VALÈNCIA. Tras ocho años de gira ininterrumpida, Rayden, seudónimo de David Martínez Álvarez (Alcalá de Henares, 1985) sabe lo que es la presión. Nos lo cuenta con una sonrisa, mientras atiende a su hijo pequeño al otro lado del teléfono en uno de esos días en los que, sorprendentemente, no tiene concierto y está en casa. “Justo hoy tiene que llegarme el nuevo disco masterizado”, cuenta el cantante de rap a Cultur Plaza. La honestidad y naturalidad que se respira en sus palabras también reviste sus canciones. Quizá por eso reconoce que nunca acude al folio en blanco sin una idea, un pensamiento previo, algo que le mueva por dentro. Todo tiene un por qué.
El sofocado ritmo de vida que lleva no le ha ahogado: tiene ya cuatro discos en el mercado y el quinto con fecha de estreno en el horizonte, concretamente, el 18 de enero. Sinónimo, segunda parte de la trilogía que comenzó con Antónimo (2017) se erige como una introspección que culminará con Homónimo, el último trabajo de este ciclo y que verá la luz en 2021. Al mismo tiempo, nos cuenta, trabaja ya en el que será su tercer libro de poemas, que se sumará a Herido diario (2015, Frida Ediciones) y TErminAMOS y otros poemas sin terminar (2016, Planeta-Espasa) y que verá la luz, en principio, en marzo. Planes de futuro no le faltan.
De reunir a sus padres y unos pocos colegas frente al escenario a congregar a cerca de 10 000 personas hace pocos días en su ciudad natal. Lo define como “locura” y no es para menos. Tras 17 años de trayectoria, el artista recoge unos frutos que se ha labrado con un trabajo, dedicación y esfuerzo que le han valido otro sold out esta misma semana al visitar València. No por ello, sin embargo, tiene claros los pasos a seguir para hacerse un hueco en este complejo sector. Frente a ello, solo tiene una respuesta: “Cuando una persona escucha tu canción deja de ser tuya y pasa a ser suya. Las canciones tienen esa capacidad de conectar con muchas personas. Supongo que ese es el secreto”. Hoy conocemos un poco mejor a Rayden.
-¿Todo rapero tiene alma de poeta?
-No te sabría decir. Es cómo definir qué es la poesía o qué no lo es. Últimamente parece que necesites un carnet que te acredite como poeta. Lo cierto es que no lo sé. Toda persona que tiene inquietud por la palabra y por contar cosas sí puede tener un tinte poético en lo que dice.
-El poeta (y recientemente nombrado director del Instituto Cervantes) Luis García Montero hizo una reflexión sobre los raperos que después publican libros de poesía: decía que, como los cantantes tienen más dinero y éxito que los poetas, hacen que esta disciplina llegue a más gente. ¿Parten los músicos de una ventaja al dedicarse a la poesía?
-Creo que es innegable que cualquier persona con exposición pública tiene más fácil hacer que el mensaje llegue, por lo mínimo, a su público. Empieza desde un punto más alto. A mí lo que me gustan son esas zonas grises donde hay gente que nunca se ha acercado a mi música y me ha conocido por la escritura, e incluso otra a la que directamente no le gusta mi música, pero sí cómo escribo. Esa rara avis.
-Participaste, junto con Boa Mistura, en el movimiento que pintó algunos pasos de cebra de Madrid con breves versos de poesía. ¿Hace falta que la gente conozca más esta disciplina?
-Es una forma muy bonita de “calzar” Madrid… a pesar de que siempre hay fundamentalistas que necesiten quejarse de algo. Yo, sin embargo, prefiero ver algo bonito en un paso de cebra que me arranque una sonrisa que no ver nada. Que contasen conmigo fue un regalo.
"el verso libre es así. No tiene ni rima ni métrica, pero tipográficamente sí mantiene el estilo"
-Con el tema de los “fundamentalistas”, ¿te refieres a las críticas que han surgido por considerar que la poesía de los pasos de cebra no era, realmente, “buena” poesía?
-Ahora hay gente que tiene mucha incultura referente a la poesía. Se piensa que todo tiene que tener rima, y critica con mucha facilidad que todo lo que se escribe en cascada no lo es, pero es el que verso libre es así. No tiene ni rima ni métrica, pero tipográficamente sí mantiene el estilo. Habría que ver si esa poesía es más o menos creativa. Pero cualquier persona puede crear algo de manera sincera.
-Vivimos en una época donde muchos libros de poesía han nacido directamente de Instagram o de la mano de influencers. ¿Hay una moda por la poesía?
-Prefiero que haya más gente haciendo poesía que dándoselas de políticos, que luego ya hemos visto que pasa lo que pasa. Que haya mucha palabra en las estanterías es bueno porque, más allá de la calidad que tengan, sirve de puente para que un lector o una lectora que tienen hambre pueden llegar a otras cosas más profundas, más densas o más ortodoxas. Toda invitación a entrar en ese mundo me parece totalmente válido.
-Tu poema La dictadura del lenguaje habla sobre cómo este representa o no a la sociedad. ¿Tienes en cuenta, por ejemplo, el lenguaje inclusivo a la hora de escribir?
-Esto es un aprendizaje. Cada uno tenemos que mirarnos al espejo y aprender sobre la marcha. El ser humano es así, antropológicamente, y frente a la novedad siempre actúa con rechazo. Hay gente que dice: “Pero es que si nos ponemos más tiquimiquis…”. Sí, bueno, pero en primera instancia, las cosas se cambian desde la palabra. Es algo que hay que ir cuidando poco a poco y aprendiendo. Yo el primero: tengo actitudes y digo cosas que me parecen normales y hasta que no te lo dicen, no lo ves.
-¿Es ahora más fácil vivir de la música con las oportunidades que ofrecen redes sociales?
-Lo bueno de las redes sociales es que democratizan el arte. Pueden hacer que llegue a alguien algo tuyo, casi como lo podía hacer antes la radiofórmula. Lo malo es que llega un momento en que con tantos focos y estímulos la gente no escucha, solo oye; no observa, solo ve. Se queda todo sin profundidad.
-Como profesional de la música, ¿cómo valoras formatos como Operación Triunfo o La Voz?
-Es algo que voy aprendiendo también. Creo que no es lo mismo Operación Triunfo que La Voz. He empezado a conocer hace poco a gente como Alfred [OT 2017] y, aunque es cierto que se han valido de un programa para darse a conocer, son verdaderos virtuosos con voces únicas. El único miedo que puede surgir es el tratamiento que les pueden dar estos chavales y que se conviertan en “juguetes rotos”, pero por lo que he conocido, hay bastante calidad.
No es lo mismo que otros años, aunque también me cuestiono que, si quizá hubiera conocido a participantes de otras ediciones, hubiera cambiado la imagen que tengo del programa. No comparto, eso sí, el cómo escogen a los artistas y otras cosas. Pero es indudable que han salido de él músicos que lo son con todas las letras.
-Normalmente, sin embargo, muchos profesionales del sector observan desde el prejuicio este tipo de programas musicales más comerciales…
-Todo genera prejuicios. España es anti meritocracia y el éxito siempre es sospechoso: la poesía que vende, no está bien; estos chavales que han tenido suerte de estar ahí y venden, no están bien… Al final, ¿qué es lo que está bien y lo que no? Siempre escuchamos el típico comentario de: “Yo tengo un amigo que lo hace mejor”. Bueno, pero tu amigo no está ahí; quien está ahí es otra persona. Por algo será.
-Continúas haciendo discos en un momento en que las plataformas digitales de música están en auge. ¿Por qué esta decisión?
-Tuve la suerte de que el disco que saqué el año pasado fue número uno en ventas. Y, aunque no se vendiese ninguno, yo quiero cerrar la trilogía que empecé con Antónimo, que seguirá con Sinónimo, y acabará en 2021. A partir de ahí, a lo mejor hago otra cosa. Pero lo que me gusta desarrollar un concepto y ver cómo cada uno de los temas el disco rezuma y está impregnado de eso: todo tiene un por qué, una coherencia. Te va llevando por un laberinto. En el mercado de la canción del one hit estamos condenados a temáticas superficiales, a los mismos acordes. Para mí es ir para atrás y me parece que supone faltarle el respeto al público.
"Quiero cerrar la trilogía que empecé con Antónimo, que seguirá con Sinónimo, y acabará en 2021"
-Parece obvio que estamos en un cambio de paradigma en el sector musical. ¿Hacia qué futuro se dirige?
-Creo que nos dirigimos hacia la destrucción de la música tal y como la concebimos hoy. Se convertirá en un complemento: el acompañamiento de anuncios, películas o para ciertos ambientes. Está perdiendo tanta profundidad que se va a quedar muy plana; tan plana, que va a perder valor. Antes la radiofórmula te decía lo que tenías que escuchar; ahora lo hacen las plataformas de streaming. Te lo meten con calzador. Nos llevan de un lado hacia el otro con tal de que nos comamos lo que nos ofrecen sin rechistar. La música está perdiendo tanto valor que también perderá ese interés.
Yo toco madera porque me siga yendo bien, pero al final me quedo con lo que yo siento cuando estoy arriba de un escenario o en cómo me abro al escribir una canción.
-¿En qué te inspiras para componer?
-En todo lo que me mueve. Para bien o para mal. Aquello que me evoca una necesidad imperiosa de llevarlo al papel. Creo que todo lo que se mueve necesitas soltarlo, dejar salir esa energía y sinceridad. No escribo a ver qué sale en un folio en blanco; siempre intento encontrar una forma atractiva a una idea que ya tengo más o menos reflexionada.
A veces es algo muy personal; otras, algo que lees. El próximo disco que sacaré transcurre dentro de un aforismo de Gloria Fuertes que dice: “Lo primero, la bondad / lo segundo, el talento / y se acabó el cuento”. El primer tema se llama “lo primero, la bondad” y, el último, “lo segundo, el talento”. Y en medio de todo eso se desarrolla el disco. Para mí, cualquier idea es válida.
-El año pasado estuviste cantando delante del Guernica en el Reina Sofía invitado por Radio 3, que hizo un homenaje a Picasso y su obra con distintos artistas. ¿Es el rap un género cada vez más aceptado en ciertas esferas?
-Por un lado, está más integrado; por otro, siempre cuesta. Estamos hechos un poco para “comer aparte”. De todas maneras, yo creo que tengo un discurso que es más fácil que me lleve a estar delante de un cuadro que el de otro que quizá no sería tan adecuado. Eso es lo que precisamente me gusta de esta música: tiene multitemática, muchas vertientes que quizá otros géneros no tienen.