VALÈNCIA. El presidente del Gobierno y líder del PP, Mariano Rajoy, se enfrenta a su momento más crítico desde que accediera al cargo por primera vez en 2011. Estas son las últimas horas que el máximo responsable del Ejecutivo podría vivir en La Moncloa si prospera en el Congreso la moción de censura presentada por el socialista Pedro Sánchez. La cuarta iniciativa de estas características en la historia democrática española y la que cuenta con mayores probabilidades de salir adelante.
Así, a última hora de este miércoles, las previsiones apuntaban a que los votos decisivos se encuentran en los cinco escaños controlados por el PNV, formación que, curiosamente, apoyó hace apenas unos días los Presupuestos presentados por Rajoy no sin antes conseguir generosas inversiones por parte del Gobierno de España. No obstante, la sentencia del caso Gürtel conocida la semana pasada en la que se condenaba al PP, precipitó el golpe de mano del PSOE al que se han ido sumando distintas formaciones y que ha abierto un debate interno en el seno de la formación vasca.
A falta de esos votos claves, las cuentas que vienen haciéndose apuntan a un respaldo a la moción de Unidos Podemos, Compromís, Nueva Canarias, PDeCAT, ERC y Bildu -si bien estos tres últimos no lo han confirmado-, lo que implicaría un total de 175 escaños, a uno de la mayoría absoluta necesaria para sacar adelante la moción. Enfrente, el PP solo puede perfilar el apoyo de Foro Asturias, UPN, Coalición Canaria y, quizá, Ciudadanos.
De esta manera, la tensión se ha elevado en las últimas horas de forma exponencial. El PNV aseguró ayer que tomaría la decisión tras una reunión de su Ejecutiva este jueves con el debate ya iniciado. Ciudadanos, por su parte, ha jugado a tratar de obtener garantías para la retirada de la moción de Sánchez y la presentación de otra con un candidato alternativo con una convocatoria inmediata de elecciones -el escenario más favorable para sus intereses dadas las encuestas- sin que haya existido acuerdo con los socialistas. De la misma manera, Cs ofreció a Rajoy que citara a los españoles con las urnas en otoño, una maniobra para evitar que Sánchez pueda ser presidente.
No obstante, la formación que lidera Albert Rivera se ha visto sobrepasada en la víspera de la jornada decisiva por la posibilidad de que Sánchez pueda alcanzar los números necesarios sin su concurso. Si bien pueden utilizar la artillería para criticar que el socialista sea presidente con los votos de los independentistas, el candidato del PSOE entraría en La Moncloa logrando un fuerte margen de maniobra para contrarrestar ese discurso.
Bien es cierto que fuentes del PSOE consultadas por este diario tampoco daban por hecho el éxito de la moción, conscientes de que los márgenes son tan mínimos que, incluso logrando el apoyo del PNV, cualquier exigencia de última hora de las dos formaciones independentistas catalanas podría complicar el desenlace positivo para sus intereses. A priori, con esos respaldos, la hoja de ruta de Sánchez iría dirigida a, tras acceder a La Moncloa, tratar de tomar algunas medidas de carácter simbólico que pudieran encontrar un consenso destacado en el Congreso y, con esa vitola de presidente, plantear una convocatoria electoral después de verano.
Mientras, el margen de maniobra para Rajoy es reducido. Diversos medios apuntaban este miércoles a que el presidente del Gobierno pudiera presentar la dimisión si es consciente de que Sánchez tiene los números suficientes, un extremo que Moncloa salió a desmentir, calificando estas informaciones de "ceremonia de la confusión". Otros medios nacionales señalaban incluso a conversaciones del PP con Ciudadanos y PNV para una salida a la desesperada del líder popular, formalizando su marcha y conduciendo a la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, a una sesión de investidura. Una opción que, en un perfil tan inmovilista como el de Rajoy, resulta complicada de imaginar.
En cualquier caso, la situación en la recta final de este miércoles revelaba la extraordinaria fragilidad del presidente del Gobierno, quien más que nunca depende de que los nacionalistas vascos. Un partido cuyos votos han sido históricamente necesarios tanto para PP como PSOE y que ahora deberán decidir el futuro inmediato de España. Por un lado, al PNV no le conviene unas elecciones inmediatas ante la efervescencia de Rivera y con la aprobación de unos Presupuestos que le resultan favorables. Por otro, es cierto que esta formación goza del respaldo de los socialistas para gobernar en el País Vasco, otro factor importante en la negociación. La solución a estas incógnitas, tendrá lugar en unas horas.
A las nueve la mañana, el valenciano José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE, subirá a la tribuna de oradores, en representación de los 84 diputados del PSOE que suscribieron la moción, para explicar las razones que han llevado a su grupo parlamentario a presentar la censura a Rajoy. Su tiempo de intervención no está tasado, por lo que su discurso puede alargarlo tanto como quiera.
Tampoco tiene límite de tiempo el secretario general y aspirante a La Moncloa, Pedro Sánchez, quien será el que tome la palabra a continuación para exponer el programa político de su hipotético Ejecutivo.
El Gobierno, que puede intervenir en cualquier momento del debate, podría intervenir después del discurso de Ábalos, como ocurrió en las tres mociones de censura precedentes, o bien al término del discurso de Sánchez. Eso sí, el interpelado por el Ejecutivo, sea Ábalos o Sánchez, tendrá derecho a responder.
Después de ese debate entre el Gobierno y los defensores de la moción de censura, que todos los grupos auguran bronco, habrá un receso que decidirá la Presidencia de la Cámara. A continuación será el turno de los portavoces de los distintos grupos parlamentarios, que tomarán la palabra de menor a mayor, es decir, comenzará el Grupo Mixto, al que seguirá el PNV, ERC, Ciudadanos, Unidos Podemos, el PSOE y el PP.
Cada uno de los grupos contará con una intervención inicial de treinta minutos y de diez minutos de réplica, y se da por hecho que el aspirante les irá contestando uno por uno. En el caso del Mixto, el tiempo deberá dividirse entre los siete partidos que lo conforman (PDeCAT, Compromís, Bildu, UPN, CC, Foro y Nueva Canarias). En nombre de los independentistas catalanes hablará su portavoz, Carles Campuzano, y Joan Baldoví representará a Compromís.
Tras el Grupo Mixto participará el portavoz del PNV, Aitor Esteban, cuya posición es clave para el futuro de la moción; Esquerra Republicana, con Joan Tardà, y Ciudadanos, representado por Albert Rivera, que en función del desarrollo del debate podría intervenir el jueves por la noche o ya el viernes por la mañana.
Al igual que el Mixto, el grupo confederal de Unidos Podemos también tendrá que dividirse el viernes el tiempo entre su presidente y líder de Podemos, Pablo Iglesias, y sus socios y confluencias -Lucía Martín (En Comú), Alberto Garzón (IU) y Miguel Anxo Fernán-Vello (En Marea)-.
Por parte del PSOE intervendrá la portavoz parlamentaria, Margarita Robles, y en nombre del PP será Rafael Hernando el encargado de fijar la postura del partido. También en esta parte del debate podrá intervenir cualquiera de los miembros del Gobierno, pero la última palabra, en todo caso, corresponde al candidato que se examina, en este caso Sánchez.
Una vez debatida la moción, se procederá a su votación, que será pública y por llamamiento, es decir, cada diputado deberá anunciar de viva voz el sentido de su voto, y para que salga adelante, el candidato necesita reunir la mayoría absoluta de la Cámara: 176 votos.