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grand place / OPINIÓN

Rabia

9/02/2021 - 

Por aquella época, la Agencia Espacial Europea buscaba un astronauta para enviar al espacio. El virus no remitía y la rabia se apoderaba de la población. En el invierno del 2021, los altercados se sucedían, con miles de jóvenes en la calle clamando porque les abrieran los bares -perdón por el inciso, definición de bar según la RAE: local en el que se despachan bebidas que suelen tomarse de pie, ante el mostrador-. Mientras, los hospitales volvían a colapsarse de enfermos covid y los gobiernos intentaban cerrar sus fronteras, 

Con las farmacéuticas en guerra, retrasando la campaña de vacunación europea, el objetivo de tener vacunados al 70% de los ciudadanos europeos en verano no iba a cumplirse. Y, máxime, cuando las vacunas creadas para el virus chino no garantizaban la inmunidad frente a las tres nuevas cepas: británica, sudafricana y brasileña. En menos de un año desde su entrada en Europa, el coronavirus nacido en Wuhan había mutado convirtiéndose en más contagioso y más letal.

La libertad de movimientos y el espacio Schengen peligraban y, con ellos, el proyecto global de la Unión Europea. Mientras el mundo entero seguía luchando contra la epidemia de la covid-19, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, sugirió aquel año la introducción de un pasaporte de vacunación en Europa. Fue el primer paso para el eHealth Passport.

Nieve. Foto: RLIsabelle Marchais, del Instituto Jacques Delors, abrió el debate. La eHealth Network celebrada por el Consejo el 27 de enero de 2021 adoptó las directrices relativas a la “prueba de vacunación con fines médicos”. Este certificado electrónico permitía al titular acreditar, en cualquier Estado miembro, que ha sido vacunado. Once Estados miembros ya emitían dichos certificados y al menos siete estaban a punto de hacerlo. Del certificado de vacunación, se pasó al “pasaporte  de vacunación”. 

El eHealth Passport incluía unos derechos inherentes para facilitar los viajes dentro de la Unión o para levantar ciertas restricciones. La rabia volvió a las calles. Por un lado estaban lo que se oponían a un pasaporte de vacunas, porque violaría el principio de igualdad entre los ciudadanos o porque no habían sido vacunados. Por otro, estarían los vacunados, lo que les permitiría viajar libremente y tener acceso a determinadas actividades.

En aquel momento nadie sabía si la vacuna inhibía la transmisión del virus o si, a pesar de la inmunización, la persona seguía siendo contagiosa. Existía una incertidumbre similar sobre la duración de la eficacia de la vacuna y su capacidad para hacer frente a las diferentes mutaciones del virus. Todo ello contribuyó a exacerbar al ancestral movimiento antivacunas… ¿Cómo se pueden respetar los derechos de la gran mayoría, que aún no había sido vacunada? ¿Cuál podría ser la respuesta para quienes ven el pasaporte como un medio velado de hacer obligatoria la vacunación?

El eHealth Passport requería una “vigilancia democrática constante”, según el filósofo belga Michel Dupuis. Los ciudadanos ganarían en términos de espacios compartidos e interacciones sociales, pero perderían en confidencialidad y libertad individual. El abogado belga Gilles Genicot consideraba el pasaporte como una “violación de la libertad individual, la privacidad y la integridad física, además de la confidencialidad médica”.

La solución fue fácil. Esperar. Esperar a que la vacuna estuviera disponible para todos, para considerar la creación de un “pase” de vacuna que otorgaría a sus titulares numerosos derechos. Viajes, cenas, cines, museos y otras actividades que entonces estaban parcial o totalmente cerradas fueron el señuelo. El comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, dijo la palabra clave: “Debemos facilitar la vida de los ciudadanos vacunados”. Así comenzó todo, cuando ya no quedaba rabia, porque también contra ella nos habían vacunado…

-La Tieta era una exagerada. La vacuna contra la covid-19 fue la salvación de la humanidad en aquellos primeros años de la PandemiaEterna. El concepto “espacios compartidos” más menos lo entiendo, pero lo de las “interacciones sociales” se me escapa.

-Hola David, ya no te esperaba. Gracias por entrar en mis pensamientos. Acabo de abrir mi chip. He estado recopilando otra parte del archivo histórico de La Tieta. La lucha por la vacuna acabó pronto. Con el brote de la covid-22 ya se vacunaba a los recién nacidos del MundoLibre. Incluso contra la rabia… ¡Te mando un beso con mi holograma!

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