados durante un periodo de tiempo determinado. Si la oferta monetaria aumenta pero la velocidad del dinero en circulación y la cantidad de bienes y servicios se mantienen constantes, el nivel de precios aumentará, es decir, se generará inflación.
Hasta aquí, todo bien. Pero ¿qué es exactamente el dinero? Si nos paramos a pensarlo, la pregunta no es en absoluto trivial. Como acabamos de ver, la inflación se produce cuando hay demasiado dinero en circulación con respecto a la cantidad de bienes y servicios. Estos bienes y servicios se pueden pagar en efectivo, pero también con una tarjeta de débito o incluso a crédito.
Por el contrario, el dinero ahorrado en un depósito a plazo que se mantiene durante décadas no formaría parte del dinero disponible para realizar compras; como tampoco lo haría el efectivo físico que lleva años guardado en una caja fuerte y, por lo tanto, retirado de la circulación. Por otro lado, la inversión en acciones con la que alguien planea comprarse un coche deportivo el año que viene equivale en este sentido a dinero disponible para realizar una compra dentro de un año.
Estas consideraciones explican en parte por qué los economistas de la eurozona siguen teniendo en cuenta la masa monetaria M3 que, a diferencia de otros agregados monetarios más restrictivos, incluye todo lo mencionado anteriormente, excepto las acciones. Lo que nos lleva de nuevo a la pregunta original: ¿por qué la expansión de los balances de los bancos centrales no provocará necesariamente inflación?
Como muestra nuestro Gráfico de la Semana, desde 2009, la masa monetaria M3 no ha crecido tanto como el balance del BCE. De hecho, en la última década, el crecimiento de la M3 se estancó durante varios años, lo que sugiere que gran parte de la liquidez proporcionada por el BCE nunca llegó a la economía real.
Esto también explicaría por qué la tendencia de inflación subyacente, medida por la tasa de inflación básica, se encuentra aproximadamente al nivel de hace diez años. Para que esto cambie, suponemos que, primero, la masa monetaria M3 tendría que empezar a crecer a un ritmo similar al del balance del BCE.
Equipo de Análisis de DWS