VALÈNCIA.-Es mi obligación como padre el opinar en contra de mis descendientes sobre temas tan nimios para sus relaciones sociales como la música, el cine, la vestimenta, los amigos, las drogas, el sexo o la religión. Son herramientas de comunicación colectiva y no quiero que sean tan capullos como lo fue su progenitor. Y soy tajante en mis juicios. La intención no es que me hagan caso sino que me escuchen, que ya luego ellos harán lo que crean conveniente. Por supuesto también hablamos de otros temas igual o más importantes, los que van con la responsabilidad de ser su ascendiente. ¡Viva el futuro!
Antes, un par de preguntas para la reflexión: ¿Sabéis cuántas veces hablé con mis padres de alguno de estos temas? ¿Y mis amigos con los suyos? Exactamente, ninguna y tampoco. Porque en aquellos tiempos nadie lo hacía y, además, ¡España necesitaba hombres, no maricones! Prejuicios y aparentar eran parte de la sociedad. Ya sabes, inseguridad, deseo de aprobación, blablablá. ¡Viva el Rey!
Mis hijos ya son parte del porvenir y prefiero que tiendan a la rebeldía. Busco la provocación y el enfrentamiento con el único objetivo de que razonen, llamar su curiosidad o simplemente ofrecerles un punto de vista diferente. Es mi obligación. ¿Quién si no va a luchar por ellos? ¡Viva la autoestima!
Porque en música no hay nada que oír desde que murió Jimi H. Sobra mucho pop y falta mucho roll. Eso de que si gusta a muchos es malo, es verdad. Es muy sencillo. ¡Viva Elvis!
Porque al mainscine americano no hay que dedicarle ni un euro ni una neurona ni un chimpún. ¡Viva Berlanga!
Porque quiero que huyan de uniformes, ejemplo de servilismo, falta de talento y aún hoy símbolo de estatus, orden, jerarquía y roles ¿universitarios? ¿militares? ¿hipsters? ¿conejitas?... Por supuesto incluyo la corbata. ¡Ay si vieran los soldados croatas del s. XVII que sus vistosas bufandas se han convertido en meras prolongaciones estéticas del miembro! También está el alzacuellos, pero a estos ya en otro momento. ¡Viva Tutatis!
Porque sus amigos son fuckers siempre bienvenidos a nuestra cueva y termómetro con los que mido tendencias, preocupaciones, intereses, forma de hablar... ¡Viva la rivalidad!
Porque les deseo capazos de amor y cañonazos de cariño ¡y que no se cansen de repartirlo! Que huyan de compromisos y pasiones. ¡Muera San Valentín y viva san agustinrrinín!
Porque si son jóvenes y toman alcoholinas o drogalinas, son imbéciles. A veces pienso aquello de que si de viejo no lo hacen, también. ¡Viva Sartre!
Porque los he jodido con el catolicismo, pero ya están vacunados contra otras sectas. Y no es tan grave, que todos tenemos la necesidad de creer, e incluso dicen que es cuestión de inteligencia, que engendra variaciones buenas en el cuerpo, ritmo cardiaco y respiratorio, que afecta al riñón y hasta a la calidad de las erecciones. Todo eso nos excita y por eso fabricamos universos de ficción, mundos perdidos, seres fantásticos, ángeles, alienígenas que se paren a sí mismos... pero ellos ya tienen claro que Marvel es creíble, sano y mucho más divertido. ¡Viva Spidermán!
Por suerte superé el alcanfor del tardo nacionalcatolicismo y el NoDo; cambié vírgenes, santos y mártires por usadas y superhéroes; fui un pijo rebelde que disfruté entendiendo El Víbora y después empecé a andar solo y tropezar. Necesitan referentes y que les hablen de ellos. ¡Viva YouTube!
Claro que todo esto son utopías, y para eso sirven las utopías, para andar. ¡Viva Galeano!
* Este artículo se publicó originalmente en el número 48 (X/18) de la revista Plaza