con las gafas de cerca / OPINIÓN

¿Quién paga esto si ya no está Varoufakis?

22/10/2023 - 

En enero de 2015 y bajo una sorpresa y expectación generalizada en Europa, vencía en los comicios griegos el partido Syriza. El momento era muy delicado, los nuevos gobernantes decidieron que no querían respetar los términos acordados en las dos tandas del rescate anteriores y solicitaban una nueva negociación. Era la época de los PIGS y de las graves tensiones de las primas de riesgo y la amenaza de la salida del euro era palpable. Grecia no conseguía sobreponerse a su crisis de deuda soberana y los programas de austeridad la empujaban al abismo. Ese año de 2014 el PIB se situó en un 73% con respecto al de 2008, el desempleo había subido del 8 al casi 28%, el gasto público se había reducido en la misma proporción que el PIB, (un 27%), la deuda pública había crecido un 20% en términos absolutos y casi un 71% en términos relativos sobre el PIB.

Ese primer semestre de 2015 nos deja famosas imágenes de aquel tipo alto y calvo con indumentaria casual que se paseaba por Europa con su mochila y sus auriculares del móvil puestos (cosa menos habitual entonces que ahora) y que parecía ser un nuevo gurú económico muy observado por buena parte de la sociedad. Y, sobre todo, sus disputas con el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Un señor que lideraba la corriente económica ortodoxa del momento en la Unión Europea que solo accedía a un rescate a base de estricta austeridad y las reformas estructurales como banderas. Iba en silla de ruedas debido a un atentado sufrido en 1990. Por supuesto que no lo justifico, pero la empatía no era su gran virtud y amigos no iba dejando muchos…

Finalmente, Yanis Varoufakis dimitió tras no conseguir su objetivo y mantenerse firme en su negativa a respetar los acuerdos previos. No hizo lo mismo Alexis Tsipras, que terminó firmando los acuerdos del tercer rescate en agosto de 2015 en condiciones extremas (con corralito incluido), tras haber apoyado el 'no' en el referéndum del mes anterior donde dicha negativa salió ampliamente refrendada.

¡Qué diferencia a la respuesta internacional que hemos tenido ante otro episodio de crisis, mucho más pronunciada, con la covid y posteriormente los colapsos de suministros y la guerra de Ucrania! Un incremento del gasto público para compensar el drástico parón de la economía y una permisividad con el incremento de deuda sin ningún complejo. Definitivamente, Varoufakis apareció demasiado pronto…

Bueno, no. No es el mismo tipo de crisis y no podemos comparar los escenarios y las políticas para mitigarla. Quizá algo ha pesado la experiencia anterior en cuanto a las heridas de la estrecha austeridad, pero estamos hablando de situaciones muy distintas.

"EL GOBIERNO QUE VENGA NO QUERRÁ DESMANTELAR EL ESTADO DE BIENESTAR, PERO TENDRÁ QUE HACER RECORTES"

En realidad, la política monetaria expansiva y la compra de deuda soberana sin precedentes de Mario Draghi (continuada por Christine Lagarde) en el BCE fue más importante a la hora de rebajar la tensión de la crisis de la deuda del decenio pasado que la ortodoxia exigida. También podemos decir que las medidas anticíclicas de la última crisis han permitido una rápida recuperación.

Pero es indiscutible que la política expansiva y el relajamiento total en gasto y deuda nos ha llevado a la situación actual (lógicamente junto con otras causas, admitiendo incluso que más relevantes) de graves desequilibrios en un momento de alta inflación e inmersos en un proceso de desaceleración (o estancamiento directamente).

Con una tendencia al incremento de gasto procedente de la inflación, el brutal incremento de los intereses de deuda, los compromisos europeos de inversión y, en España, a la presión social de gastos corrientes como pensiones, sanidad y educación, y con una floja actividad económica, nos aproximamos al año 2024 donde volveremos a contar con plan de estabilidad y reglas fiscales que fueron suspendidas en el 2020.

A solo dos meses, en Europa no hay ni acuerdo ni horizonte de encuentro para definirlas nuevamente. Volvemos a encontrarnos enfrentados al grupo de PIGS (al que se han adherido otros países con deudas y déficits disparados como Francia y Bélgica y con apoyo de la Comisión) contra los llamados 'frugales' en torno a Alemania. Los segundos quieren basar las nuevas reglas fiscales en reducciones nominales claras y anuales de déficit y deuda y los primeros dilatar en el tiempo dichos ajustes, otorgar flexibilidad a los más endeudados e incluso separar del monto total de deuda las inversiones en políticas comprometidas europeas (defensa, transformación digital, cambio climático…).

Lo que debemos tener claro en España es que nos acercamos a un periodo de ajustes. Puede venir por recortes, por incremento de presión fiscal o por la búsqueda de mayor eficiencia en el gasto. Lo normal es que nos tengamos que ver en una combinación de las tres. Cuadrar cuentas se me antoja bastante complicado. Creo que lo mejor en estos casos es huir de dogmas y, sobre todo, de sobreactuaciones. El Gobierno que venga (si es que viene algún gobierno en algún momento) no querrá desmantelar el Estado de Bienestar, pero tendrá que hacer recortes, no querrá asfixiar a los contribuyentes, pero tendrá que recaudar más, se tiene que preparar para un incremento exponencial de intereses de deuda y un reparto justo entre administraciones.

La única medida no traumática es la más difícil y la de menos calado mediático: una mayor eficiencia.

Mientras Varoufakis se sigue paseando con ropa casual y difunde cómodamente la muerte del capitalismo a manos de lo que denomina el "tecnofeudalismo". No puede evitar asomar una sonrisa cuando contempla "el marrón" que nos toca en los próximos años.

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