La Inocencia y Jalas llenan los Babel en plena Fiesta del Cine. También se han visto en el final de la Sección Oficial varios relatos sobre el mundo árabe
VALÈNCIA. Y llega el final de La Mostra de València. Hoy es el último día de Sección Oficial. Mañana viernes, hay programación de ciclos paralelos y este fin de semana se repondrán las ganadoras de las Palmeras de Oro. El pasado martes, Culturplaza publicó un resumen de qué había dado de sí la Sección Oficial hasta entonces, destacando una calidad media notable. La capacidad de programación de La Mostra se ha demostrado solvente, pero además, en plena Fiesta del Cine, ver una película independiente, de un país no anglosajón, en versión original subtitulada en valenciano, teniendo al mismo precio los blockbusters, no sería -supuestamente- tan buen plan. Ahí ha estado el festival para demostrar que no era así.
Si la primera parte de esta radiografía acababa contando la buena acogida que tuvo entre el público La Innocència de Lucía Alemany (que se puede ver en la Sección Informativa), también cabe decir que la acogida fue acorde a aquello que merece: el film de Alemany, que se presentó en San Sebastián, es aquello que debe ser el cine valenciano, repetido machaconamente por los autores de la Comunitat, "historias locales que se puedan hacer globales". La Innocència cuenta un verano de la vida de Lis, un adolescente en pleno descubrimiento emocional y sexual, que se ha de enfrentar a varias relaciones complicadas (de pareja, sí, pero también de amistades y familiares). La película consigue reunir todos los elementos para que te apetezca estar en esa misma verbena de pueblo con los chavales, el guion cumple con margen lo que le pide la historia, al igual que las interpretaciones. La Innocència no es la misma historia de despertar sexual complicado de siempre, es la nuestra.
Otra iniciativa local, que tampoco compite en la Sección Oficial pero cabe destacar, es Jalas, un mediometraje documental dirigido por Olga Arias que retrata el testimonio de tres jóvenes palestinas viviendo, desde ciudades y situaciones muy diferentes, la ocupación y la hostilidad israelí. El proyecto ha nacido totalmente independiente, el dinero lo han conseguido haciendo una rifa en vez de pidiendo ayudas; pero sobre todo, nace desde las visceras y desde el entusiasmo de todo el equipo por sacar la cinta adelante. Así se refleja en la pantalla, donde, lejos de parece amateur, todos los elementos dan la talla. Otra vez, la sala llena para ver el film y para escuchar el coloquio posterior. Programaron un segundo pase, y también se volvió a llenar. ¿Y si, al final, el cine valenciano le importa al público?
En la Sección Oficial, la segunda mitad ha supuesto un cambio a nivel temático, e incluso territorial. Si durante el primer fin de semana los relatos se movían por vidas de mujeres que consiguen empoderarse, desde diferentes conflictos, y por los horrores de la guerra, La Mostra se centra ahora en destacar cierto costumbrismo o intimismo en el mundo árabe. Costumbrismo en la peor de sus acepciones, claro, subrayando injusticias que -tal vez- allí se hayan normalizado y al espectador occidental le puede 1) aterrar 2) concienciar sin paternalismos.
Es el caso de Flesh Out, ambientada en Mauritania pero de producción y dirección italiana. El film de Michela Occhipinti que narra los meses previos a la boda de Verida, una joven mauritana a la que se le ha impuesto su marido, y ahora -según manda la tradición del país- ha de engordar porque el sobrepeso allí es símbolo de pureza y también de riqueza. Es una película hecha, como decía líneas atrás, para un público occidental, en tanto en cuanto, en esta crítica a los cánones del cuerpo que imponen las sociedades, Occhipinti se encarga de no olvidar también los nuestros. En toda la película hay una conversación entre estereotipos e imposiciones culturales que nos dice que su historia es una burrada, pero es trasladable a nuestra realidad. ¿Acaso no es igualmente lesivo hacer 10 comidas al día para engordar que tener una referencia bulímica que te imponga no comer al menos lo que es vitalmente necesario? La crítica está bien, y la cámara se mueve sin dificultad y con cierta poesía para poder formar esta conversación.
También habla desde el mundo árabe Between Two Seas, del director egipcio Anas Tolba. La cinta cuenta la trágica realidad de la mutilación genital de una joven, que acaba falleciendo en la operación, que su familia oculta a su madre. Es esta la que toma el punto de vista de la historia, en su empeño por que haya justicia y venganza, en una sociedad donde el poder de la religión y el heteropatriarcado violento aún son una fuerte losa que levantar. Es una historia cruda pero que responde, otra vez, a un pensamiento ideológico de no normalizar estos abusos, que en pleno siglo XXI siguen sucediendo en países supuestamente tan avanzados como Egipto. Si el contenido bien tiene fuerza y potencial, el contenedor es torpe en casi todos los sentidos. Anas Tolba no resuelve con solvencia este drama, que acaba siendo una lucha de la conciencia y el interés social del espectador contra el metraje.
Y una agradable rara avis, A Shelter Amoung The Clouds, un film albanés dirigido por Robert Budina. La trama principal parece girar entorno al descubrimiento de un mural con simbología católico en una mezquita en la sierra albanesa y el conflicto de conservadurismo religioso que esto desata. Pero además, la película habla de la familia, de la soledad, del amor y de la fe. Narra con el volumen siempre bajo, sin grandes sobresaltos ni giros de guion frenéticos, pero al final, la cámara de Budina deja un poso reconfortante, cada vez más difícil de encontrar en el cine. Una dulce sorpresa cuya inclusión en el palmarés no resultaría extraño.
El último film que queda por repasar de la Sección Oficial es Zerø, el debut de Iñaki Sánchez Arrieta en el largometraje, y una película española y valenciana de la categoría competitiva de La Mostra. Sánchez Arrieta construye un drama amoroso en el marco del género fantástico que, si bien despliega un uso muy razonable de la cámara, la fotografía y el ambiente donde se ha rodado la película, no cuenta con la solvencia narrativa que tienen el resto de propuestas de la Sección Oficial.