VALÈNCIA. Alrededor de un 35% de las mujeres que recurren a un tratamiento de reproducción asistida para ser madres apuestan por la ovodonación, una técnica que consiste realizar una FIV (Fecundación in vitro) utilizando los óvulos de una donante anónima y los espermatozoides de la pareja de la receptora o de un donante. El embrión resultante de este proceso en el laboratorio se transfiere al útero de la paciente, donde se desarrolla a lo largo del embarazo.
A pesar de tener una tasa de embarazo elevada (alrededor de un 90%), el proceso de la ovodonación genera muchas dudas, entre ellas cómo se seleccionan los óvulos de las donantes o qué factores genéticos/epigenéticos influyen en esta decisión.
Tal y como ya hemos explicado, la única diferencia entre una ovodonación y una FIV "convencional" es que en el primer caso se usa un óvulo donado por otra mujer en lugar de un óvulo propio de la paciente.
En nuestro país, la ovodonación es una técnica consolidada con muy buenos resultados. Además, la legislación expone de forma precisa todo lo relativo a la ovodonación y a la transferencia de embriones a la receptora, un proceso que podemos dividir en cinco fases:
La donante de óvulos se somete a una estimulación ovárica controlada. La duración de este proceso es variable (entre 10-14 días) y el objetivo es extraer una media de entre 12-15 ovocitos maduros.
Una vez extraídos los ovocitos, se realiza el procesamiento de los mismos en el laboratorio. Para ello, se eliminan las células que los rodean y los óvulos se clasifican en función de su grado de madurez.
En esta misma fase se procesa la muestra de semen que se va a utilizar en el tratamiento (independientemente de que sea de la pareja o de un donante anónimo): primero se elimina el plasma seminal y, después, se seleccionan los mejores espermatozoides para realizar la inseminación.
Una vez preparados ambos gametos (óvulos y espermatozoide), se realiza la inseminación de los ovocitos maduros.
En la mayoría de los casos, la inseminación se realiza mediante la ICSI, una técnica que consiste en la inyección intracitoplasmática de un espermatozoide dentro de cada ovocito.
Tras la inseminación, los ovocitos se depositan en un incubador de última generación con tecnología Time Lapse para realizar el cultivo embrionario durante los seis días posteriores.
Gracias a las imágenes que captura el incubador, los médicos pueden valorar el estado de los embriones y seleccionar aquellos con un mayor potencial de implantación.
Tras 5 o 6 días en cultivo, se selecciona el embrión evolutivo con un mayor potencial de implantación para ser transferido al útero materno.
Previamente, la mujer receptora debe someterse a un tratamiento hormonal controlado con el objetivo de preparar su endometrio para la transferencia embrionaria.
La transferencia embrionaria es un proceso sencillo y seguro para la futura madre que se realiza introduciendo un catéter recogido por la vagina, es decir, haciendo al mismo tiempo una ecografía abdominal para visualizar el catéter y el útero. De esta forma, el embrión obtenido en el laboratorio se deposita en el útero materno.
Durante la ovodonación se obtienen varios óvulos para ser fecundados. Lo habitual es fecundar los de mayor calidad y obtener varios embriones durante este proceso, aunque finalmente solo uno de ellos (el de mayor potencial de implantación) es transferido al útero de la madre.
Los embriones sobrantes son criopreservados para su utilización posterior.
La ovodonación o FIV con donación de óvulos no suele ser la primera opción cuando una mujer o una pareja acuden a una clínica de fertilidad. Sin embargo, es la alternativa adecuada para mujeres que no pueden tener hijos con óvulos propios debido a problemas de fertilidad relacionados con alteraciones genéticas, problemas con sus gametos o edad avanzada.
La ovodonación está especialmente recomendada para mujeres que presentan fallo ovárico por diferentes motivos, entre ellos:
Disgenesia gonadal pura (Síndrome de Swyer), Síndrome de Turner, Síndrome de Savage u Ooforitis autoinmune.
Cese de la función ovárica antes de los 40 años (fallo ovárico prematuro).
Etiología iatrógena (por exposición a radiaciones, quimioterapia o castración quirúrgica por cirugía ovárica debido a tumores, endometriosis, etc.), defectos enzimáticos, trastornos autoinmunes o trastornos hereditarios (como el síndrome X-frágil9.
Menopausia (a partir de los 40 años).
Igualmente, la ovodonación es una técnica idónea para mujeres de edad avanzada, bajas reponedoras, con baja calidad ovocitaria o con fallos de fecundación/implantación y abortos de repetición tras tratamientos FIV.
Otros casos en los que la tasa de éxito de la ovodonación es elevada están relacionados con alteraciones genéticas en la receptora como enfermedades autosómicas dominantes o recesivas, enfermedades ligadas al sexo (como la hemofilia) y mosaicismos, inversiones, traslocaciones, delecciones o mutaciones en el cromosoma X.
La elección de las donantes es una parte fundamental de la ovodonación.
La donación de óvulos en España es un proceso regulado que garantiza en todo momento la ética de los procesos médicos y biológicos implicados, así como la salud de las donantes y del embrión producto de la donación.
En España, la donación de óvulos es un acto anónimo, solidario y altruista. Todas las donantes son mujeres jóvenes, de entre 18 y 35 años y en buen estado de salud física y psicológica.
En este sentido, y para garantizar la máxima calidad genética de los óvulos donados, se excluyen como donantes de los programas de ovodonación a mujeres con antecedentes familiares de malformaciones ligadas a cromosomopatías, genopatías o metabolopatías; mujeres con enfermedades genéticas, hereditarias o congénitas transmisibles; y mujeres que se considera que no están en condiciones psicofísicas adecuadas.
De la misma forma, para la elección de la donante se tienen en cuenta factores epigenéticos que pueden favorecer el éxito de la ovodonación, es decir, que se estudian aquellas modificaciones en la expresión de los genes que no obedecen a una alteración de la secuencia del ADN y que son heredables.
Por otra parte, se intenta que la donante y la receptora tengan el máximo parecido posible. Para ello, se recogen datos relacionados con su fenotipo y grupo sanguíneo. Así, se intenta que donante y receptora compartan raza, etnia, grupo sanguíneo, altura, color de ojos o color de pelo.
De la misma forma, y para descartar la aparición de enfermedades recesivas que se puedan transmitir a la descendencia, antes de la fecundación se realiza un emparejamiento genético (matching) entre la donante y la pareja de la receptora (o el donante de semen en caso de necesitarlo).
Esta prueba garantiza la compatibilidad de ambos gametos y aumenta las posibilidades de implantación para conseguir un embarazo viable y un hijo sano.
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