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el cudolet / OPINIÓN

(Re) pensem la República de Grezzi

Foto: ESTRELLA JOVER
9/03/2019 - 

La República de Giuseppe Grezzi ha seccionado la ciudad de València en tres estados, ellos los forman ciclistas, automóviles y peatones que dan pie a una pirámide urbana que explota desde ahora el espacio público en igualdad. Los puristas del pedal lo denominan democratización, tras la tiranía impuesta por el vehículo de la València que se desplazaba en un Seat y que ahora comienza a pedalear tímidamente en una Orbea. La ciudad-estado proyectada por el concejal, fiel al estilo de Copenhagenize, ha marcado un hito en movilidad y diseño urbano. El napolitano ha sido demasiado satirizado por los modernos memes que circulan gracias a la movilidad de la mensajería instantánea que han sentado cátedra en la comedia viral, como también lo hicieron los chistes acuñados al que fuera ministro de asuntos exteriores Fernando Morán en la época felipista. Sus memes son de chiste como los del exministro, algunos exagerados o manipulados, otros acertados y necesarios.

El concejal de Movilidad, cuando estaba en la oposición, lideró el movimiento contestatario denominado Intifalla, al que la derecha política valenciana reaccionó a la defensiva por el malsonante contenido de la protesta, al ensuciar la fiesta afeando a las reinas con reproches políticos los días de reunión de los valencianos entorno al disparo de la pólvora. Si tiramos de hemeroteca, los ochenta y noventa se convirtieron en una clásica riña entre jóvenes estudiantes de los Institutos Castellanos y Luis Vives que se enfrentaban a empujones, con lanzamiento de huevos, a puertas del Consistorio minutos antes del disparo de la mascletà, y no siendo motivo de reproche político entre socialistas y populares o viceversa. Está claro que Grezzi no pasará a la historia por ser un político conciliador, más bien lo contrario, pero ha tomado decisiones valientes, transformando el espacio público de la ciudad de València. También sus actuaciones han convertido València en una monumental zona ZAS, por el ruido ambiental que muchas de sus obras han generado.


Grezzi ha nacido para revolucionar el infierno del asfalto de la ciudad. València era un vía crucis. El trabajo realizado en esta legislatura por el Concejal y su equipo ha sido incomprendido por parte de la ciudadanía más costumbrista del Cap i Casal. Con aciertos y errores, en el futuro, el trabajo de la pacificación del suelo urbano debe estar sujeto a una profunda reflexión en muchos puntos calientes del Cap i Casal para los próximos gobernantes que consigan en mayo la llave del Consistorio. El termómetro sociológico a priori vaticina una renovación en el escenario político valenciano, que lidera en las encuestas el consorcio de la derecha absoluta. Andalucía ha sido la primera victoria de la carrera en puerto de montaña para conseguir el mallot amarillo. Sabia es la reflexión de la economista Julia Cagé: “pueden ser mejores las ideas de derechas, o las de izquierdas, pero el problema hoy es que las derechas tienen más peso porque están mejor financiadas”. La moderna idea de la “València bonita” estuvo muy bien financiada durante más de 20 años cuando gobernaron las instituciones los populares. Una obra que vino para marcharse fue el circuito urbano del Gran Premio de València, aquel proyecto faraónico, producto del delirio de una clase política fanfarrona y cohibida, estuvo bien financiada, teniendo peso entre la sociedad valenciana, sin apenas oposición, hacerlo era terminar en el exilio del circuito económico del poder valenciano, siendo un proscrito como Robin  Hood.

Tras una interesante charla con un hostelero que habita su piel en el modernista  Mercado de Colón, la conversación derivó en un intenso debate sobre los pros y contras de los  recientes cambios en movilidad de la ciudad. Él fue quien me “presentó” a  Mikael Colville-Andersen o Marco Te Brömmelstroet, e invitó a conocer los trabajos desarrollados por ambos en dos ciudades pedal, Copenhague y Ámsterdam. Días después del encuentro, en otro desayuno matutino con el hostelero, apenas pude reprocharle nada, tan sólo que la idea sobre la pacificación urbana de València no se había vendido bien desde el Consistorio, no teniendo peso ni calado entre la ciudadanía. Después de leer un estudio de Colville que refrendaba el uso de la bicicleta para desplazarse al lugar del trabajo en tiempo de apretarse el cinturón, el gurú afirmaba el ahorro del coste-tiempo del uso de la  bicicleta frente al desplazamiento en automóvil. A muchos de los que hoy demonizan el uso del pedal como medio de transporte y declaran a los usuarios usurpadores de la vía pública les aplicaría la frase que Juan Pablo II dedicó a Paloma Gómez Borrero: “La procesión es larga y el cirio corto“. No seamos primarios en tiempo de primarias, València sigue siendo muy bonita.

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