A veces los mejores pioneros son los que reinventan y dan nuevo sentido a lo existente: el esfuerzo de Ximo Puig por poner el Mediterráneo en el centro de la estrategia territorial valenciana es un paso adelante en la Europa de las eurorregiones
Corría una fecha aproximada a la de hoy: alrededor de un 20 de mayo de 1498 una pequeña escuadra portuguesa al mando del almirante Vasco da Gama llegaba a la pequeña población de Kappakadavu, cerca de la ciudad de Calicut, en lo que hoy es el estado indio de Kerala, en el extremo sur del subcontinente indio. Habían conseguido en un solo viaje partir de Lisboa, circunnavegar África y llegar hasta la India -y consiguieron regresar después. Fue viaje más largo hasta la fecha. De esa época los grandes relatos contemporáneos han destacado mucho más el viaje de Colón y los Pinzón de 1492, por su relevancia en el descubrimiento de un nuevo continente. Más si estamos en España, y pensamos en el Plus Ultra, la hispanidad y los fastos del 92. Pero entonces América, a ojos europeos, no era nada de nada.
En esa época y hasta prácticamente el siglo XX y el auge norteamericano la cuestión se leía de forma distinta: aunque los portugueses no habían “descubierto” nada nuevo en términos absolutos -la India y las islas de las especias, hoy Malasia e Indonesia, se conocían o intuían desde tiempos de los persas- habían abierto al comercio europeo o al menos puesto a su alcance los vastos mercados asiáticos por vía marítima, sin los molestos intermediarios árabes, persas y turcos. Ello supondría el declive del comercio en el Mediterráneo y el auge del mismo en el Atlántico y el Índico, es decir: la primera mundialización, al menos potencial, de la navegación y la economía. Aunque los continentes seguían estando en el mismo sitio, el mapa subjetivo del mundo habría de cambiar drásticamente en los siglos subsiguientes. Para muchos historiadores, el viaje de Vasco da Gama dio origen a la Era de los Descubrimientos y por tanto a la Edad Moderna.
También alrededor de un 20 de mayo pero de 2016 el President Ximo Puig completaba su tour autonómico que le ha llevado en los últimos meses a cumbres bilaterales con los presidentes de Murcia, Aragón y Balears con una visita a Barcelona. Allí, visitaba a su homólogo Carles Puigdemont en el Palau de la Generalitat de la Plaça de Sant Jaume, acudía también al foro Barcelona Tribuna organizado por la Vanguardia, la Societat Econòmica d’Amics del País y la Asociación Española de Directivos para hablar ante una representación de empresarios y clase dirigente barcelonesa.
La primera gran cuestión, tratándose de Catalunya, fue la territorial. El mensaje de Ximo Puig fue claro -casi antagónico- frente a la posición de su partido, incluso más allá que el de sus colegas catalanes hoy: “La Generalitat y el pueblo de Catalunya han de tomar libremente sus decisiones”. El tipo de mensaje pro-derecho a decidir que usaban los socialistas catalanes en 2012 y que hoy está totalmente fuera de la agenda del PSC y es línea roja para el PSOE.
Ximo Puig no acabó ahí: “Me gustaría que encontráramos un espacio común, federal o confederal o lo que sea”, añadió. Otro extremo -el de la reforma constitucional en un sentido federal- al que el PSOE renunció oficialmente ya en su pacto con C’s, evidenciando que está muy lejos de ser una prioridad. Ximo Puig y el PSPV, exactamente en las posiciones de Maragall y el PSC de diez años atrás, son ahora unos auténticos outsiders. Como han evidenciado también en la política de pactos autonómicos y locales -donde se gobierna conjuntamente, no sin tensiones- y la misma apuesta de Puig para el Senado. Un mensaje conciliador, el de “compartir la España posible”, en el que no está ningún otro barón.
Más allá de la cuestión meramente institucional, la vía que exploró Ximo Puig con Carles Puigdemont el pasado miércoles y que viene esbozando en sus reuniones con los distintos presidentes autonómicos del Mediterráneo dibuja otra posible vía de actuación; la de redescubrir y articular, por la vía de los hechos, una geografía distinta construida sobre cooperaciones concretas. El ejemplo central es el Corredor Mediterráneo ferroviario, pero también la cooperación cultural en el Institut Ramon Llull, la reciprocidad en la radiotelevisión pública y otros aspectos que se pueden ir configurando. Y fue objetivo confeso en la reunión que los distintos momentos de agenda entre Catalunya y Valencia en la confrontación con el Estado no sean un obstáculo para ello.
Tampoco inventan nada. Corría 2002 cuando Josep Vicent Boira publicaba en Edicions 3i4 “EURAM 2010. La via europea”. Eran los tiempos de Aznar, de la España radial que iba a llevar el AVE a cada capital de provincia; a escala autonómica el tiempo del “agua para todos” y del anticatalanismo institucional irresponsable que consiguió enfrentar radicalmente al País Valenciano a Aragón y a Catalunya, los territorios con los que ha tenido más relación históricamente y tanto compartió. Contra todo eso, la propuesta de Boira era tan simple como insólita: estrechar lazos en transportes, logística, servicios, cultura, enseñanza superior y sistema productivo a escala transfronteriza, incentivando no sólo la cooperación entre instituciones sino también operadores privados, más allá de las cuestiones políticas coyunturales. Estructuras que existen con éxito por ejemplo en el Benelux, el Rin o la costa Báltica con notables éxitos de integración y funcionamiento.
El debate fue calando socialmente en la estela de lo que ya estaba pasando entre los gobiernos regionales con una mínima visión a medio y largo plazo: en 2004, y bajo el liderazgo de Pasqual Maragall se creó la "Eurorregión Pirineos-Mediterráneo", con la participación de Catalunya, Illes Balears, Aragón y las occitano-francesas de Midi-Pyrénées y Languedoc-Roussillon con el objetivo de “crear en el noroeste del Mediterráneo un polo de desarrollo sostenible basado en la innovación e integración social y económica del territorio”. Las estrategias clave, entre otras “mejorar la accesibilidad desarrollando las redes de transporte y el corredor mediterráneo” y “convertirse en polo de innovación gracias a los vínculos tejidos entre centros tecnológicos, científicos y culturales”.
Huelga decir que la Comunidad Autónoma Valenciana no entró en el proyecto. Las prioridades de Francisco Camps eran otras: “El eje de la prosperidad”, Aguirre-Camps-Matas, que con el tiempo hemos descubierto que era la misma geografía de varias macrorredes de corrupción. En contraste, en 2005 los líderes del PSOE de distintas comunidades -Catalunya, Balears, Aragón, País Valenciano, Murcia y Andalucía- firmaban un documento a favor de la adhesión a la eurorregión. Parece que Puig, con cautela, retoma aquél hilo a favor de una articulación territorial coherente con “lo que se lleva en Europa”, sin grandes metarelatos políticos sino trabajando sobre objetivos concretos. ¿Entraremos algun día en la eurorregión a todos los efectos?
En contraste a su predecesor y antiguo jefe Joan Lerma, que reivindicaba el derecho a existir de “los invertebrados”, Puig y su gobierno parecen ser unos entusiastas de la integración y la articulación territorial. "Hay que coser el País Valenciano", ha dicho en más de una ocasión. El descomunal desastre de la gestión del PP les ha dado -nos ha dado- la oportunidad de reinventar muchas cosas casi desde cero: en gobierno territorial, mancomunidades y áreas metropolitanas, en radiotelevisión, educación y sistema de innovación.
Como suele decir el profesor García Reche a propósito de la innovación, su (no tan) nuevo negociado, a veces más que cambiar el sistema productivo desde cero y la famosa quimera del Silicon Valley en cada ciudad hay que articular y mejorar lo que funciona: los sectores emergentes pueden ser tradicionales. En geografía lo mismo: necesitamos reconocer el mérito de los Vasco da Gama que reinventaron y mejoraron la comunicación de lo que ya funcionaba, en su caso la India. La pervivencia del pequeño Portugal como potencia hasta el siglo XX se debió a haber entendido esa lección. En nuestro caso, el premio gordo es para el que redescubra que la clave está en lo que nos une desde la antigüedad: el Mediterráneo.