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LA OPINIÓN PUBLICADA / OPINIÓN

¡Que viene el NO-DO de Tezanos!

28/09/2019 - 

Muchos de ustedes tal vez recuerden o conozcan el NO-DO, noticiario cinematográfico que inundaba las salas de cine de España durante el franquismo. En un país como España, donde la televisión no fue objeto de consumo de masas hasta finales de los años sesenta, el público estaba ávido de imágenes. En su mayoría, imágenes de evasión: películas de ficción, españolas o extranjeras (estas últimas, convenientemente apañadas por la censura que convirtió en hermanos a los amantes de Mogambo y otros grandes éxitos). Si bien el público no sólo quería ficción, sino también imágenes de lo que sucedía en el mundo y en España. 

Y allí estaba la dictadura franquista para proporcionarles el inenarrable NO-DO, plagado de imágenes y discursos triunfalistas que exaltaban la grandeza de la España de Franco y, naturalmente, del propio Franco. Un servicio de información propagandística que precedía, obligatoriamente, a la emisión de las películas por las que había pagado el público. Era lo que había y, en aquella España oscura de los años cuarenta, cabría decir que cumplía una función social, más allá de la propaganda. El NO-DO ofrecía una ventana al mundo, aunque estuviera deformada.

Sin embargo, el NO-DO fue víctima de su propia génesis y objetivos: emitir propaganda del régimen, con independencia de los hechos reales y de la evolución social. Y ese es el problema de la propaganda: su eficacia tiende a disminuir con el tiempo, en particular conforme se aleja más y más del mundo real que supuestamente pretende representar. Y eso pasó también con el NO-DO. Más de uno se escaqueaba de verlo, por supuesto, sobre todo en los últimos años del franquismo. Calculaban cuánto tardarían en emitirse todas las piezas propagandísticas y entraban en el cine justo a tiempo para enganchar los créditos de inicio de la película. Y entre los que lo veían tampoco tenía la eficacia de antaño, porque absolutamente todos sabían cómo había que tomarse las noticias que allí aparecían, sobre todo las que hacían referencia a España y su régimen.

Eso es lo que ha sucedido, a marchas forzadas, con las encuestas de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas desde que han pasado a depender de José Félix Tezanos, catedrático de Sociología y, justo hasta que le nombraron director del CIS, miembro de la Ejecutiva del PSOE. 

El nombramiento de Tezanos ya generó muchas dudas por su obvio partidismo. El antecedente más claro al respecto es el de Pilar del Castillo, que fue primero directora del CIS y luego ministra de Educación. Pero Pilar del Castillo nunca se aproximó siquiera a lo sucedido con el CIS de Tezanos, que superó las sospechas iniciales de partidismo por la vía de confirmarlas y llevarlas mucho más allá de lo que el espectador más malitencionado o pesimista pudiera suponer. Tezanos cambió el método de estimación de voto del CIS, que llevaba décadas funcionando y puliéndose, y lo sustituyó por la presentación de los datos en bruto, adaptados a cada partido. Un sistema que, desde el principio, otorgó excelentes resultados al PSOE, el partido de Tezanos.

Las encuestas del CIS siempre han tenido mucha influencia política y un importante impacto mediático y social. Son las encuestas más completas, de elaboración más compleja, y que cuentan con más variables y mayor número de datos. Los políticos y los especialistas en demoscopia siguen con gran atención sus resultados para cruzar variables y averiguar todo tipo de tendencias de fondo de la sociedad española. Pero, con el método Tezanos, todo esto ha quedado semienterrado bajo la obvia instrumentalización propagandística a que su director ha sometido a la institución. Cuando sale el CIS, todos los partidos, salvo el PSOE, deslegitiman los resultados, y cada vez más medios de comunicación hacen lo propio. Lo mismo cabe decir de los analistas, que, de hecho, cogen los datos en bruto del CIS para hacer su propia estimación, divergente siempre de la que ha hecho Tezanos, quizás desde el despacho de Pedro Sánchez en La Moncloa. 

 

En sólo un año, el sondeo con más credibilidad y prestigio de España se ha convertido en una mera pieza propagandística. Continúa marcando tendencia, porque los medios hacen mención a sus resultados (aunque luego comenten el peculiar sistema con el que se ha llegado a los mismos), y así favorece la impresión de que el PSOE cuenta con una ventaja mayor de la que posiblemente tenga. Pero, junto con ello, cada vez tienen más peso las lecturas alternativas del CIS, basadas en el análisis de los datos en bruto. Y aquí el último CIS aporta malas noticias para el PSOE, que perdería tres puntos de intención directa de voto y nueve de fidelidad de su electorado, mientras que Unidas Podemos resiste bastante bien. En el lado opuesto, sube el PP y se hunde Ciudadanos, como destacan casi todas las encuestas.

Habrá que ver cómo se recompone el espacio de la izquierda cuando el CIS incluya los datos correspondientes a Más País, la candidatura de Íñigo Errejón, y sus confluencias (en primer lugar, y destacadamente, Compromís). Puede que afecte más a Unidas Podemos que al PSOE, pero seguro que no deja indemne a ninguno de los dos. Afectará también al reparto de los escaños. Seguro que el CIS propagandístico dice que todo va mejor que nunca; pero, si atendemos al CIS "real" que se vislumbra detrás del No-Do de Tezanos, se acumulan los nubarrones electorales para el PSOE. 

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