VALÈNCIA (EP). Dos semanas después de la fatídica Dana que ha arrasado parte de la provincia de València, la llamada 'zona cero' de la tragedia pugna por recuperar pequeños reductos de normalidad en un paisaje aún desolador en el que el lodo continúa tintando calles y locales y los cuerpos de emergencias no han parado de buscar víctimas mortales. Han sido quince días de dolor, indignación y, también, de solidaridad --la proverbial 'germanor' valenciana-- verbalizados en una frase convertida ya en lema: 'Solo el pueblo salva al pueblo'.
El último recuento oficial ofrecido por el Centro de Integración de Datos (CID) habla de 214 fallecidos a los que ya se les ha practicado la autopsia, 211 de los cuales están identificados. Se han entregado los restos de 167 personas. Los desaparecidos son 23.
Respecto a las pérdidas materiales, son en este momento incalculables, pero algunas estimaciones provisionales dan una idea de la envergadura de una catástrofe que ha conmocionado a la tierra que ha vivido anteriormente la 'riuà' del 57, la pantanada de Tous o la Dana de 2019. Demasiadas cicatrices causadas por el agua.
Daños por importe de 10.000 millones en el sector industrial; 1.873 millones en Educación, Cultura, Universidades y Empleo; más de 800 millones en cultivos; 331 más en los sistemas de abastecimiento, alcantarillado y depuración de agua...
La lista es interminable, pero, por supuesto, será mucho más alta la factura que el desastre se cobrará en la salud mental de la ciudadanía. Los especialistas advierten del impacto emocional y recalcan que es "normal" sentir emociones como miedo, tristeza, preocupación, enfado o culpa, así como exteriorizar dicho malestar emocional en forma de llanto, nerviosismo, hiperactividad o cierta agresividad. Es conveniente compartir estas inquietudes y sentimientos y hablar con familiares, amigos y psicólogos si es necesario, subrayan.
La Conselleria de Sanidad abrirá en las próximas semanas unidades de trauma en los departamentos afectados por la Dana, atendidos por expertos especializados, que se centrarán en trabajar para que "los casos se queden en estrés agudo y evitar que deriven en trastorno de estrés postraumático".
Ese temor a las lluvias torrenciales se advierte hoy mismo en muchos rostros y declaraciones de afectados ante el anuncio de una nueva Dana --palabra maldita-- esta semana. Todos temen que la fuerza del agua vuelva a golpear a una tierra desalmada, ya que, como expresan algunos alcaldes, no disponen de alcantarillado, compuertas ni posibilidad de asegurar túneles. Algunos, ni siquiera, pueden cobijarse bajo techo.
La falta de una solución habitacional para muchos afectados es una de las cuestiones más urgentes. Hay 43 municipios con daños graves en viviendas y el Colegio de Registradores calcula que hasta 34.980 construcciones se han podido ver afectadas o presentar problemas. Barrios desfavorecidos antes de la Dana, como Parque Alcosa, en Alfafar, o el Xenillet, en Torrent, son todavía más vulnerables.
También preocupa, y mucho, la saturación de los sistemas de alcantarillado ante una acumulación de unos 5 millones de metros cúbicos de fango. El colapso de estos circuitos de alivio se relaciona con problemas de salubridad y medioambientales. Las consecuencias en el patrimonio natural, en emplazamientos clave como l'Albufera, tendrán que ser igualmente objeto de estudio en un futuro.
Tras el shock colectivo inicial, ya se ha empezado a pensar en la necesaria reconstrucción, un trabajo que se adivina titánico. Para arrancar, el Gobierno ha aprobado las primeras iniciativas, un paquete de ayudas de más de 10.600 millones de euros y un 'escudo laboral'. También la Generalitat ha comenzado a dedicar partidas a subvenciones y aprobará este martes medidas "rápidas" de ayudas fiscales y de simplificación para los afectados.
La impresión generalizada en la población herida por la Dana es que no es suficiente. De hecho, alrededor de la catástrofe natural se ha instalado un ruido político, con reproches entre las administraciones central y autonómica y versiones contradictorias sobre los errores en la gestión de la crisis.
A medida que han pasado los días y se ha ido conociendo la cronología de hechos del 29 de octubre de 2024, una de las preguntas más repetidas es: ¿por qué no nos avisaron? Lo cierto es que el mensaje de alerta a móviles llegó pasadas las 20.00 horas, cuando el agua había vapuleado ya a algunos municipios y desbordado el barranco del Poyo.
El descontento estalló el sábado 9 de noviembre en una multitudinaria manifestación --a la que acudieron 130.000 personas, según las cifras ofrecidas por la Delegación de Gobierno en la Comunitat Valenciana-- que discurrió bajo el lema unitario 'Mazón dimissió'. Las implicaciones políticas de esta tragedia son en este instante una incógnita. Unos días antes, se habían vivido imágenes inéditas, con vecinos recriminado a los Reyes, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al de la Generalitat, Carlos Mazón, su situación de abandono.
Si la actuación de los gestores está en entredicho, en el lado del 'haber' de este triste episodio de la historia de España destacan las muestras de estima y fraternidad que se repiten cada jornada en las calles de las localidades afectadas.
Icónica ya es la imagen de las colas infinitas de valencianos --muchos de ellos jóvenes rebautizados como la generación de hierro, pero también personas de mediana y avanzada edad e, incluso, niños-- cruzando la pasarela que une la ciudad con las pedanías para, 'armados' con escobones y botes de agua, contribuir a limpiar las vías anegadas. El Ayuntamiento de València ha aceptado la propuesta del Consell de la Joventut de renombrarlo como 'Puente de la solidaridad'.
Ese 'ejercito' de voluntarios se ha reforzado con personas venidas de toda España y del extranjero, turistas que pasaban sus vacaciones en València y han abandonado el ocio para echar una mano, personas de diferentes razas y religiones. El pueblo. Ese pueblo que ha sacado lo mejor de sí mismo en medio de la adversidad. Junto a ellos, realizando una labor colosal, los efectivos de los diversos Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Protección Civil o las ONG.
Y es que la vida, aunque cueste, siempre se abre paso. Este lunes, más de 22.000 alumnos de 14 municipios de zonas afectadas por la Dana en la provincia de Valencia volvieron a las aulas. "Estamos muy felices de volver a vernos", se escuchaba exclamar a los pequeños.
Algunos negocios están comenzado a reabrir. El tranvía ha vuelto a circular en València y a lo largo de esta semana se espera la restauración de infraestructuras de movilidad fundamentales, como en bypass, prácticamente la totalidad de Cercanías con apoyo de autobuses y la alta velocidad.
"Es una herida superprofunda que les va a quedar. Y les vamos a acompañar y a sostener", en palabra de una voluntaria que representa a tantos otros. Cerca de 80 poblaciones valencianas padecen esta laceración: de Paiporta a Utiel, pasando por Alaquàs, Benetússer, Catarroja, Sedaví, Alfafar, Sot de Chera, Massanassa, Silla, Sueca, Fuenterrobles. También las pedanías del Sur y Llocnou de la Corona, el pueblo más pequeño de España, y una larga lista de municipios que están dejándose el alma para tener un futuro, como dice el himno valenciano, 'tots a una veu'.