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las series y la vida

'Radio Gaga', el programa indispensable

7/11/2020 - 

VALÈNCIA. “Quique Peinado y Manuel Burque recorren España en busca de historias a bordo de una vieja caravana que se convierte en estudio de radio al llegar a su destino.” Esta es la sinopsis que Movistar+ ofrece de Radio Gaga en su app y, ni por asomo, permite adivinar lo extraordinario que es este programa lleno de gente real que cuenta sus propias vidas y circunstancias. 

Radio Gaga está basado en un formato original de Joris Hessels, Dominique van Malder y De Chinezen emitido en la televisión pública belga. Básicamente, se trata de que dos presentadores profundamente empáticos y con una gran capacidad de escucha comparten espacio y micrófonos con gente que habla de sí misma con su propio lenguaje y su propio ritmo. Algo insólito, y también reconfortante, en estos tiempos de gritos y zascas. Que en Bélgica fuera un proyecto de una televisión pública y aquí de un canal privado bastante minoritario como #0 dice algunas cosas del estado de nuestra televisión que dejo a su consideración. 

Peinado y Burque han recorrido cárceles, hospitales, residencias para mayores, centros de acogida o de rehabilitación, minas, un instituto de trastornos alimentarios, la Cañada Real, Benidorm, el Camino de Santiago, la España despoblada. Les han puesto micros para que digan lo que quieran a personas con enfermedades mentales, con discapacidad, presos, jubilados, adolescentes, inmigrantes, ancianos, víctimas de violencia de género, personas enfermas o sin hogar. Personas que también son padres, madres, hijos, hermanas, amigos, abuelas, maestras, labradores, médicos, panaderas, estudiantes, músicos, conductoras, policías, monjas, asistentes sociales… Y con ellas han hablado del amor, de la vida, de la muerte, de la felicidad, del miedo, de la enfermedad, de la familia, del destino o de la soledad; han reído, llorado, compartido confidencias, cafés o música. Toda la complejidad del ser humano en una humilde mesa plegable con micrófonos. 

No hay forma de no emocionarse en cualquiera de sus episodios. Y es fácil acabar un poco rota (a mí me pasa en todos ellos) ante el dolor, la ternura, la serenidad, la alegría o la resiliencia que expresan las palabras, los rostros y las miradas de quienes se acercan a hablar con Burque y Peinado. Es la emoción que surge cuando sientes que estás ante algo real, verdadero, la que no viene provocada por subrayados musicales inmisericordes que te desarman, ni por golpes bajos emocionales, ni por giros de guion inesperados. Es la vida misma, frase hecha que sirve para todo, un comodín que yo misma he empleado muchas veces aquí hablando de series (no en vano la columna se llama “las series y la vida”), pero que nunca ha sido más exacta que en este artículo. 

En su quinta temporada, recién llegada a #0, han dedicado los dos primeros capítulos a la pandemia, cómo no. Dos episodios titulados Reencuentros y Despedidas centrados en dos preguntas: ¿Qué o quién has reencontrado en este tiempo de pandemia? ¿De qué o quién te has despedido? Son preguntas aparentemente simples pero que abren un mundo, el de la incertidumbre y los sentimientos encontrados que toda esta situación está provocando en nosotros. Imposible no sentirse interpelados por esas cuestiones e identificados y conmovidos por las respuestas.

Todo esto lo consigue el programa gracias, fundamentalmente, a dos aspectos. Uno es su aparente sencillez, que oculta, en realidad, un esmeradísimo trabajo de documentación y producción. En realidad, a poco que lo pensemos, la fórmula no es simple, ni siquiera fácil de explicar. Se trata de convocar el poder de la palabra a través de la televisión en un programa que se sirve de una radio para hacerlo. Y, oigan, funciona de maravilla. Aúna la calidez de la radio, su preciosa capacidad para crear un espacio seguro de intimidad, con la necesidad de la imagen de quienes no aparecen en los medios o solo lo hacen como números de una estadística. Radio Gaga les pone voz y rostro. 

Y el otro aspecto esencial es, por supuesto, sus presentadores. Peinado y Burque consiguen un asombroso grado de naturalidad y empatía, los sentimos absolutamente cercanos e implicados conforme van descubriendo, al mismo tiempo que nosotros, a la persona que tienen delante. No esconden cómo les afecta lo que les cuentan quienes se acercan al micrófono. Hacen las intervenciones justas y nunca caen en el amarillismo o en el morbo porque quieren aprender, saber, comprender y compartir. O dejar que alguien suelte lo que lleva dentro sin más. Su acercamiento es siempre respetuoso, horizontal, sin ninguna superioridad y profundamente humanista, una de esas palabras que da cierto pudor usar hoy en día, cuando lo que prima es competir en decir la frase más ingeniosa.

Ambos son amigos y despliegan una gran química juntos, comprobable en el otro programa que comparten, este sí de radio (aunque es mejor verlo por youtube, cosas de estos tiempos híbridos en los que vivimos): Buenismo bien (Cadena Ser). Si humanista es palabra conflictiva, ni les cuento lo de buenismo, neologismo convertido en insulto, porque parece que hay disculparse por pensar bien de la gente o defender la bondad (otra palabra de esas que hacen levantar cejas) y hacer el bien, que es lo que defiende el programa. Buenismo bien es inclasificable en el mejor sentido de la expresión, no se atiene a normas ni reglas y en él reina una espontaneidad maravillosa y desarmante, agudizada por la presencia impredecible de la cómica y guionista Henar Álvarez, todo un descubrimiento. Una espontaneidad que funciona y atrapa porque tiene un discurso detrás, una forma de ver el mundo, unos valores que defender. 

Durante el confinamiento se sacaron de la manga un Buenismo diario nocturno, hecho en zoom y sin cobrar, porque sí, porque era necesario comentar cada día lo que pasaba y reunirse, aunque fuera virtualmente para intentar entender, o simplemente sobrellevar, lo que estaba pasando. Porque necesitábamos la compañía y compartir risas o indignación o extrañeza o cansancio. Lo compartieron entre ellos, también con el guionista Javi Valera (otro descubrimiento) y con todos nosotros, consiguiendo reunir a un montón de gente que cenábamos con ellos desde casa y nos sentíamos totalmente identificados con aquellas conversaciones a veces graves, a veces absurdas, pero indudablemente necesarias. 

Los programas de Burque y Peinado ponen en cuestión esa tiranía del pensamiento binario que tanto daño está haciendo, ese mundo de sí o no, del blanco o negro, del conmigo contra mí, del me gusta/no me gusta. Y solo eso, aunque hay más razones, los hace indispensables. Somos complejos, el mundo es complejo, la realidad es compleja. Todas las personas que pasan por Radio Gaga, incluidos sus presentadores, demuestran que la condición humana es irreductible a un adjetivo, a una frase, a una categoría. El programa defiende el valor de la palabra, del pensamiento, nuestra fragilidad y nuestra fortaleza. Y lo hace con alegría, con humor y con inteligencia, revelando lo que nos une y no lo que nos separa. Necesitamos más programas así. 

Y por si nunca lo ha visto y no tiene acceso a #0, aquí va el primer episodio: 


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