VALÈNCIA. Mariano Rajoy salió más que vivo de su declaración judicial como testigo en el juicio sobre la trama madrileña de Gürtel. Para esa salida airosa, el presidente del Gobierno contó, por un lado, con la inestimable ayuda del presidente de la sala, pues las preguntas más peliagudas sobre su posible relación con la trama corrupta, como por ejemplo que su nombre figure en los famosos papeles de Bárcenas, las declaró improcedentes, y por otro, con la poca calidad de las preguntas de los letrados.
Una ayuda, la del tribunal, que no parecía tal si se tiene en cuenta que solo se declararon improcedentes 14 preguntas en las dos horas de declaración. Pero lo que realmente importa en estos casos no es la cantidad, sino la enjundia de dichas preguntas. Pequeños detalles de la actitud del tribunal llamaron la atención, como que se escuchara en varias ocasiones al presidente, Ángel Hurtado, decir "se acaba el tiempo". En un interrogatorio no hay marcado un tiempo.
Tampoco ayudó la calidad de los interrogatorios. Los letrados que intervinieron estuvieron más bien flojos, sobre todo si se tiene en cuenta que Rajoy acudía más que preparado y aleccionado sobre cómo debía responder. El presidente Rajoy, con una actitud rozando lo chulesco y enrocado en su postura, no encontró oposición por parte de los abogados que ante sus respuestas vehementes. No le apretaron en ningún momento salvo en la primera de las preguntas cuando el abogado de la acusación particular le espetó: "No le he preguntado eso, conteste a lo que le pregunto".
Aunque hubo honrosas excepciones y algún que otro momento brillante, ninguno de los abogados supo repreguntar, lo que hizo más fuerte a Rajoy en su versión de 'yo no sé nada, solo me dedico a la parte política'. Valencia Plaza ha hablado con varios abogados presentes en la declaración, todos ellos coinciden en su valoración. Según uno de ellos, "la declaración de hoy no ha servido para nada. No ha dicho nada, ni nadie ha sabido interrogar a Rajoy para sacarle algo de punta. El único que ha estado bien ha sido Virgilio".
El único de los abogados que sacó de sus casillas al presidente fue el representante del PSPV como acusación particular, Virgilio Latorre, quien utilizó diferentes documentos en los que se veía el nombre de Rajoy junto al de algunos de los corruptos.
Ese fue el único momento de duda, de miedo del presidente del Gobierno. La cara le cambió cuando vio una carta dirigida a él por parte de Álvaro Pérez escrita en un tono más que coloquial. Respondió con un manotazo en la mesa. Latorre había abierto una brecha en el casco, pero el presidente de la sala la cerró rápidamente cuando no dejó preguntar al abogado sobre los papeles de Bárcenas, ni sobre nada más relacionado con los puntos débiles del discurso de Rajoy.
Aunque fue una ayuda envenenada, ya que el propio tribunal abría así la puerta a que Rajoy vuelva a ser citado como testigo para que dé explicaciones sobre por qué su nombre está en dichos papeles.
Un hecho destacable fue la forma de actuar de la defensa del extesorero del PP Luis Bárcenas, casi como abogado defensor de Rajoy. Su abogado no dejó de interrumpir a su compañero de la acusación particular, hasta el punto de que Hurtado tuvo que advertirle varias veces.