Si con los movimientos sociales de “Salvem” no se logró del todo, ahora ante la escasa gestión o la incoherencia en ocasiones de ésta, tendríamos que rescatar uno de los mayores atractivos que tiene Valencia, l´Albufera
Toda sociedad que quiera perdurar en el tiempo y progresar lo máximo posible, debe tener claro su proyecto en común. Desde qué tipo de estructuras sociales la puedan integrar, para así hacerla abierta e incluyente o cerrada y excluyente, o todo lo contrario una amalgama errática y siempre en conflicto consigo mismo y su identidad. Donde no existe relevo generacional al no haber niños que nazcan y no haber ancianos que puedan transmitir su experiencia a la juventud, pues es una sociedad en la que cuando hay algún problema se decide la eliminación del improductivo, ya sea bebé nacido o no nacido, del anciano, o del ilegal.
Esa sociedad también tiene que tener claro qué tipo de políticas económicas quiere tener, elegir entre una economía de libre mercado o una economía planificada, o en cambio una economía mixta o social de mercado, donde se puedan compaginar la propiedad privada y la libre iniciativa individual del sistema capitalista, con un apoyo y redistribución equitativa de los recursos a los elementos más desfavorecidos de esa misma sociedad. Y no, como esos modelos antagonistas e incoherentes que luchan por competir de forma excluyente entre ellos, y por eso estamos tan acostumbrados a ver cómo algunos posicionamientos políticos plantean una continua lucha entre el sector público y el sector privado.
Y por supuesto, está la organización política en la que se conforma la sociedad, aquí prácticamente no hay mucha discusión, en un principio, porque, al por todos deseado sistema democrático, hay algunos que le ponen adjetivos de variopintos tipos que si plena, que si consolidada, o por el contrario frágil o distópica al estilo de George Orwell, en la que algunos, de forma preocupante, parecen estar muy cómodos en esta época pandémica, ojo pues se puede cumplir lo que hace ya más de dos siglos vaticinó Benjamin Franklin “Quien renuncia a su libertad por seguridad, no merece ni libertad ni seguridad”
Pero antes de todo ello está el ecosistema donde habitamos los Homo Sapiens Sapiens, y ahí tenemos un serio problema en la Comunitat Valenciana. Porque fíjense ahora mismo estamos buscando rastros de la existencia de agua en el espacio (por ejemplo Marte), porque la presencia del liquido elemento va unido a la existencia indefectiblemente de la vida, sin H2O los seres vivos basados en el carbono, por el momento, no podemos sobrevivir, y parece que en nuestro territorio, desde el Senia al Segura, cada vez este oro azul es cada vez más escaso, y cada vez se nos dificulta más su obtención. Si hace años fue el agua sobrante del Ebro la que se nos negaba tener, ahora mismo son las migajas del trasvase Tajo-Segura las que parecen peligrar.
Nuestra agricultura, base fundamentalmente de nuestro ecosistema, está siendo asfixiada durante años con competidores desleales en terceros países, aunque también beneficien a fondos, lobbys y empresarios de países cercanos y hasta tristemente en el nuestro propio, y es por eso por lo que podemos ver cada vez más campos abandonados en una tierra cuya desertización está vaticinada en amplios y ya antiguos estudios climatológicos. Ahora parece que algunos quieren ayudar a la naturaleza negándonos el agua, para que con la sequía, el desierto en lugar de empezar al otro lado del Mediterraneo comience a las puertas de nuestras casas.
Pero el abandono expreso o tácito de nuestro ecosistema, incluye también en muchas ocasiones (siempre serán demasiadas) nuestros humedales, marjáles, estanys o albuferas, donde la contaminación, y la acción incoherente del hombre los pone en peligro, y un caso evidente es la Albufera de Valencia. Y como ya conté en mi sección “Historias de Valencia” de la COPE, este año nuestra joya situada a 10 kilómetros del núcleo urbano de Valencia cumple 35 años como Parque Natural, que por cierto, no es ni una cosa ni otra, y eso que en 1990 entraba en la Lista Ramsar de Humedales de importancia internacional de la UNESCO. Y no lo es porque etimológicamente no es un cercado (origen de la palabra parque), y tampoco es natural. La Albufera era una bahía marina que se fue cerrando paulatinamente hasta llegar a ser un laguna de agua salada, pero en el siglo XVIII por la acción del hombre se transformo en un gigantesco estaque de agua dulce para el aprovechamiento agrícola, especialmente del arroz.
Pero aunque, stricto sensu, no sea ni una cosa ni la otra, este Parque Natural es una maravilla que debemos de cuidar, porque si no dejará de ser el estanque nacarado Nacarum Stagnumy como lo llamaban los romanos, la falta de aporte de agua, los pocos dragados, y esas contradicciones entre darle aprovechamiento turístico y/o deportivo pero sin hacer del todo los deberes, genera degradación e infinidad de peligros, aunque en junio se presentase su plan integral para mejorar la calidad del parque natural (nunca es tarde si la dicha es buena) por parte de la consellera Mireia Mollà a la Junta Rectora de la Albufera.
Por si ustedes no lo saben, se está potenciando las visitas turísticas al Parque Natural implícitamente, un ejemplo es el acondicionamiento y mejora de la Gola de Pujol donde se agolpan por decenas, casi algún centenar de personas para ver, por ejemplo los atardeceres, provocando atascos continuos con la consiguiente contaminación de todo tipo (acústica y del aire por los humos de escape) y la puesta en peligro de viandantes y vehículos. Atascos que ya de por si preexistían al estrechar carriles que dificultan la circulación de la maquinaría agrícola conjuntamente con el tráfico rodado de coches, motos e incluso ciclistas.
Porque ese es otro caso de la disfunción en el uso de sus viales, esta vez por parte de los practicantes del deporte favorito de Joan Ribó, o mejor dicho de su adlátere Giuseppe Grezzi, el ciclismo, porque los ciclistas (por favor para evitar incidentes intenten, a poder ser, no circular en paralelo dos o más) además de bregar con coches, motos y cosechadoras tienen que esquivar la vegetación que inunda los arcenes, teniendo que entrar peligrosamente en el carril de los coches. Eso sin explicar ni alargarme mucho hablando en ese carril bici que partiendo de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias pasa por Pinedo y desemboca en la nada, si si en la nada, más concretamente en el arcén de la carretera a la altura del Saler, antes del parque de bomberos. Podríamos seguir y seguir, como el problema de movilidad planteado por Fernando Giner en esa ruta de la EMT en el término municipal de Valencia desde el Perellonet, y que pasa por el Palmar, el Saler, Pinedo, hasta llegar al centro, que es toda una osadía.
Además está, el poco respeto (aparentemente) que se tiene por parte de los responsables de los desagües de la Albufera por los vecinos del Saler y el Perellonet (principalmente) pues no existe publicación, información o difusión de cuando se van a producir estos, ni parece estudiarse mucho la oportunidad de éstos, y claro se contaminan kilómetros y kilómetros de playas; así fue como a finales del mes de julio esos ciudadanos protestaron por un vertido en la Garrofera.
Por eso sería beneficioso para todos, que esos tan deseados Fondos Europeos (que parecen cada vez más el maná del cielo) ayudaran a salvar a la Albufera como ya propuso en su momento María José Catalá. Veamos como se desarrollan los hechos en lo que queda de legislatura, es el momento de la gestión (además de la política), de la acción, de que el president Ximo Puig tome medidas para poner orden en esta joya del Mediterraneo que es la Albufera como comenzó a hacer un antecesor suyo hace 35 años, y la rescate coordinando a todas las administraciones públicas, suerte!!!.