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VALÈNCIA. El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, sacudió con fuerza este miércoles el tablero político nacional con una carta en la que anunció unos días de "reflexión" para decidir si continúa al frente del Ejecutivo de España. Una misiva en la que explica su decisión ante la "estrategia de acoso y derribo" que, a su juicio, es un intento de hacerle "desfallecer en lo político y en lo personal", en referencia a la denuncia de la organización ultraderechista Manos Limpias para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios de su mujer, Begoña Gómez.
Una maniobra que en el PP, como en el caso del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, no han dudado en calificar de "estrategia". Más aún, el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, se mostraba crítico y distante al considerar la misiva un intento de "victimizarse" de Sánchez ante su debilidad: "Como no puede gobernar por adhesión, pretende gobernar por compasión. No lo permitamos", afirmó.
En la otra orilla, fuentes socialistas consultadas por este diario, reconocían que, inicialmente, sólo analizaron la misiva en un sentido "táctico", si bien a lo largo de las últimas horas ha ido cambiando la perspectiva y, en la tarde de este jueves, admitían no descartar ninguna posibilidad, incluso el adiós del presidente del Gobierno.
Ahora bien, más allá de que el sufrimiento personal de Sánchez por las críticas recibidas y la denuncia contra su mujer sea real, lo cierto es que la carta difundida por el líder socialista también conlleva unas consecuencias políticas merecedoras de un análisis, puesto que afectan de forma amplia al escenario nacional.
De entrada, no se puede ignorar el contexto en el que se produce este órdago político del presidente del Gobierno. A las puertas de unas importantísimas elecciones catalanas (12 de mayo) donde los socialistas (PSC), con Salvador Illa al frente, se perfilan como favoritos para ser la fuerza más votada. Unos comicios cuya onda expansiva puede alcanzar también la cita con las urnas europea (9 de junio), donde el PP sí que parte con buenas opciones según los sondeos para ser la fuerza más votada.
Así, la derecha viene insistiendo desde tiempo atrás en el ámbito emocional en los comicios, y Sánchez, con esta carta, parece haber recogido el guante, apelando precisamente a sus sentimientos y también a los de su electorado. Una acción que podría contribuir a la movilización del votante progresista y también a la activación de la militancia. De hecho, esta estrategia se está percibiendo también en otros actuaciones, como la reacción impulsada desde La Moncloa y Ferraz frente al impulso de leyes por parte de PP y Vox contrarias a la ya existente de Memoria Democrática.
De la misma manera, Sánchez, al presentarse como el blanco de las críticas y ataques de la derecha y ultraderecha, puede lograr que aumente su blindaje ante los votantes progresistas. El respaldo en las urnas al PSOE y al propio presidente del Gobierno por parte de muchos electores se ha ejecutado en los últimos años, probablemente, como escudo ante el acceso de Vox a las instituciones y no por una especial simpatía o confianza en el candidato. No obstante, desde las pasadas elecciones generales, los socialistas han respondido también con un impulso de la figura del líder como un icono, un símbolo (ejemplo de ello es la campaña en redes de 'Perro Sanxe'), por lo que el actual presidente podría aumentar el caché de su liderazgo al convertirse en víctima de los ataques de la oposición. Si eso se añade una pronta exoneración de su esposa en la denuncia presentada, podría salir reforzado tras su insistencia en la falsedad de las acusaciones vertidas.
No obstante, también es cierto, y así lo admitían dirigentes socialistas consultados por este diario, que no sería fácilmente explicable que el presidente del Gobierno se presentara el próximo lunes -fecha en la que ha citado a los medios para desvelar su decisión- y anunciara su continuidad tras su breve reflexión sin argumentos de peso para su postura.
Aquí es donde entra la posibilidad de encomendarse a una moción de confianza. Una suerte de proceso parlamentario similar a la moción de censura con la diferencia de que, en este caso, es el presidente del Gobierno el que la propone para decidir si debe continuar o no al frente del Ejecutivo. Una maniobra que incluso podría llegar a realizarse dentro de la propia campaña de las elecciones catalanas que comienza esta noche y se prolongará hasta el 10 de mayo, una maniobra que incluso podría eclipsar en cierta medida el protagonismo de candidatos como Carles Puigdemont. Ahora bien, esta herramienta parlamentaria requiere de mayoría simple para salir adelante, por lo que Sánchez necesitaría reeditar los respaldos de su investidura. De no alcanzar más "síes" que "noes" se vería abocado a la dimisión.
Una vez más, las formaciones vascas y catalanas tendrían la llave, aunque sin perder de vista a otros partidos como Podemos, cuyos parlamentarios (cinco) se desligaron de Sumar en diciembre y recalaron en el grupo mixto. A priori, PNV y EH Bildu podrían dar su apoyo; mientras que ERC y Junts también podrían alinearse por diversos factores. Además de evitar hacer de Sánchez un mártir a las puertas de las elecciones catalanas, los primeros necesitarían para gobernar los apoyos del PSC, mientras que Junts -al igual que ERC- sigue pendiente de la aprobación definitiva ley de Amnistía, un compromiso firmado con Sánchez.
Los escenarios que se le abren a Pedro Sánchez sobre su futuro
Obviamente, una reedición de la confianza en el presidente del Gobierno, especialmente después de este pasaje, debilitaría el discurso de PP y Vox de que Sánchez gobierna en precario. Es cierto que las dificultades para el Gobierno por la fragilidad parlamentaria es patente, pero una vez pasadas las elecciones vascas y catalanas, si la posición de los socialistas es fuerte en ambos escenarios y no hay debacle en las europeas, el presidente del Gobierno gozaría de un margen de tiempo y protección para avanzar en la legislatura.
Por otro lado, si la reflexión de Sánchez concluye con su adiós, un escenario que inquieta a los dirigentes socialistas consultados por este diario, se abriría de nuevo un proceso de investidura en el que el actual Ejecutivo se mantendría en funciones a la espera de que el Rey Felipe VI, tras la consulta a los distintos grupos parlamentarios, proponga un candidato.